El director teatral José María Muscari se pone al frente de «Plagio. Cuatro versiones del mismo amor», un espectáculo intenso que tiene como protagonistas a cuatro parejas que irán alternándose en las distintas funciones, con una trama atravesada por la política, la traición, las adicciones, el sexo y el poder, cuyo estreno tendrá lugar este viernes a las 20.30 en el teatro Regina.
“Es una obra muy picante en cuanto al universo de las ideas y muy inquietante en relación al mundo de las parejas, del amor, de la propiedad; cuando la ves y salís del teatro y llegás a la pizzería no vas a estar hablando de otra cosa, porque plantea un montón de temas que están en nuestra cabeza y los pone de manifiesto”, expresó Muscari en una charla con Télam.
“Este es un espectáculo que divierte, inquieta, angustia, que hace pensar, con momentos musicales y proyecciones. Una propuesta que va a colaborar con que uno se pueda proyectar en esos personajes y a hacerse cargo de muchas cosas que nos pasan y que es más fácil verlas en una ficción que en la realidad”, agregó el director.
Junto a la actriz y dramaturga Mariela Asensio, Muscari propone en esta pieza una historia de amor y fuertes emociones, en la que cuando una pareja es atravesada por el éxito se acerca la posibilidad del fracaso.
“Plagio” está protagonizada por cuatro parejas: «Ellas», conformada por Inés Estévez y Malena Solda; «Ellos», Diego Ramos y Nicolás Pauls; «Ella y él», Esther Goris y Nicolás Riera; y también «Él y ella», César Bordón y Thelma Fardin.
El público podrá elegir qué dupla quiere ver y en función de eso optar entre diversos días y horarios. En cada presentación se trata la misma historia, aunque la composición de la pareja protagónica en escena necesariamente propone un punto de vista específico, diferente al de las otras tres.
Los martes y miércoles a las 20.30 se presentará la obra con Ramos y Pauls; los viernes a las 20.30 con Goris y Riera y a las 22.30 será el turno de Estévez y Solda, dupla que repite los sábados a las 19 y los domingos a las 17.30.
Goris y Riera también estarán los sábados a las 21 y los domingos a las 19.30; mientras que Fardin y Bordón se presentarán los sábados a las 23 y los domingos a las 21.30.
Además, el autor reestrenó la semana pasada la comedia “Perdida mente” en el porteño Multiteatro, con las actuaciones de Leonor Benedetto y Ana María Picchio, y se suman al elenco en esta nueva temporada las actrices Iliana Calabró, Emilia Mazer y Mirta Wons.
«El fenómeno de la obra tiene que ver con la acumulación y la independencia, es decir, podés ver una sola versión y te quedás con algo de lo que el espectáculo plantea o podés ver dos, tres o las cuatro versiones y generar otra sensación alrededor de lo que es el proyecto.»José María Muscari
“Esta puesta cuenta la historia de una jueza de la Nación y el proceso evolutivo del deterioro cognitivo a lo largo de un año desde que le diagnostican alzheimer. El mayor desafío para mí fue cómo tenían que actuar las mujeres que la rodean, cómo reacciona la hija, la hermana, y la mucama que fue su apoyo de toda la vida”, contó Muscari, quien además continúa con el suceso de «Sex, la evolución”, de jueves a domingo en el Gorriti Art Center.
-¿Qué narra “Plagio”?
-Cuenta la historia de una relación, de un vínculo muy particular, según la versión que veas. La anécdota de la obra es que se basa en la vida de un candidato a presidente o presidenta, que está muy arriba en las encuestas, acaba de cerrar su campaña política y tiene un encuentro en un espacio íntimo con su asesor o asesora de toda la vida con quien mantiene una relación oculta. Ese es el disparador para hablar de un montón de temas que tienen que ver con el sexo, el poder, la traición y, especialmente, propone preguntas como qué amamos cuando amamos, de qué nos enamoramos, si es lo mismo enamorarse de un hombre que de una mujer, si amamos de la misma manera siendo hombres que siendo mujeres, y si nuestra genitalidad define la forma en la que amamos o en la que nos aman.
-¿Cuál es el atractivo de que el público sea el que elija qué dupla quiere ver o si quiere ver todas las versiones?
