A 30 años del colapso de la Unión Soviética, la relación entre Rusia y Estados Unidos atraviesa uno de sus momentos más críticos, ya que Moscú exige que la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no extienda sus fronteras hacia las exrepúblicas soviéticas, como puede ocurrir con el caso de Ucrania.
Por segunda vez en tres semanas, el presidente estadounidense, Joe Biden, y su par ruso Vladimir Putin, mantuvieron el jueves una conversación telefónica para superar la crisis.
Aun así, las diferencias quedaron claras: Washington exige la reducción de tropas en la frontera ucraniana, donde Rusia mantiene 100.000 soldados, o de lo contrario amenaza con aplicar nuevas sanciones contra Moscú.
Sin embargo, Putin advirtió que si la Casa Blanca decide sancionarlos cometería un «error colosal», pues llevaría a la eventual ruptura de relaciones diplomáticas con ese país.
Según el asesor del Kremlin Yuri Ushakov, a pesar de las diferencias, el presidente ruso se manifestó satisfecho tras dialogar con Biden.
«Son dos gallos que se están enfrentando por una gallina. Al final terminarán heridos por los picotazos, pero no habrá enfrentamiento militar»Abraham Zylberman, profesor de Historia contemporánea
De todos modos, los rusos no están solo preocupados por lo que está ocurriendo Ucrania, sino que exigen que la OTAN no estacione refuerzos militares en las fronteras europeas que lindan con su territorio.
Para algunos analistas, este debate político anticipa los temas de la reunión que los dos países mantendrán el 10 de enero en Ginebra, representados por el viceministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergui Ryabkov, y la subsecretaria de Estado estadounidense, Wendy Sherman.
Se espera que Moscú negocie «garantías de seguridad» como condición previa a una disminución de tropas en la frontera con Ucrania, según el pedido presentado por las autoridades rusas el 17 de diciembre.
«Son dos gallos que se están enfrentando por una gallina. Al final terminarán heridos por los picotazos, pero no habrá enfrentamiento militar», dijo a Télam Abraham Zylberman, profesor de Historia contemporánea de la Universidad de Buenos Aires, especializado en el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial.
Para este académico, «desde la perspectiva de Rusia lo que Putin intenta hacer es recomponer la antigua Unión Soviética; con Ucrania todo empezó con la anexión de la península de Crimea en marzo de 2014».
No obstante, Rusia está enfrentado a Kiev desde que una revuelta popular derrocó al entonces presidente pro-ruso Víctor Yanukovich, quien culpó al exmandatario estadounidense, Barack Obama, por las marchas en su contra y por la sublevación de dos provincias en el oriente de ese país.
A continuación, Petro Poroshenko asumió la presidencia ucraniana y pidió la incorporación inmediata de su país a la Unión Europea (UE), tras lo cual Rusia invadió y anexó dicha península.
«Después hubo un plebiscito en Crimea y los habitantes quisieron seguir siendo rusos. Ucrania se convirtió en una parte de la Unión Soviética por una unión forzada, pues formaba parte del gran imperio polaco (siglo XVII y XVIII, destruido por los suecos y los rusos)», apuntó Zylberman.
Tras la anexión rusa de Crimea, grupos separatistas pro rusos tomaron los Gobiernos de las provincias de Donetsk y Lugansk en la región carbonífera del Donbass, fronterizas con Rusia, y pidieron ser anexadas por el país vecino.
Pero Putin rechazó una nueva unión, si bien respaldó políticamente a estas milicias y, según Washington y la UE, les transfirió armas y dinero para mantener vivo ese conflicto. A principios de diciembre, el jefe del Kremlin dijo que lo que sucede en el este de Ucrania se parece a un «genocidio».
En cuanto al probable ingreso de Kiev y de Georgia a la OTAN, Zylberman se manifestó escéptico y se preguntó si la Alianza Atlántica «va a aceptar a estos dos países».
En resumen, la situación se vuelve cada vez más peligrosa. Pero el Kremlin ha sido claro: «Si Occidente no logra contener a Ucrania e incluso la incita contra Rusia, Moscú adoptará medidas para garantizar su seguridad».
El analista recordó el caso de Turquía que «si bien es socio de dicha organización desde 1952, con la que mantiene un compromiso económico, actualmente mantiene una relación estrecha con Rusia».
La OTAN cuenta en la actualidad con 29 países miembros: Albania, Alemania, Bélgica, Bulgaria, Canadá, República Checa, Croacia, Dinamarca, Estados Unidos, Estonia, Eslovaquia, Eslovenia, España, Francia, Grecia, Hungría, Islandia, Italia, Macedonia del Norte, Montenegro, Noruega, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Noruega, Países Bajos, Polonia, Portugal y Reino Unido.
El Consejo Rusia-OTAN se creó en 2002 para promover la cooperación en áreas importantes como la lucha contra el terrorismo internacional. Pero desde 2008 la labor de este organismo se paralizó.
El límite que ha establecido Putin es que la OTAN no se extienda sus fronteras hacia otras exrepúblicas soviéticas que formaban parte del sistema defensivo ruso desde la época de los zares, en el siglo pasado.
Pero, también, hay otro tema de compleja solución: Moscú pide a Estados Unidos que renuncie recíprocamente al despliegue de armas nucleares fuera del territorio nacional, así como a repatriar el armamento ya emplazado.
En resumen, la situación se vuelve cada vez más peligrosa. Pero el Kremlin ha sido claro: «Si Occidente no logra contener a Ucrania e incluso la incita contra Rusia, Moscú adoptará medidas para garantizar su seguridad».