‘Historias para no dormir’: la temporada 2 de la serie de Amazon es un variado compendio de aciertos y desatinos que no logran mejorar un clásico del terror español

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Los revivals televisivos de los clásicos de terror no son siempre la mejor idea. Especialmente cuando lo que nos encontramos en ellos son remedos de episodios clásicos que quizá no necesitaran una revisión. Esto marca una diferencia entre las series de terror que marcan época y las que se conforman. Quizá no es justo aplicar este axioma en ‘Historias para no dormir’ de Amazon Prime Video, pero a pesar de empezar una segunda temporada no hay novedad respecto a la anterior.

Puede que el caso más sintomático es la nueva versión de ‘The Twilight Zone’ que presentaba Jordan Peele. A veces se culpa al director de ‘Nop’ del fracaso de aquella cuando solo se limitaba a hacer de anfitrión. Rod Serling tenía también el papel de curador y guionista, pero puede achacarse a la serie de CBS una indefinición que se trataba de ceñir a una forma de hacer las cosas que no es igual en los 60 que en la actualidad, un fallo en el que no cayó en su revival de los 80. Pero tampoco fue la única.

Amazing Stories’ de Apple fue un fracaso, incluso intentando hacer nuevas historias, y la propuesta juvenil de Nickelodeon con ‘Are you Afraid of he Dark?’ ha tenido un buen resultado local, pero ni por asomo la influencia de la primera versión. La opción sugerida por Amazon con el seminal proyecto de Chicho Ibáñez Serrador, cogiendo episodios míticos de aquel para darle un lavado de cara para los tiempos que corren, no tiene un planteamiento dudoso, pero no siempre toman la opción más adecuada para mantener el espíritu de la serie original.

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Si en la primera temporada destacaba ‘Freddy’ sobre todos los demás episodios, la sensación agridulce era patente con las aportaciones de grandísimos directores como Rodrigo Sorogoyen y Rodrigo Cortés, que parecían estar de paso, en un trabajo de encargo, más que en una propuesta que realmente sienta el peso de la responsabilidad de un título como ‘Historias para no dormir’ sobre los hombros. Y en este caso pasa algo similar, aunque hay cierta voluntad para hacer variaciones de interés con los originales.

Transplante

Transplante

Variaciones con altibajos

Si la primera se aproximaba a la ciencia ficción con ‘El doble’, esta tiene su respuesta en ‘El trasplante’, una más que decente distopía que, eso sí, parece más un ‘Black Mirror’ cañí que heredera de Chicho, aunque es capaz de cubrirse de un halo trágico muy español que casi conecta más con Mercero que con el episodio que adapta. Javier Gutiérrez y el resto del reparto están muy bien y no deja de ser un afilado resumen irónico y doloroso de las frivolidades que estamos dispuestos a asumir por el aparato digestivo capitalista.

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‘La alarma’ de Nacho Vigalondo muestra al director en su modalidad ‘Extraterrestre’, es decir, hermético en su mundo de amiguetes, una historia sobre una amenaza desconocida en la que nadie puede salir a la calle y nadie sabe por qué, con el protagonismo de su inseparable Aníbal Gómez, que confunde surrealismo con juguete entre colegas, que, pese a la presencia agradecida de Javier Gurruchaga, vuelve a recalcar el complicado universo de autoreferencia autocontemplativa del director, es decir, la idea del chascarrillo fugaz frente a ideas prestadas de cierto capítulo inolvidable de ‘Hammer House of Mystery’.

La Pesadilla 32

La Pesadilla 32

Más tradicional es ‘La pesadilla’, que da dos vueltas al original para aproximarse a los vampiros en la Galicia rural. Un relato con aires de Hammer de los 60 con un gran diseño de producción que no se deja apreciar por una fotografía sin contrates, gris y difusa que echa a perder un poco la fantástica atmósfera gótica. Álvaro Morte hace lo suyo, pero no da el pego y los giros se ven venir a la legua, bien por el discurso facilón de miedo a la otredad como por la deriva de los acontecimientos, que se salva por un final con intenciones y el ambiente inquietante de terror clásico que tenía hecho la mitad del trabajo.

El regreso de Jaume Balagueró al terror

Si en la primera temporada el escapado del pelotón era Paco Plaza, aquí es un Jaume Balagueró mucho más en forma que en ‘Venus’, recuperando ‘El televisor’ para llevarlo a otro territorio que mantiene la obsesión y la influencia de la tecnología en el ámbito de la seguridad doméstica, haciendo un afilado comentario sobre la manipulación mediática sobre los movimientos de okupación, las empresas de seguridad y la paranoia inducida en la sociedad española ante un problema creado a base de mentiras.

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Para ello Balagueró toca ciertos puntos de ‘Paranormal Activity’ para volver a sus tiempos de ‘Los sin nombre’, con la influencia de ‘El resplandor’ que ya habitaba en ‘Darkness’ con un giro hacia el origen de aquella, la sobresaliente ‘Pesadilla Diabólica’ (1976) y sus fotos premonitorias. Puede que no añada nada nuevo a lo que proponía Dan Curtis, pero aquí Pablo Derqui da una buena réplica a Oliver Reed en una interpretación inusualmente creíble en el panorama televisivo patrio.

Televisor

Televisor

En definitiva, ‘Historias para no dormir’ temporada 2 vuelve a tener episodios notables y otros algo aburridos, aunque ninguno es un desastre, el conjunto es agridulce y deja el fantasma de la oportunidad perdida. No sería tan evidente si en España no hubiéramos tenido la fantástica revisión ‘Películas para no dormir’, que no solo recuperaba ya la marca de Chicho Ibáñez Serrador, sino que demostraba que las historias originales son mucho más excitantes y llenas de posibilidades, sin que esto signifique desviarse del espíritu que rompió en los 60.