El destacado animador, guionista y dibujante de historietas argentino Juan Sáenz Valiente, quien acaba de estrenar en YouTube su corto “Hotel Recuerdo”, con el que marca su primera incursión en la dirección de cine, dijo a Télam que los artistas deben aceptar que cuando concluyen una obra ésta se les “va de las manos”.
“Hay que entender que, cuando se la termina, la obra se nos va de las manos y pasa a ser de los espectadores o lectores, quienes la interpretarán y completarán a su manera con su imaginación”, explicó el ahora también realizador, en referencia a la generosidad del escritor Pablo De Santis, autor del cuento en el que se inspira el corto.
Es que De Santis, con quien Sáenz Valiente realizó elogiadas historietas como “Cobalto” y “El hipnotizador”, prefirió no inmiscuirse en el proceso de “Hotel Recuerdo” y darle vía libre para hacer su propia versión.
El filme sigue a Enrico Padula, un italiano que en la década del ’40 queda varado en Buenos Aires y se hospeda en un hotel en el que todos los huéspedes recuerdan en sueños a personas o vivencias añoradas y ya olvidadas.
Padula comienza a soñar reiteradamente a su difunta esposa, pero el recuerdo está incompleto y pide ayuda a otro huésped del hotel, cuya habitación parece ser más efectiva.
Rodado en Buenos Aires en enero de 2018 y con un largo proceso de posproducción por medio del cual Sáenz Valiente “pintó” los oníricos fondos sobre los que van los actores mediante la técnica de “mate-painting”, el corto tuvo proyección en los festivales Linares Fantástico (México), Pulmón (Buenos Aires) y Festival de Cines y Artes Visuales de Bugarte (Colombia).
Desde anoche, está disponible de forma gratuita en su canal en YouTube.
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Télam: ¿Por qué elegiste este cuento para tu primera incursión en el cine?
Sáenz Valiente: Siendo dibujante de historietas, inevitablemente, cuando leo un cuento, al mismo tiempo pienso en cómo lo adaptaría a mi género. Pero si bien el libro resolvía impecablemente el misterio que planteaba al inicio, mi reflejo de adaptarlo se había topado con un gran inconveniente; el remate final imponía un ineludible obstáculo: el formato. Era una historia ideal para ser llevada al cine, pero imposible a historieta.
T: ¿Qué dirías que aporta tu larga trayectoria como dibujante de historietas a la hora de la realización de cine?
SV: Generalmente se suele filmar, y luego en la instancia del montaje, decidir qué queda y qué se descarta de todo el material obtenido y se le agrega el sonido y la música. Yo vengo de la formación del dibujo animado, donde el proceso es completamente inverso. Decidí seguir mis reglas y empezar por la música y el sonido, luego saqué fotografías de las locaciones buscando los ángulos indicados de los futuros planos y monté los planos bocetados basándome en las fotos sobre el sonido, garantizándome que todo funcione. Es decir, hice prácticamente un dibujo animado muy primitivo de la película. Cuando llegó la instancia del rodaje, ya tenía definido de antemano y con precisión dónde se situaba exactamente la cámara, cuánto duraba cada toma. Incluso algunas tomas debían ser cronometradas, para que coincidan con la música y la edición.
T: ¿Cómo y por qué decidiste trabajar la técnica del mate-painting?
SV: Es una técnica para generar escenarios inexistentes. Tradicionalmente se hacía pintando sobre un vidrio que luego, combinado ópticamente con elementos reales, hace que los actores parezcan estar introducidos en el decorado pintado. Pero no era mi intención recurrir a esta técnica. La historia de mi corto está ambientada a fines de la década del ’40 y la primera escena que filmábamos transcurría en la plaza del Congreso. Sabíamos que luego eso implicaría borrar las rejas que cercan actualmente al monumento, en posproducción, porque no estaban en esa época. Pero, unos días antes de filmar, nos encontramos con que la manifestación por la reforma jubilatoria de aquel fin de 2017 no sólo había dejado la plaza destruida, sino que también la habían llenado de rejas amarillas limitando el acceso. Ante la desesperación, dije “¡no es grave, yo reproduciré la plaza, pintándola a mano!”. Empecé a hacerlo (no sobre un vidrio sino digitalmente, como se hace hoy en día) y descubrí que este recurso me permitía darle una estética muy personal a los fondos. El resultado fue tan bueno que decidí expandirlo por todo el corto. Además era ideal para camuflar todos los aires acondicionados, teclas de luz, pasa-canales, cableríos y demás cosas que estaban actualmente en las locaciones pero no correspondían con la época, claro.
T: Los personajes buscan recuperar algo perdido en el pasado para reconstruirse en el presente. ¿Qué es para vos el olvido, el recuerdo y la nostalgia?
SV: Hace poco mi madre se mudó achicándose y me enchufó (con justa razón) todas las cosas de la baulera que yo había prometido llevarme. Cuando abrí las cajas misteriosas, me encontré con todos mis juguetes de la infancia. Un montón de cosas que había olvidado que recordaba; un montón de juegos de mi más temprana edad que, volví a deducir cómo funcionaban y, al encastrar las piezas me vino un recuerdo muy lejano de la primera vez que logré resolver el mismo desafío siendo prácticamente un bebé. La nostalgia tiene esa parte tortuosa y depresiva, pero qué linda es.