El adjetivo funcional aplicado al entrenamiento ha ido cobrando relevancia en los últimos años, sobre todo en contraposición al modelo clásico de entrenamiento con pesas en los gimnasios de todo el mundo. Pero ¿qué queremos decir con funcional? ¿Hacemos un buen uso del concepto o lo hemos desvirtuado?
Entendamos el concepto de entrenamiento funcional
Según la RAE, la palabra funcional puede significar entre otras cosas:
- Perteneciente o relativo a la función o a las funciones.
- Dicho de una cosa: Diseñada u organizada atendiendo, sobre todo, a la facilidad, utilidad y comodidad de su empleo.
- Dicho de una obra o de una técnica: Eficazmente adecuada a sus fines.
Así pues podríamos concluir que algo funcional debe resultar práctico, útil y adecuado a unos fines para los que ha sido concebido.
¿Qué es entonces el entrenamiento funcional?
Pues cualquier entrenamiento que trabaje la función para la que ha sido diseñado. Un entrenamiento funcional debe ser personalizado para detectar las necesidades, aptitudes y carencias de la persona que va a desarrollarlo.
Un entrenamiento, aunque sea para atletas del mismo deporte no será funcional para todos ya que existen diferentes variables que influyen a la hora de prescribir la cantidad y tipo de ejercicio necesario. Si ya tenemos que diseñar un entrenamiento funcional para personas de diferentes deportes o incluso para personas que lo único que desean es estar en forma, el concepto de funcional pierde sentido tal y como se ha venido entendiendo.
El concepto de entrenamiento funcional mal entendido
El concepto de entrenamiento funcional o functional training que tanto se ha desarrollado en los últimos años, sobre todo por el auge de las grandes cadenas de gimnasios comerciales e incluso por la aparición de deportes tan versátiles como el CrossFit ha acabado siendo una sombra de lo que un día pretendió ser.
Hoy en día, si vas a un gimnasio que oferte una clase o entrenamiento de este tipo y preguntas en qué consiste a varias personas diferentes que trabajen allí, seguramente te contesten cosas diferentes, aunque todas te pondrán de ejemplo el material que se utiliza: bosu, togu, fitball, sacos, ruedas, peso libre, peso corporal, kettlebells, battle ropes, TRX…
Y es por esto por lo que el entrenamiento funcional está en boca de todos, porque es variado y divertido para la gran mayoría de personas que realizan actividad física por disfrute y rompe con el entrenamiento tradicional estructurado en series, repeticiones y tiempos de descanso.
Pero ¿es esto funcional? Precisamente ofertar una amplia variedad de opciones y materiales en una clase o entrenamiento funcional rompe con la naturaleza del concepto ya que cada persona tiene necesidades, objetivos, historial de lesiones o puntos de partida diferentes y será la correcta evaluación del cliente la que determinará cuan funcional es el entrenamiento posterior que se le diseñe.
Pongamos unos cuantos ejemplos:
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¿Consideras funcional a un culturista profesional de 120kg al 6% de grasa corporal? Pues probablemente lo sea, sobre todo si gana competiciones ya que su entrenamiento está exclusivamente diseñado para lucir grande, definido y simétrico en una tarima.
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¿Consideras funcional a Rafael Nadal? Bueno, depende de la tarea que le hagamos desempeñar. Si le tenemos que comparar con el culturista anterior, Rafael Nadal es todo menos funcional, ahora bien, en tenis probablemente es el atleta más funcional de todos los tiempos.
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¿Consideras funcional a una persona de 75 años que ha logrado mediante entrenamiento, jugar con sus nietos sin cansancio ni dolor en la rodilla por una operación que tuvo el año pasado? Por supuesto que sí, si el único objetivo de esta persona era recuperar o al menos mantener a esa edad su calidad de vida.
El entrenamiento funcional vs el entrenamiento tradicional
Aunque el entrenamiento tradicional también puede ser un concepto abierto a debate ya que los métodos de entrenamiento son muchos y variados, entenderemos como entrenamiento tradicional el entrenamiento de fuerza de siempre caracterizado por estructurarse en base a músculos grandes y pequeños, agonistas y antagonistas o patrones de movimiento. Todo esto estructurado a su vez en series, repeticiones y un orden específico de ejercicios.
Muchas veces se dice que los que entrenan con pesas acaban siendo torpes, que no tienen movilidad o que no tienen resistencia cardiovascular. Esto depende de la atención que prestes a tu salud. Que haya personas que no calienten o diseñen correctamente su entrenamiento no quiere decir automáticamente que cualquier practicante cometa el mismo error. Por eso existimos los entrenadores personales.
La fuerza es la base de cualquier programa de salud y deportivo
El entrenamiento de fuerza tradicional tiene múltiples beneficios pero no es necesario ahondar en cada uno de ellos ya que todo se puede resumir en que mejora la calidad y esperanza de vida.
Todo esto lo logra a través de mejoras sobre la salud articular, ósea o metabólica. En edades avanzadas de hecho, es clave para mantener una funcionalidad y calidad de vida óptima.
La fuerza se erige como una capacidad física básica de la cual surgen las demás: velocidad, flexibilidad y resistencia.
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Ser más fuerte mejora tus posibilidades para ser más veloz, ya que la fuerza y la velocidad son dos caras de una misma moneda.
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Ser más fuerte te hace ser más resistente, ya que te permite mejorar tu tolerancia a un trabajo concreto.
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Por último, ser más fuerte te permite ser más flexible, ya que muchas veces cuando se presentan limitaciones en la movilidad o rango de movimiento de una articulación esto es por una debilidad en los músculos que la rodean, que al sentir el estiramiento como una amenaza, se contraen imposibilitando un movimiento completo.
Así pues, ser más fuerte te hará ser más funcional en lo que decidas ser funcional. Hacer sentadillas en una fitball, seguramente te hará ser mejor si te presentas al Campeonato Mundial de Sentadillas en Fitball, pero no en la vida real donde no caminamos sobre pelotas de fitball.
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