El músico norteamericano Pat Metheny ofreció la noche de este sábado un inolvidable show en el teatro Gran Rex, que pagó con creces la larga espera de su vuelta al país, postergada en exceso a consecuencia de la pandemia que suspendió las fechas que tenía pautadas para 2020.
Guitarrista de capacidades compositivas e interpretativas gigantes, el músico de 68 años nacido en Lee’s Summit, Misuri, llegó a su concierto en Buenos Aires acompañado por un banda notable, que lo viene secundando hace años y con los que grabó «From this Place» en 2020, que sirvió de base del repertorio que entregó anoche.
Gwilym Simcock en piano, la extraordinaria contrabajista australiana LInda May Han Oh y el finísimo baterista mexicano Antonio Sánchez componen el cuarteto de Metheny que anoche abrió la secuencia de sus dos shows en el país que cierra hoy en el Gran Rex en el marco de la gira sudamericana de su espectáculo «An Evening with Pat Metheny».
El concierto abrió con una performance en solitario de Metheny con la extraña guitarra Pikasso de 42 cuerdas, que de a momentos pareciera sonar como una suerte de arpa, y luego se produjo el ingreso de la banda a pleno, que arrancó potente e inspirada, dando pie a las primera ovaciones de un teatro a pleno que entregó varias en casi tres horas de show.
Establecido como uno de los más decisivos guitarristas del jazz contemporáneo, creador de un sonido propio claramente identificable y de particularísimas notas, Metheny forma parte del Olimpo de los músicos de esta tradición norteamericana por derecho propio y en el show del Gran Rex dejó manifiesta la inmensa estatura de su gravitación musical.
El recorrido fue extenso y abarcó desde revisiones de composiciones de su primer trabajo en 1976 «Bright Size Life», pasando por «Secret Story», «Still Life» y sus materiales más recientes, alternando momentos de velocidad inusitada, combustión y groove de alto vuelo con otros en que los músicos parecieran querer estar astillando el silencio.
La que acompaña a Metheny es una banda superlativa, con músicos que son en sí mismos compositores e intérpretes de los mejores de la escena y con nombre propio que saben exactamente qué y cómo deben hacer cada cosa y así resuelven, con un nivel de compenetración y escucha entre ellos apabullante en el vivo.
Un momento del concierto dio lugar a increíbles duetos entre Metheny y cada uno de los músicos, como un furioso y distorsivo rock ejecutado con guitarra de cuerdas de nylon que hizo con el baterista; un viejo tema de la época de Lyle Mays con el pianista u otro, conmovedor, con LInda May Han Oh, que toda la noche entregó una base sólida con un sonido envolvente, capaz de sostener toda la banda ella sola para que los demás despegaran del piso.
Si el sonido de Metheny, de originalidad abusiva, tiene la capacidad de evocar paisajes impensados y abrir espacios inimaginados en la esfera celeste, su talento interpretativo no es menos sorprendente.
Tocó con varias guitarras, utilizó pedales, distorsiones o utilizó una guitarra con cuerdas de nylon con amplificación mínima, y en todas las circunstancias visitó territorios sorprendentes, gratos para el público que colmó el teatro.
El show «An Evening with Pat Metheny», que se enmarca en una gira sudamericana que debió suspenderse por la pandemia de coronavirus, ya pasó por Santiago de Chile, Río de Janeiro y San Pablo, y después de Buenos Aires quedan las fechas de Lima (miércoles 12) y Ciudad de México (sábado 15).
Este sábado, antes de la actuación del cuarteto de Pat Metheny, el cantante, compositor y multiinstrumentista tucumano Manu Sija ofició de soporte, entregando un set de bandoneón, voz y máquinas de cuatro canciones.