Quienes disfrutamos de nuestro café caliente y negro como el infierno sufrimos un poco durante el verano. Hasta la tercera ola del café, la única forma de tomarlo frío consistía simplemente en echar la infusión recién hecha o enfriada sobre hielos. El resultado es una bebida aguada, sin la complejidad aromática del café que, para más inri, suele estar pasada de acidez y amargor. Afortunadamente, hay métodos para evitar este despropósito que nos garantizan una bebida refrescante que sí se merece formar parte del recetario cafetero.
Por qué mezclar tu café de siempre con hielo no es buena idea
Si ya pedir un café expreso en un local desconocido es toda una aventura, solicitarlo con hielo es casi lanzarse al vacío sin paracaídas. No hablamos aquí de las cafeterías de especialidad, por supuesto, donde los baristas expertos dominan cada paso y cada técnica para conseguir la bebida perfecta.
Porque el café es algo muy simple, y al mismo tiempo, extremadamente complejo. Son muchos los factores que intervienen en el proceso la infusión, y ninguno debe ser pasado por alto: el origen de los granos, el tipo de tueste, el grado de molienda, el método de infusión, la extracción… Según el resultado final buscado, habrá que escoger unos parámetros u otros.
Si queremos disfrutar de un café frío con hielo, de buen sabor, cuerpo y aroma, no podemos simplemente echar unos cubitos a nuestra bebida habitual, sea de cafetera italiana o un expreso de máquina. Es decir, sí podemos, y mucha gente lo hace sin más, pero si nos interesa degustar una bebida de calidad sin echar a perder esos granos de café de especialidad que nos molestamos en comprar, se merecen un trato un mejor.
El motivo más obvio es que va a terminar aguado. El hielo que enfría el café es agua, y al fundirse se diluye en nuestra infusión, diluyendo al mismo tiempo todo su sabor y aromas. Y si sueles usar café de tueste oscuro, muy apreciado en expresos calientes, dejará notas poco agradables al tomarlo frío.
Tres formas de hacer café con hielo sin aguarlo
Antes de entrar en materia hay que señalar la importancia de usar buen hielo. Es decir, con agua de calidad, limpia, congelada en moldes adecuados sin restos de aromas o sabores previos, y en un congelador totalmente limpio. Si esto no es posible, lo mejor es comprar hielo comercial profesional. Además, cuanto más grandes sean los cubitos, más lentamente se derretirán.
Lo más fácil: duplica el café
Si el café es una infusión de granos molidos y agua, y al añadir hielo sumamos más agua, una solución sencilla es aumentar la proporción de café. Hay dos formas de llevar esto a cabo.
- Con hielos de café. Hay que planificarse un poco para hacer la primera tanda de café, esperar a que enfríe y congelarlo en cubiteras, pero siempre podemos hacer una gran cantidad de golpe. Los hielos de café permiten elaborar otras bebidas también muy refrescantes, y son perfectos para los amantes del café con leche. Verter la leche o bebida vegetal fría en una copa llena de estos cubitos crea, además, un efecto visual muy llamativo.
- Con una coctelera. El barista y especialista en café Kim Ossemblok nos enseña una alternativa más instantánea. Solo hay que preparar dos expresos y verterlos en una coctelera donde hayamos depositado una buena cantidad de hielo, y el azúcar que nos guste. Se agita muy, muy bien, y se vierte al instante, logrando un café recién hecho pero frío, que además conserva su espuma.
Reduce el agua a la mitad
Es la misma idea, pero al revés, y una técnica que funcionará especialmente bien con cafeteras de filtro. También las cafeteras superautomáticas, y casi todas las monodosis, permiten ajustar el volumen de agua a utilizar sin que se vea perjudicada la cantidad de café, que también suele ser ajustable.
El resultado será un café mucho más concentrado, que suavizaremos al combinarlo con el hielo. Es recomendable servirlo recién hecho, así que lo más fácil es llenar el espacio donde caerá la infusión ya con hielos. Si usamos cafetera italiana, prensa francesa o una máquina automática, pondremos los hielos en las copas o vasos.
También es buena idea enfriar los recipientes al estilo de las copas de cóctel, removiendo unos primeros hielos hasta que empiecen a soltar agua, momento en el cual se desecha todo. Hay que usar hielos nuevos para ya enfriar el café, que puede caer directamente sobre ellos a medida que se produce la infusión.
Prepara un cold brew o infusión en frío
El cold brew fue la bebida de moda hace unos años, supuestamente la gran obsesión de los millennials o hipsters, según el medio que lo reseñaba. Superada la locura inicial, este tipo concreto de café ya está más que asentado en las cafeterías de especialidad, también con numerosas empresas dedicadas a su producción embotellada.
Hacer un cold brew en casa es muy sencillo, pero requiere su tiempo. Esta técnica es autoexplicativa: consiste en infusionar en frío el café. En un proceso que puede durar entre ocho y 24 horas, la bebida obtenida es sorprendentemente dulce, suave y muy aromática, con una bajísima acidez y nada amarga. Pero cuidado, pues tiene mucha más cafeína que un expreso.
Salvo que tengamos una cafetera o dispositivo especialmente diseñado para este sistema, solo necesitamos comprar el café en grano y molerlo al momento dejando una textura muy gruesa. De hecho, no debe parecer molido, conviene dejar trozos gruesos de grano, como piedrecitas. Si usáramos una molienda media o fina, solo obtendríamos un café pasado de extracción, muy astringente, imbebible.
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Con 250 g de café en granose puede infusionar 1 litro de agua, aunque esta elaboración se presta a hacer ajustes personalizados. Hay que mezclarlo todo, con agua del tiempo, y dejarlo en la cocina o en la nevera un máximo de 24 horas. Una vez bien filtrado, el café se puede diluir en más agua o leche, o tomar tal cual, frío de la nevera o añadiendo hielo, pues es tan aromático que no se aguará.
Recomendamos no añadir azúcar ni edulcorantes al café con hielo, pues además podría hacernos beber más de la cuenta sin darnos demasiada cuenta. En pleno verano es una bebida refrescante que sienta muy bien, y podríamos excedernos de las cantidades recomendadas de cafeína. Sí que admite un mayor juego con diferentes aromas, como un toque de zumo y corteza de limón, o incluso un poco de tónica, para darle un punto carbónico.
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