A
comienzos
del
mes
de
marzo
Neom
volvió
a
ser
noticia.
Las
imágenes
por
satélite
a
través
de
Google
mostraban
que
la
expansión
de
su
puerto
había
experimentado
una
transformación
significativa
como
parte
de
Oxagon,
la
“pata”
industrial
futurista
de
Neom.
Una
vez
más,
la
hipérbole
inundaba
un
proyecto
que
nació
exagerado
y
que,
quizás,
muera
exactamente
igual.
Sueños
y
caos.
Hemos
tratado
infinidad
de
veces
el
proyecto
que
tiene
entre
manos
Arabia
saudita.
Neom
es
un
ambicioso
proyecto
destinado
a
transformar
el
país
en
un
centro
global
de
tecnología
y
negocios,
el
mismo
que
enfrenta
serios
problemas
que
han
puesto
en
duda
su
viabilidad.
Como
veremos
a
continuación,
a
pesar
de
los
50.000
millones
de
dólares
ya
invertidos,
costes
descontrolados,
retrasos
masivos
y
un
modelo
de
gestión
plagado
de
ilusiones
y
ocultamiento
financiero
han
convertido
este
megaproyecto
en
un
desafío
monumental
para
el
príncipe
heredero
Mohammed
bin
Salman
(MBS).
Un
inicio
a
trompicones.
El
espectacular
evento
de
inauguración
en
octubre
en
la
isla
de
Sindalah,
con
la
presencia
de
celebridades
como
Will
Smith,
Tom
Brady
y
Alicia
Keys,
hoy
se
ve
desde
otra
perspectiva.
¿La
razón?
Se
ocultaba
una
realidad
menos
glamurosa:
las
construcciones
estaban
incompletas,
los
presupuestos
habían
sido
triplicados
y
el
propio
príncipe
heredero
se
ausentó
inesperadamente,
un
gesto
interpretado
por
muchos
como
un
signo
de
desaprobación.
No
solo
eso.
Semanas
después,
el
CEO
de
Neom
acabó
siendo
reemplazado,
y
un
nuevo
equipo
ejecutivo
tomó
el
control
en
un
intento
desesperado
por
enderezar
el
proyecto.
Promesas
futuristas
vs
realidad.
Qué
duda
cabe,
Neom
fue
concebido
como
una
ciudad
del
futuro
con
elementos
de
ciencia
ficción,
incluyendo
en
la
ecuación
a
The
Line,
ese
par
de
rascacielos
de
170
km
de
largo
y
500
metros
de
alto
(luego
recortado
en
el
presupuesto);
Trojena,
la
estación
de
esquí
en
el
desierto;
Oxagon,
una
especie
de
distrito
flotante
de
negocios
e
industrial;
o
Sindalah,
un
espectacular
resort
de
lujo
en
el
Mar
Rojo.
Sin
embargo,
la
realidad
ha
sido
muy
diferente.
Atrasos
de
más
de
tres
años
en
Sindalah,
que
aún
no
abre
sus
hoteles
ni
campo
de
golf,
mientras
Neom
tiene
que
hacer
frente
a
un
recorte
de
su
primera
fase,
lo
que
pone
en
riesgo
atraer
la
población
necesaria
para
justificar
la
inversión.
A
ello
hay
que
sumarle
los
costes
desbordados:
se
estima
que
Neom
costará
8.8
billones
de
dólares
para
2080,
más
de
25
veces
el
presupuesto
anual
del
país.
Plus:
los
desafíos
logísticos
evidentes,
ya
que
la
construcción
en
el
desierto
carece
de
la
infraestructura
básica
necesaria
(mano
de
obra,
carreteras,
puertos
y
electricidad).

El
mega
puerto
proyectado
para
Oxagon
Se
destapa
el
desastre
financiero.
Y
así
llegamos
a
la
noticia
de
esta
semana
que
ha
hecho
saltar
por
los
aires
la
viabilidad
del
proyecto.
Un
informe
interno
de
más
de
100
páginas,
revisado
por
The
Wall
Street
Journal,
ha
revelado
que
los
ejecutivos
de
Neom,
con
el
apoyo
de
la
consultora
McKinsey
&
Co.,
han
estado
alterando
las
estimaciones
financieras
para
justificar
el
aumento
de
costes.
