El motivo de peso por el que la taza de café se sirve con un plato debajo

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Vas
a
desayunar
y
pides
un

café
.
Te
lo
sirven
bien
calentito
en
una
taza
que
no
aísla
lo
más
mínimo,
pero
menos
mal
que
han
traído
el
mejor
aliado
de
la
taza:
el
platillo.
¿Qué
sería
del
café
sin
su
platillo
para
poder

sostener
la
taza

sin
quemarnos
los
dedos?
¿Dónde
se
dejaría
el
sobre
de
azúcar
y
la
galletita?
Es
una
tarea
importante
para
el
platillo,
pero
hace
no
tantos
años,
el
verdadero
protagonista
era
él.

Puede
que
alguna
vez
hayas
visto
en
una
película,
fotografía
o
cuadro
que
el
platillo
del
café
tenía…
café.
Y
no
es
que
se
derramara
por
un
descuido,
sino
lo
que
se
usaba
de
una
manera
muy
inteligente
para
beber
el
propio
café.
Porque
sí,
antes
de
la
dictadura
de
las
tazas,
el
platillo
era
mucho
más
importante
a
la
hora
de
beber
café.
Y
es
algo
que
sigue
pasando
en
ciertas
partes
del
mundo.


El
platillo
.
Las
tazas
no
siempre
tuvieron
un
asa
que
permitía
sostenerla
cómodamente.
Esta
adición
en
el
diseño
llegó
en
forma
de
dos
asas
para
agarrar
con
ambas
manos,
pero
algo
muy
popular
seguía
siendo
el
platillo.
No
hay
que
pensar
en
el
típico
plato
de
café
actual,
que
es
extremadamente
plano
y
con
una
zona
específicamente
diseñada
para
sostener
una
taza
a
juego,
sino
como
una
especie
de
plato
hondo
en
miniatura.
Y
las
tazas
tampoco
eran
como
las
actuales,
que
suelen
tener
una
pared
recta:
solían
tener
un
borde
más
curvado.

Había
vajilla
similar
a
los
platillos
en
varias
zonas
de
Europa,
pero
en
el
siglo
XVIII,
la
Compañía
de
las
Indias
orientales
(tanto
la
británica
como
la
sueca
y
la
holandesa)
empezaron
a
importar
de
China
varios
bienes,
entre
los
que
destacaron
el

y
la
porcelana.
Dentro
de
esa
porcelana,
se
encontraban
unos
pequeños
cuencos
que
podían
servir
para
beber
un
líquido,
los
platillos.


Temperatura
.
Se

estima

que,
a
mediados
de
siglo
se
puso
de
moda
en
Inglaterra
y
Suecia
beber
el

en
un
platillo.
Hay
varias
obras
pictóricas
de
la
época
en
la
que
se
pueden
ver
a
personas
sosteniendo
la
taza
con
una
mano
mientras,
en
la
otra,
tienen
el
platillo
con
el
líquido,
llevándose
este
a
la
boca.
Parece
hasta
algo
antinatural,
ya
que,
teniendo
la
taza,
¿por
qué
no
beben
directamente
de
la
misma?

La
respuesta
tiene
que
ver
con
algo
práctico:
en
la
taza,
el

estaba
más
concentrado,
mientras
que
en
el
platillo
la
superficie
de
contacto
era
mayor.
Esto
permitía
que
el
líquido
tuviera
más
contacto
con
la
porcelana,
que
actuaba
como ‘disipador’
de
calor,
enfriando
la
bebida
para
que
esos
primeros
sorbos
no
abrasaran
la
lengua.
Eso
se
aplicaba
al
novedoso
té,
pero
también
al
café
y
los
platillos
empezaron
a
convertirse
en
un
accesorio
perfecto
para
los
juegos
de
té/café
entre
las
clases
pudientes.

Louis Marin Bonnet The Woman Taking Coffee 2003 49 Cleveland Museum Of Art Tif


¿Procedimiento?

