Fue en septiembre de 2016 cuando Google presentó al mundo Google Allo, su aplicación de mensajería instantánea que parecía destinada a desbancar a WhatsApp, una app que la inmensa mayoría de usuarios utilizan a diario. La realidad, sin embargo, ha sido más bien distinta, y Allo no ha terminado de funcionar. Tres años después, la aplicación se despide y pasa a engordar el grueso de servicios que Google abandona por no ir del todo bien.
Google cometió un error capital, que fue llegar demasiado tarde. Cuando Google lanzó Allo, WhatsApp e iMessage eran dos apps demasiado importantes y demasiado fundamentales en la vida de las personas como para dejarlas de lado y apostar por una aplicación nueva. Sí, tuvo un pico de descargas durante la primera semana, alcanzando las cinco millones, pero más allá de eso, no ha sido una app que se haya distinguido en exceso de su competencia. Hoy repasamos su vida y analizamos los errores que han llevado a que hoy, 12 de marzo de 2019, le tengamos que decir adiós.
Una aplicación de mensajería más made by Google
Google Allo llegó de la mano de Google Duo, una app que, todo sea dicho, sí parece haber cuajado. Sin embargo, la estrategia de Google no parecía del todo clara, porque… bueno, Google Allo y Google Duo eran dos aplicaciones separadas que hacían exactamente lo mismo que Google Hangouts. ¿Por qué dividir el servicio de comunicación más potente que tienes en dos aplicaciones diferentes? Solo Google sabría responder a la pregunta.
El factor diferencial de Google Allo con respecto a sus competidores era la integración con Google Assistant, lo cual parece no haber sido suficiente
La principal novedad de Google Allo era que integraba Google Assistant. De hecho, antes del despliegue global del asistente, usar Google Allo era la única forma de usar Google Assistant. Contaba con una buena integración de Search, Maps, YouTube y Traductor, así como con un bot, entre otras cosas, nos dejaba probar juegos como adivinar películas con emojis.
También tenía stickers, modo incógnito y mensajes que se autodestruían, cifrado de extremo a extremo e incluso permitía borrar mensajes del historial, algo que, por entonces, no estaba disponible en Hangouts. Eso sí, no podemos obviar ese «pequeño fallo» que permitía responder a los contactos que no tenían la app instalada, pero solo a veces, y mostraba contactos fantasma.
Poco después, en octubre de 2016, la aplicación alcanzaba la versión 2.0 con mejoras en las notificaciones, pantalla de carga tipo splash, compartir de forma directa, compatibilidad con Android Wear y pantalla dividida, buscador de GIFs desde el teclado y respuestas directas desde la notificación. Luego llegó la versión 3.0, con emojis inteligentes basados en el texto que escribíamos y posibilidad de cambiar temas, y a partir de ahí todo fue cuesta abajo y sin frenos.
En febrero de 2017, Google Allo se caía del Top 500 de aplicaciones más populares de Google Play. No volveremos a oír hablar de ella hasta la versión 10.0, que añadía la copia de seguridad y los chats grupales en modo incógnito. En 2017, Google intentó por activa y por pasiva añadir funciones a su aplicación para hacerla más atractiva al usuario, como la posibilidad de crear stickers con un selfie, integración con Google Duo para hacer videollamadas (Google Duo, por aquellos entonces, tenía 10 veces más descargas que Allo) y versión web, pero nada. Google Allo no despegaba.
A pesar de todas las novedades implementadas en Google Allo, la aplicación no terminaba de despegar y se quedó entre las 10 y 50 millones de descargas
A principios de 2018, Google Allo se quedó sin padre. Amit Fulay, Product Manager de Google Allo y Duo, Hangouts y WebRTC, que llevaba en la compañía 10 años, dejaba su cargo para irse a Facebook. La muerte de Allo era algo que se veía venir desde su lanzamiento, pero no fue hasta abril cuando recibimos la noticia. En una entrevista con The Verge, Anil Sabharwal, ejecutivo a cargo de Comunicaciones y Fotos en Google, confirmaba que el desarrollo de Google Allo estaba en pausa. Es decir, que estaba visto para sentencia.
Google abandonó Allo, que desde entonces se ha actualizado periódicamente con mejoras en seguridad y correcciones de fallos, pero poco más. Eso no significa que la Gran G haya abandonado la mensajería instantánea, en absoluto, puesto que ahora lo apuesta todo al RCS (aunque Google lo llama «Chat»), ese sistema del que llevamos años oyendo hablar y que se supone que será el fin de WhatsApp pero que no terminamos de ver materializado en nuestras vidas. Las operadoras deben trabajar en él y los fabricantes tendrán que integrarlo en sus apps de mensajes (Samsung, por ejemplo, ya lo hace). El resto, como suele decirse, es historia.
Crónica de una muerte anunciada
Google Allo nació muerto, simple y llanamente. Llegó en un momento en el que WhatsApp, iMessage, Line y demás aplicaciones estaban bien asentadas en los mercados más importantes, y convencer a los usuarios para abandonar su app de siempre para apostar por una nueva no es moco de pavo. Con Google Allo ocurren dos cosas: por un lado, faltan funciones. Por otro lado, Google apostó por separar aplicaciones cuando lo que las apps que funcionan han hecho ha sido implementarlo todo en una sola app.
Con entre 10 y 50 millones de descargas, Google Allo no es rival para WhatsApp, Telegram, iMessage o Line. De nada sirve una app de mensajería en la que no puedes mandar mensajes a nadie, por más funciones y versión de PC que tenga. Si no hay usuarios, usar Allo es como hablarle a una pared. A esto hemos de sumarle que tampoco tiene una función excesivamente interesante como para atraer al usuario. Sí, está Google Assistant integrado, pero no es demasiado fácil sacarle provecho.
Mientras que todas las apps apostaban por la integración de funciones, Google prefirió separar videollamadas y mensajes en dos apps separadas
Luego tenemos la integración de funciones, y es que si Google Hangouts funcionó tan bien es, precisamente, por aglutinar mensajes y videollamadas en un solo servicio. WhatsApp lo mismo, mensajes, videollamadas, llamadas, envío de contenido y publicación de estados, todo en una app. Telegram, más de lo mismo y con canales y supergrupos incluidos. Instagram, igual, videollamadas, chats grupales, envío de audios e historias en una única app. Todas estas apps son populares y ofrecen al usuario una completa suite de funciones sin necesidad de aplicaciones externas.
Pero sin lugar a dudas, el principal problema de Google Allo es que llegó demasiado tarde. WhatsApp se lanzó en 2009 y ofreció algo que, por aquellos entonces, era de pago: mensajes gratuitos, ilimitados y mediante Internet. Seguramente recuerdes cómo WhatsApp se expandió como la pólvora entre tus círculos más cercanos y cómo, por arte de magia, todos los que se descargaban la app aparecíen en la lista de contactos.
WhatsApp monopolizó las comunicaciones en muy poco tiempo, y fue gracias al vínculo cuenta-número. Eso hizo que el cuerpo de usuarios creciese exponencialmente y, sin comerlo ni beberlo, hemos pasado de “mándame un mensaje” a “mándame un WhatsApp”. Allo quiso competir en un sector claramente dominado por un par de servicios, pero sin una apuesta firme, una buena base de usuarios y una buena suite de funciones, la batalla estaba complicada.
Descansa en paz, Google Allo.