Un ciclo con ocho películas del cineasta japonés Akira Kurosawa, se verán en la Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba), los jueves de enero de 2024 en el marco de la conmemoración de los 125 años de relaciones de amistad entre Argentina y Japón.
Organizado por Malba Cine y la Embajada de Japón, se proyectará una selección de filmes de Kurosawa en 35mm, considerado uno de los directores más importantes de la historia del cine.
El ciclo comienza el jueves 4, a las 19, con “Rashomon” (1950), sindicada como la película que abrió el mercado occidental al cine nipón; luego a las 21 se verá “Trono de sangre” (1957), que traza un paralelo entre la Escocia y el Japón medieval desde la adaptación de “Macbeth”, de William Shakespeare.
El 11 de enero, a las 19, será el turno de “Los siete samuráis” (1954), en donde se narra la defensa de un poblado a cargo de samuráis dispuestos a luchar por los habitantes de una aldea campesina.
El 18, a las 19, se proyectará “Vivir” (1952), en donde Kurosawa toma como inspiración la novela «La muerte de Iván Ilich» de León Tolstói, para contar la vida de un hombre que se da cuenta de que ha desperdiciando el tiempo al enfrentarse al final de su vida. Luego, a las 22, “El cielo y el infierno” (1963), está centrada en un ejecutivo al que le secuestran un hijo y le piden una suma millonaria, pero los delincuentes cometieron un error y el secuestrado es el hijo de su chofer.
Por último, el 25, a las 18, se verá “La fortaleza oculta” (1958), una comedia de aventuras en donde imprevistamente, dos soldados desarrapados serán los responsables de liberar a una princesa.
A las 20.30 será el turno de “Yojimbo” (1961), en donde un ronin (samurai sin amo), ofrece sus servicios a uno y otro bando en luchas, con la intención de enfrentarlos; y el cierre del ciclo será a las 22.30 con “Sanjuro” (1962), que cuenta la historia de un grupo de jóvenes que decide presentar una acusación de corrupción ante la autoridad de la ciudad, pero esa acusación es su sentencia de muerte, hasta que un samurái los ayuda no solo a conservar sus vidas, sino a acabar con el poder corrupto.