Ahora
bien,
algo
que
no
está
muy
claro
es
qué
ritual
seguían
y
hay
varias
interpretaciones,
entre
las
que
destacan
que
se
llenaba
a
propósito
más
la
taza
para
que
desbordase
y
parte
del
líquido
cayera
en
el
platillo,
probando
primero
esa
porción.
No
parece
muy
cómodo,
pero
otra
teoría
es
que
el
comensal
era
el
que
vertía
algo
de
líquido
en
el
platillo
para
enfriarlo
y,
posteriormente,
devolverlo
a
la
taza
para
atemperar
el
conjunto.
Con
una
taza
actual,
se
desparramaría,
pero
debido
al
borde
curvado
de
las
tazas
de
porcelana
antiguas,
puede
tener
sentido.

Ahora
bien,
hay
otra
explicación
que
parece
la
más
sencilla
y
que
es
la
que
encajaría
más
con
los
cuadros
que
reflejan
esta
moda
de
la
época:
el
café
o

se
serviría
primero
en
la
taza
por
cuestiones
de
comodidad
y,
posteriormente,
quien
se
lo
fuera
a
beber
lo
iría
vertiendo
en
el
platillo,
bebiendo
directamente
del
mismo.
De
la
manera
que
sea,
el
objetivo
es
el
mismo:
enfriar
la
bebida
para
no
quemarse
la
boca.


Dricka

bit
.
Pero
quizá
lo
que
más
cerca
está
de
esa
forma «tradicional»
de
beber
el
café
sea
la
tradición
sueca
que
algunos
siguen

practicando
. ‘Dricka

bit’
es
algo
así
como «beber
con
un
terrón»
y
es
una
costumbre
bastante
interesante
que,
desde
luego,
tengo
ganas
de
probar.
Involucra
azúcar,
por
lo
que
en
una
cafetería
de
especialidad
mirarían
mal
si
lo
practicamos,
pero
es
algo
así:

  • Una
    vez

    preparado
    el
    café
    ,
    debemos
    echarlo
    en
    la
    taza
    y,
    de
    ahí,
    vertemos
    cierta
    cantidad
    en
    el
    platillo.
  • Soplamos
    porque
    el
    plato
    actúa
    de
    disipador,
    pero
    no
    es
    mágico
    y
    seguirá
    caliente.
  • Cogemos
    un
    terrón
    de
    azúcar
    y
    lo
    mojamos
    en
    el
    café.
    Acto
    seguido,
    parece
    que
    la
    idea
    es
    meterlo
    en
    la
    boca,
    pero
    sin
    tragar
    ni
    morder.
  • Por
    último,
    empezamos
    a
    beber
    café
    y
    es
    ahí
    cuando,
    en
    la
    boca,
    el
    terrón
    se
    terminará
    de
    deshacer.


No
parece
tan
extraño
.
Pero
algo
más
interesante
que
esta
forma
de
beber
café
es
que,
aunque
puede
haberse
perdido
en
ciertas
partes
del
mundo,
en
otras
sigue
siendo
una
práctica
común.
Un
ejemplo
son
los
contenidos
como
el
vídeo
que
tienes
sobre
estas
líneas
en
el
que
se
muestra
la
forma
tradicional
de
beber
café
en
India
y,
más
importante,
los
comentarios
de
personas
que
afirman
que
en
sus
comunidades
o
en
ciertas
zonas
se
sigue
haciendo
de
la
misma
manera.

En
otros

vídeos

se
pueden
ver
personas
haciendo
algo
similar.
Aunque
el
procedimiento
no
es
exactamente
igual,
algo
que
repiten
es
el

sorbo

a
la
hora
de
beber
el
café,
ya
que
así
se
termina
de
enfriar.
Y,
de
nuevo,
los
comentarios
de
personas
diciendo
que
se
lo
han
visto
a
sus
mayores.

De
la
manera
que
sea,
está
claro
que
el
platillo
se
ha
mantenido
en
los
juegos
de

y
café
para
con
otros
usos,
como
evitar
mancharse
cuando
lo
tomamos
sentado,
agarrar
la
taza
sin
quemarnos
o
para
servir
la
galletita
de
rigor.
Pero
ahora
tengo
ganas
de
ir
a
una
cafetería
y
poner
en
práctica
esta
forma
centenaria
de
tomar
el
café.

Imagen
|

Petr
Kratochvil
,

Cleveland
Museum
of
Art

En
Xataka
|

Dos
hermanos
gemelos
bebiendo
café
todos
los
días
bajo
pena
de
horca:
el «experimento»
sueco
del
siglo
XVIII