Si se quiere acortar más el tiempo de cocción, se puede dejar el arroz integral a remojo un par de horas, aunque esto puede hacer perder algo de sabor y nutrientes. Puesto que el ahorro es insignificante, lo podemos obviar.
Poner una olla grande, mejor si es alta, a calentar en el fuego con abundante agua, como si fuéramos a cocinar pasta. Como mínimo, seis o siete veces el volumen que vayamos a cocinar de arroz. Poner la tapa mientras se calienta para acelerar el proceso y evitar la evaporación.
Mientras tanto, poner el arroz en un recipiente, cubrir con agua fría y remover con la mano. Enjuagar, escurrir y repetir la operación tres o cuatro veces más. Escurrir bien desechando todo el agua.
Opcionalmente se puede potenciar el sabor tostado del arroz salteándolo en crudo uno o dos minutos en una sartén con un poco de aceite de oliva, a fuego bien fuerte. Se pueden agregar también unas especias a la sartén.
Cuando el agua de la olla esté hirviendo, añadir sal al gusto, y echar el arroz poco a poco solo cuando vuelva a hervir. Remover el fondo por si se hubiera pegado algún grano. Bajar el fuego para manenter una ebullición constante, pero controlada, y dejar cocer unos 20 minutos.
Comprobar el punto del arroz; debería estar ya tierno pero ligeramente crujiente en el centro, un poco al dente, como la pasta. Si estuviera crudo o muy duro, dejar cocer unos 2-5 minutos más. Si ya está listo, apagar el fuego y escurrir sobre un colador. Hay que jugar un poco con el tiempo según nos guste la textura final.
Remover bien con una cuchara, con suavidad, para desechar todo el agua. Volver a echar a la olla caliente pero seca, y dejar reposar unos 5-10 minutos para que termine de cocerse y se evapore toda la humedad sobrante. Vigilar bien que no se pase y trasladar a una fuente o recipiente frío para servir.