El Súper no es algo de todos los días

En
la
presentación
del
Súper,
en
Ezeiza,
hubo
formalidad,
presencias
institucionales,
figuras
con
cartel,
buena
onda,
invitación
a
que
la
gente
se
porte
bien
y

disfrute
del
“mejor
clásico
del
mundo”,
alegría
de
que
se
pueda

jugar
con
las
dos
hinchadas
y
una
dosis
de
nostalgia
y
expectativa
de
que
eso,
que
siempre
fue
normal,
pueda
volver
a
ocurrir.

En
las
palabras
de
Román
Riquelme
también
hubo
un
aroma
a
deseo
de
que

se
puedan
volver
a
jugar
los
superclásicos
de
verano;
dijo
el
presidente
de
Boca
que
era
natural
que
en
la
competición
se
crucen
cada
vez
más
veces,
como
dando
a
entender
que

ambos
tienen
alto
nivel
competitivo
y
cae
de
su
peso
que
en
las
definiciones
de
todo
lo
que
jueguen
puedan
terminar
encontrándose.

Casi
en
seguida,
Claudio
Tapia,
presidente
de
la
AFA,
dijo
como
asintiendo,
que

este
año
“van
a
jugar
tres
veces”.
Contó
-suponemos-
el
que
ya
jugaron
por
esta
copa,
el
de
hoy
y
el
que
prescribirá
el
fixture
de
la
liga
que
se
disputa
en
el
segundo
semestre.
No
se
refirió
a

dos
finales
de
supercopa
y
recopa
que
todavía
están
pendientes
y
por
las
que,
a
pesar
del
cotorreo
para
la
tribuna,

nadie
parece
esforzarse
mucho
por
que
se
jueguen
algún
día.
Tampoco
a
la
posibilidad
de
que
se
encuentren
en
la
Copa
Argentina
o
en
la
Sudamericana
(si
River
fuera
3°
en
su
grupo
de
la
Libertadores
y
Boca
avanzara).

Cuando
se
jugaban
los
Súper
de
verano,
también
se
les
habían
vuelto
un
grano
en
el
pie,
digamos,
y

alteraban
bastante
los
nervios
y
los
planes
de
pretemporada
de
los
dos
clubes.

Y
sí,
es
cierto
que
en
cada
torneo
es

una
especulación
continua
si
llegarán
a
cruzarse
y
cuándo,
y
también
es
cierto
que
a
la
facturación
del
negocio
le
convendrá
que
se
enfrenten
más
seguido.

Pero
si
no
juegan
a
cada
rato,
si
son
espaciados,

mayor
es
el
valor
que
se
le
dará
a
ganar
el
clásico,
y
mayor
el
gusto
de
disfrutar
un
evento
único
en
el
planeta.