Dicho
de
otra
forma:
el
informe
encontró «evidencia
de
manipulación
deliberada»
de
cifras
para
ocultar
el
gasto
real.
En
Trojena,
por
ejemplo,
cuando
el
coste
se
disparó
en
10
mil
millones
de
dólares,
en
lugar
de
reducir
gastos,
se
inflaron
las
expectativas
de
ingresos,
elevando
artificialmente
las
tarifas
de
hoteles
y
campamentos
de
lujo.
Hay
más.
Por
ejemplo,
la
tarifa
proyectada
de
un
hotel
boutique
pasó
de
489
dólares
a
1.866
dólares
por
noche.
Y
el «glamping»
de
lujo
subió
de
216
dólares
a
704
dólares
por
noche.
McKinsey,
que
ha
cobrado
más
de
130
millones
de
dólares
al
año
en
honorarios
por
Neom,
validó
estas
proyecciones
después
de
que
otro
asesor
se
negara
a
hacerlo,
según
la
auditoría.
El
papel
del
Príncipe.
Ya
contamos
hace
unas
semanas
que
el
proyecto
ha
iniciado
un
monumental
palacio
para
el
hombre
que
está
detrás
del
faraónico
proyecto.
El
príncipe
heredero
ha
estado
directamente
involucrado
en
cada
decisión
clave,
supervisando
diseños
arquitectónicos
y
promoviendo
ideas
inspiradas
en
videojuegos
y
películas
de
ciencia
ficción.
Algunas
de
sus
propuestas
incluyen
una
arquitectura «gravedad
cero»,
que
desafía
las
leyes
físicas;
o «El
Candelabro»,
un
rascacielos
de
30
pisos
suspendido
boca
abajo
desde
un
puente;
o
teatros
flotantes
entre
rascacielos
y
un
parque
de
atracciones
a
300
metros
de
altura.
Cuando
los
ingenieros
han
intentado
reducir
la
altura
de
The
Line
para
ahorrar
costes,
bin
Salman
rechazó
la
idea,
insistiendo
en
que
los
500
metros
de
altura
debían
mantenerse.
En
otro
caso,
cuando
el
arquitecto
original
de
The
Line,
Thom
Mayne,
quiso
expresar
preocupaciones
sobre
los
excesivos
costes,
los
ejecutivos
de
Neom
simplemente
bloquearon
su
acceso
al
príncipe.
Recortes
y
crisis.
Ha
sido
la
consecuencia.
Con
los
costes
fuera
de
control,
el
gobierno
saudita
ha
comenzado
a
modificar
los
plazos
y
expectativas.
La
construcción
inicial
de
The
Line
se
redujo
de
10
km
a
tan
solo
1.5
km.
Un
túnel
de
30
km
para
trenes
fue
cancelado
por
montantes
excesivos.
Finalmente,
la
meta
de
tener
la
primera
sección
funcional
para
2030
se
ha
retrasado
a
2034.
Dicho
esto,
y
a
pesar
de
las
medidas
adoptadas,
el
príncipe
y
el
fondo
soberano
saudita
siguen
apostando
por
el
proyecto,
aunque
han
comenzado
a
describirlo
como
“una
inversión
generacional”,
en
lugar
de
una
fuente
de
crecimiento
inmediato
para
Vision
2030.
El
tiempo,
por
supuesto,
dictará
sentencia,
pero
Neom
a
día
de
hoy
se
acerca
a
un
ejemplo
de
planificación
bastante
irrealista,
gasto
descontrolado
y
falta
de
supervisión
financiera.
La
ciudad
futurista
del
desierto,
concebida
como
la «revolución
civilizatoria»
del
príncipe
Mohammed
bin
Salman,
parece
estar
atrapada
en
un
choque
entre
fantasía
y
realidad,
y
a
pesar
de
los
miles
de
millones
invertidos,
su
éxito
sigue
siendo,
como
mínimo,
altamente
incierto.
Imagen
|
Google
En
Xataka
|
Quiénes
son
los
mayores
millonarios
de
España:
el
listado
de
las
diez
personas
más
ricas
del
país