Apoyado por el sindicalismo K, Pablo Moyano se diferencia de los “Gordos” y planea dirigir la CGT en soledad

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Mucho se habló, con idas y vueltas, con dudas y desconfianza, de la reciente movilización de la CGT. Una “marcha contra nadie”, como definieron algunos por la difusa consigna convocante, aunque entrelíneas salió a la superficie una “marcha de la bronca” de otros sectores sindicales vinculados al kirchnerismo/cristinismo duro. Durante varias semanas, después de anunciarse la movida sindical tras una larga siesta obrera frente a la crisis, los caciques cegetistas hicieron piruetas dialécticas para explicar contra quién era la protesta: formadores de precios, empresarios avaros y especuladores, maniobras oscuras que disparaban la inflación… Nadie con nombre y apellido.

Hubo que esperar hasta el miércoles 17 de agosto para sacarse las dudas y observar el panorama callejero que dejó la marcha. Qué posicionamiento tuvo, por un lado, el triunvirato de la CGT que componen Héctor Daer, Carlos Acuña y Pablo Moyano; y qué sindicatos aportaron más soldados a la movilización. En principio no estaba previsto un acto tradicional, un palco con invitados, oradores y lectura de un documento. Pero, sin embargo, temprano hubo sorpresas: Moyano, rodeado de la brava militancia camionera, se subió a un remolque e improvisó un breve discurso.

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Pablo, el “salvaje”, como lo apodan dentro del mundo sindical a uno de los hijos de Hugo Moyano, pegó duro contra sectores empresarios, medios de comunicación y lanzó una advertencia al propio Gobierno del Frente de Todos: “Alberto, poné lo que tengas que poner ante los especuladores. No podemos seguir con estos niveles de inflación. Sentá a estos tipos, poné las multas que tengas que poner que los trabajadores te vamos a bancar. Sacá ese bono o la suma fija para los trabajadores que no llegan a fin de mes y mantené las paritarias libres; que la asignación llegue a todos los trabajadores”, gritó Pablo, acompañado por el canillita Omar Plaini.

El secretario adjunto de Camioneros Pablo Moyano fue uno de los impulsores de la marcha de centrales sindicales en el centro porteño (Foto: NA - Marcelo Capece).
El secretario adjunto de Camioneros Pablo Moyano fue uno de los impulsores de la marcha de centrales sindicales en el centro porteño (Foto: NA – Marcelo Capece).

A esa hora, otras columnas de trabajadores comenzaban a juntarse en el centro porteño. Las principales avenidas se convertían en playas de estacionamiento con micros rentados. El humo de las parrillas brotaba en varias esquinas. Primera parada para arrancar la movilización: el Obelisco. Ahí llegaron más tarde los principales dirigentes de la mesa chica. Daer, Acuña y Moyano se pusieron al frente, rodeado de otros viejos conocidos de la CGT, y caminaron pocos metros. “Para la foto”, solo eso. Quedaron en encontrarse a las 16 en el sindicato de judiciales, para una conferencia de prensa. Clima frío, como el invierno de Buenos Aires.

Conferencia de prensa con mensajes entrelíneas y diferencias marcadas por Moyano

En ese encuentro con los periodistas, también breve, no pareció haber posiciones comunes. En las respuestas, claro. Pablo Moyano volvió a mostrarse como el más combativo. En sintonía con los apoyos que va juntando para despegarse de los sectores vinculados a los “Gordos” e independientes (Daer, Acuña, José Luis Lingeri, Gerardo Martínez, Armando Cavalieri, Andrés Rodríguez) e impulsar su propio plan para quedarse en 2023 en soledad con el sillón de Azopardo 802. Claro, Moyano cuenta con el respaldo del kirchnerismo cristinista y La Cámpora.

En clave sindical esa línea de renovación la integran la Corriente Federal de los Trabajadores, liderada por Sergio Palazzo (bancarios) y Vanesa Siley (judiciales) y el Frente Sindical para el Modelo Nacional (Fresimona). Un actor clave en ese armado es el líder del Sindicato de Curtidores, Walter Correa, recientemente designado ministro de Trabajo bonaerense. Hombre ultraK, de muy buena relación con Cristina y Máximo Kirchner, aterrizó en el gabinete del gobernador Axel Kicillof en reemplazo de la economista Mara Ruiz Malec, quien se fue a la AFIP para controlar la recaudación de las obras sociales.

El gobernador Axel Kicillof acompañado por la saliente ministra de Trabajo, Mara Ruiz Malec, y su reemplazante, Walter Correa (foto: Telam)
El gobernador Axel Kicillof acompañado por la saliente ministra de Trabajo, Mara Ruiz Malec, y su reemplazante, Walter Correa (foto: Telam)
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Seguramente los “Gordos” saben esto y no se quedarán de brazos cruzados para facilitarle el avance al cristinismo sindical. Por ahora les alcanza para sostener al moderado ministro de Trabajo, Claudio Moroni, uno de los pocos albertistas que sobreviven en el Gabinete nacional, con quien tienen buena llegada. El ascenso de Correa, en verdad, encendió las alarmas en la vieja guardia cegetista. Pero en la conducción de la CGT siempre se cuentan los porotos y, por ahora, los congresales alineados con los sindicatos k no alcanzarían para dar el golpe de palacio.

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Por estas horas y disipado el humo que dejó la atípica marcha de la CGT, lo importante que se viene es este lunes 22 con la reunión del Consejo del Salario. En los últimos días pareció cerrarse un antídoto para mitigar la inflación y el deterioro de los sueldos, otorgando un bono de suma fija por única vez, no remunerativo, sin afectar el sistema de paritarias libres.

De mínima esto, pero los sindicalistas quieren comprometer al ministro Sergio Massa y su equipo que garanticen la disponibilidad de los fondos de las obras sociales. Especialmente que se cumpla lo prometido hace un año por el presidente Alberto Fernández, que se iba a cubrir el déficit que tienen con la cobertura de transporte y educación para trabajadores discapacitados. Si no hay acuerdos rápidos, la próxima marcha de la CGT pueda tener otras consignas más claras, con nombres y apellidos.