-El fenómeno de la obra tiene que ver con la acumulación y la independencia, es decir, podés ver una sola versión y te quedás con algo de lo que el espectáculo plantea o podés ver dos, tres o las cuatro versiones y generar otra sensación alrededor de lo que es el proyecto. Tiene esa cosa de «armá tu propia aventura» y el espectador le da una definición y elige hasta dónde quiere llegar con el espectáculo, el público tiene una decisión activa.
-¿Qué tenés en cuenta para elegir los elencos, en especial, a algunas figuras que están alejadas de los medios hace tiempo?
-Es un proceso antojadizo y egoísta; en realidad, no pienso si los actores están o no en circulación, si están en la palestra o en su mejor momento, sino que lo hago a mi propio gusto. Tengo una especie de nomenclador en mi cabeza que no está compuesto solo por la actualidad, sino por una bitácora. Tengo 46 años y cuando era chico fui un gran consumidor de novelas y ficciones de la tevé nacional donde los actores se dedicaban a actuar y no a tener que cocinar, a encerrarse en una casa, a estar en realities. La industria cambió y hoy los actores hacen lo que pueden. Entonces esos actores que veía cuando era chico me habitan como también lo hacen los que salen en la última tapa de la revista Gente o en el último almuerzo de Mirtha Legrand, o el que está en el reality o el nuevo que sale en las redes. Cuando armo un elenco soy muy egocéntrico y llamo a los actores que a mí me gustan, me da igual si es alguien retro y hace mucho no está en la tele o si es alguien que está vigente, van a estar en mi obra porque la rompen actuando.
– Reestrenaste “Perdida mente”, ¿qué elementos contemplaste para hacer una obra sobre la salud mental con humor y sin golpes bajos?
-La única forma con la que pude abordar esta obra con humor sin que se vuelva algo grotesco, sin que sea despiadado y sin que afecte la sensibilidad del texto fue con respeto y con la falta de prejuicio; de esa manera no hay un tema con el que el humor no se pueda meter. Hay temas que a la gente le cuesta nombrar, no sé cuántos meses tardaron para decir que Antonio Gasalla tenía alzheimer porque aún es tabú, lo mismo pasa con el cáncer o el parkinson, entonces lo primero que tuve que hacer fue romper ese prejuicio alrededor de esa enfermedad y poder tomarlo de la misma manera que con cualquier otra, con todo el respeto que se requiere pero sin solemnidad alrededor del tema para que pueda aparecer el humor. Por otro lado, también pasa algo con esta obra que tiene que ver con el fenómeno de la identificación y de la empatía, y eso pasa en general con todas mis propuestas, donde el público puede reconocerse y empatizar con lo que pasa en el escenario.
-¿Tenés géneros teatrales u otras temáticas pendientes para llevar a escena?
-De vez en cuando hago la adaptación de un clásico. Hace años hice “La casa de Bernarda Alba”, de García Lorca; mucho tiempo atrás hice “Electra”, de Sófocles; hace poco “Madre coraje”, de Bertolt Brecht; y el año pasado “Julio César”, de Shakespeare; pero en las más de 60 obras que realicé lo hice solo cuatro veces, si tuviera que decir algo pendiente por hacer sería algo de (Antón) Chéjov o de Tennessee Williams. Pero creo que a lo largo de estos casi 30 años dirigiendo transité por un montón de cosas diversas. En cuanto a las temáticas, los que creamos tenemos dos o tres temas que son los que nos atraviesan la vida; como autor o director hace años que hablo de lo mismo, solo muta el pretexto, y las temáticas tienen que ver con lo vincular, con el amor, la familia, y con la sexualidad.
-¿Cómo te definís como autor y director?
-Soy un autor y director iconoclasta, un artista que no responde a un único formato o a una forma de hacer las cosas. El mejor ejemplo que puedo dar es que cuando me llamó Marcelo Tinelli para bailar en la tevé yo estaba dirigiendo una obra en el San Martín, y creo que muy pocas personas con toda la chapa o el prestigio que eso significa aceptarían bailar en “Showmatch”. En ese momento me pareció la síntesis perfecta de poder traducirle al público quién soy. Soy un rupturista sin proponérmelo. No tengo la intención de ser un rupturista, pero hago lo que otros no hacen cuando el tema me interesa; por ejemplo, soy el único que hizo una obra de sexo en Argentina.