Pese a lo guionizado que parecen algunas partes del programa, lo cierto es que MasterChef funciona porque puede perder cualquier concursante. Por muy bien que cocines, un error te lleva directo a la calle.
En un programa con bastante ritmo hemos visto como Dafne Fernández, una de las concursantes a prori más fuertes, ha pasado de ganar la primera prueba y capitanear un equipo a ser expulsada. Y todo por no saber usar las ventajas con las que contaba. Pero vayamos por partes.
En la primera prueba, el piragüista Saúl Craviotto, ganador de la anterior edición de MasterChef celebrity, ha sido el encargado de repartir un plato a cada concursante con la patata como protagonista. En una hora, los aspirantes han tenido que cocinar platos clásicos como las patatas a la riojana, a la importancia o panaderas, con niveles de dificultad muy distintos. Había incluso patatas suflé, un plato muy técnico, con el que ha tenido que lidiar Iván Massagué.
En general, se han presentado platos bastante decentes, aunque han destacado el brazo de gitano de patata y atún de Santiago Segura, el pastel de patata con carne picada –o hachis parmentier– de Boris Izaguirre y el parmentier de patata con huevo poché de Dafne Fernández, que se ha llevado los 4.000 euros de premio del programa, que ha donado a Open Arms, una de las ONG que realiza rescates en el Mediterráneo.
Las mil caras del atún
En la prueba de exteriores, los aspirantes han viajado a la costa gaditana de Barbate para conocer la pesca de almadraba, con la que se lleva capturando el atún rojo durante milenios. El chef Ángel León (maestro del restaurante Aponiente, con tres estrellas Michelin) ha enseñado a los concursantes a despiezar el atún -el legendario ronqueo, una técnica de origen japonés– y ha diseñado dos menús degustación, con seis platos cada uno, que los aspirantes han tenido que elaborar para pescadores, chefs y otros trabajadores de la industria del atún rojo de almadraba.
La ganadora de la primera prueba, Dafne Fernández, ha tenido que escoger a los concursantes que, a su juicio son más débiles y, por sorpresa, le han comunicado después que así se dividirían los equipos. Lo cierto es que los equipos no parecían en realidad tan descompensados. El grupo de los «débiles», formado por Jaime Nava, Boris Izaguirre, Antonia del Atte, Mario Vaquerizo, Santiago Segura y capitaneado por Carmen Lomana, por ser considerada la peor concursante, se ha enfrentado al de los “fuertes”, formado por Ona Carbonell, Paz Vega, Iván Massagué, María Castro y Oscar Higares.
El menú diseñado por León era bastante complejo, con platos como atún Wellington, callos de atún y todo tipo de guisos y asados con las distintas partes del pescado. Las distintas elaboraciones se servían en un bufé, en el que los concursantes han tenido que convencer a los comensales –a gritos, claro– para que eligieran sus platos.
Teniendo en cuenta la dificultad de las recetas, el nivel general ha sido bastante bueno, pero se han cometido errores en ambos equipos. Si Dafne Fernández hubiera escogido otros grupos más descompensados (a su favor), su equipo de los «fuertes» habría ganado la prueba. Pero no ha sido así, tanto Lomana, como Segura o Vaquerizo, concursantes considerados débiles por la ganadora de la primera prueba, han presentado platos estupendos, lo que les ha permitido librarse de la eliminación.
Jaime Nava, pese a estar en el grupo ganador, se ha llevado también el delantal negro, por no haber sabido sacar adelante su plato, una chistorra de atún que ha acabado reconvertida en minihamburguesa.
Eliminación en salazón
Antes de que comenzara la prueba de eliminación los concursantes con el delantal negro han podido elegir por consenso a un miembro del grupo para librarse de la prueba, y, en una decisión inexplicable -como apuntaba Segura-, se ha salvado Iván Massagué, «porque estaba sometido a mucha presión».
Ahora sí ha comenzado la prueba, una de las más clásicas de MasterChef: la subasta. Los concursantes podían pujar por distintos productos en salazón como arenques, mojama, cecina de caballo, o huevas de maruca. Cada alimento tenía unos minutos de salida y, para obtenerlos, los concursantes tenían que restar tiempo de sus 90 minutos de cocinado.
Ha habido varios enfrentamientos y muchos concursantes se han quedado con muy poco tiempo para cocinar sus productos: los que menos María Castro y Oscar Higares, que solo han tenido media hora para elaborar bonito y bacalao, respectivamente.
Los aspirantes han servido sus preparaciones a los exconcursantes de MasterChef Junior, que no se callan una. Sobre todo un tal Lucas, que se ha quedado a gusto usando calificativos como «pobre» o «esto lo sirven mejor en el bar de debajo de mi casa».
Se han librado de la quema Paz Vega, con un buen plato de pasta carbonara con huevas; María Castro, con una ensalada de bonito que ha recibido bastantes elogios y Ona Carbonell, que ha preparado una mojama aliñada sencilla pero efectiva.
Peor suerte han corrido los concursantes que han cocinado sus salazones: Oscar Higares, que ha preparado una ensalada de bacalao desmigado y Dafne Fernández, que ha presentado una lasaña de cecina de caballo, excesivamente salada.
Aunque los dos platos eran malos, la ensalada se disimulaba más y, sorprendentemente, los jueces han expulsado a Dafne, que ha pasado de ganar la primera prueba a dejar el concurso. Al menos se ha librado se seguir en el programa con un embarazo de seis meses.