El Gobierno de Alemania prohibió, el pasado 9 de noviembre, la venta del fabricante de semiconductores Elmos a la compañía Silex Microsystems, empresa sueca subsidiaria de Sai Microelectronics, firma de origen chino, por razones de seguridad. El ministro de economía germano, Robert Habeck, afirmó que esta compra por parte del grupo asiático habría “puesto en peligro el orden público y la seguridad de Alemania” y que Europa debía proteger su soberanía tecnológica y económica.
Soberanía europea. Esa es la idea que llevó a la UE a publicar, en el mes de febrero, el documento titulado ‘Soberanía digital’ que señalaba cómo la crisis de los semiconductores había subrayado la importancia de estos elementos para la industria y sociedad europeas. Por ello, proponía la creación de una Ley Europea de Chips (Chips Act) con el objetivo de reducir la dependencia de la Unión en el limitado número de productores de microchips: según un informe realizado por Boston Consulting y la Asociación Industrial de Semiconductores de EEUU, citado por Reuters, en 2021, Taiwan aglutinaba el 92% de la producción mundial de semiconductores avanzados.
España se sube al carro. La Ley Europea de Chips anunció una inversión de 43.000 millones de euros hasta 2030 con el objetivo de que, para esa fecha, Europa concentre el 20% de producción mundial de chips, porcentaje que se encuentra actualmente, según la propia UE, en el 9%. Aquí se enmarca, por tanto, el PERTE Chip aprobado por el Gobierno Español en mayo y que posibilitó que la compañía estadounidense Cisco decidiera abrir en Barcelona su primer centro de microchips en la UE.
Semiconductores en todas partes. Son noticias positivas para el viejo continente, ya que, tal y como señala la Ley Europea de Chips, los semiconductores apuntalan la transformación digital y son fundamentales en numerosas industrias, como la automovilística, espacial, de proceso de datos, de dispositivos inteligentes, de videojuegos y de defensa. Precisamente, por su importancia en la industria del armamento, los semiconductores están jugando un papel clave en la Guerra de Ucrania.
Los misiles rusos necesitan chips. A principios de septiembre, el Primer Ministro ucraniano, Denys Shmyhal, afirmó en un reportaje de la revista POLITICO que Rusia había gastado casi la mitad de su arsenal. En concreto habló de la carencia rusa de misiles hipersónicos, los cuales poseen una alta precisión gracias a los microchips que llevan incorporados.
Sin embargo, debido a las sanciones impuestas a Moscú, la entrega de estos semiconductores de alta tecnología se ha detenido, y el Kremlin no sabe cómo reponer esta falta de chips. De hecho, Gina Raimondo, Secretaria de Comercio de los EE.UU, comentó en una rueda de prensa celebrada en mayo que en Rusia, al no poder acceder al mercado tecnológico por las sanciones, se están empleando chips destinados al uso de lavavajillas y frigoríficos para utilizarlos en material bélico.
Interés ruso en la fabricación estadounidense. La investigación llevada a cabo por POLITICO reveló, además, que existían al menos tres listas de semiconductores y otros elementos tecnológicos que Moscú estaba buscando comprar en el mercado, así como el precio que el Kremlin estaría dispuesto a pagar. Y de una muestra de 25 productos analizados de dichas listas, casi todos eran microchips elaborados por compañías estadounidenses como Marvell, Intell, Holt y Texas Instruments.
Inquietud internacional por la rivalidad EE.UU – China. Precisamente algunas empresas norteamericanas de este sector, para las cuales China es su cliente principal, se encuentran ahora mismo en una situación de vulnerabilidad debido a las restricciones impuestas recientemente por la administración Biden a la compra por parte de compañías e individuos chinos de determinados semiconductores fabricados en Estados Unidos.
El anuncio de estas restricciones ha generado consecuencias en el mercado internacional: el 10 de noviembre, tres días después de conocerse , las acciones de la compañía taiwanesa TSMC, la mayor productora de semiconductores del mundo, cayeron un 8,33%. Poca broma: el 12 de noviembre, Kristalina Georgieva, directora del FMI, ha reconocido que la guerra comercial entre Estados Unidos y China ponía en peligro la economía mundial.
Regreso al futuro. Sobre este conflicto comercial han hablado los líderes de ambas potencias, Joe Biden y Xi Jinping, en la cumbre del G20 que se está celebrando en Bali (Indonesia). Concretamente, el presidente norteamericano ha afirmado que no era necesaria una nueva guerra fría con el gigante asiático. Y más nos vale, porque, tal y como recordó el experto en innovación Xavier Ferràs en La Vanguardia, una persona vive rodeada de, aproximadamente, 150 chips. Un empeoramiento de las relaciones entre EEUU y China podría afectar a la economía global y, por lo tanto, al mercado de semiconductores, cuyas consecuencias podrían ser fatales.
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