
Organizar las responsabilidades para poder asistir a un recital, tomarse un colectivo de recorrido kilométrico y atravesar una serie de padecimientos, son estaciones que luego se recuperarán en el disfrute al encontrarse con pares, hacer juntos la espera, traer anécdotas al presente o cantar estribillos.
La construcción de lazos muchas veces requiere de un espacio físico de encuentro para llevar adelante actividades concretas, la dimensión constitutiva que forma parte del ritual que hace a la música en vivo.
En ese punto, Gustavo Varela observa en una entrevista con Télam que la ceremonia se fue gestando porque significó «el desafío de inventar un camino que estaba cerrado, una mirada con mirada», una especie de legitimidad que se otorga mutuamente.
«El streaming es el único modo que tienen muchos artistas de inventar su propio recital. Uno se entusiasmaba con las bandas grosas que formaban parte de una industria cultural, aunque también tenía un viso de rebelión», reflexiona.

Y, se cuestiona: «¿Pero qué es el streaming? ¿Quién se gana el lugar para poder tocar y que otros lo vean? No es ‘lo otro’ del recital, sino que es un tipo de vida nuevo».
Guillermo Quiña pone en duda la existencia de una comunidad en los recitales pero expresa que «puede haber elementos comunitarios relacionados con componentes rituales, prácticas compartidas como el pogo, el acampe o la parafernalia que muchas veces rodea estos encuentros».
Por su parte, afirma: «Me cuesta pensar que vayan a desaparecer, porque tampoco creo que desaparezcan los espacios de encuentro de música en vivo. Tal vez tengamos que aguantar un tiempo sin poder asistir, pero es algo que padecen más los músicos porque viven de su trabajo, sobre todo los de menor escala y las músicas que pelean por cupo en los escenarios».
«Aunque se leen publicaciones en redes sociales -sostiene acerca de experiencias de conciertos de música en vivo, sea grabando, posteando, interviniendo en un concierto de streaming-, en término de componente ritual es difícil imaginar la desaparición de las prácticas culturales. Es un poco de imaginación que hay que tener al respecto del futuro con esa dimensión ritual de los recitales».