Para que nuestro sándwich pueda ser consistente y aguante el peso de los ingredientes, conviene que uséis un pan de molde tipo rústico, mejor si es casero e integral, y que tostéis el pan para que sea más firme. Una vez tostado, pondremos una cucharada de mostaza en una rebanada y en la otra haremos la misma operación con mayonesa, extendiéndolas con un cuchillo.
Seguidamente cortamos el tomate en rodajas finas y colocamos tres de ellas en cada sándwich, sobre la rebanada con salsa mayonesa. Sobre los tomates, colocamos abundantes hojas de las variedades de lechugas que hayamos elegido. Yo he querido darles el toque crujiente y ligeramente amargo de los canónigos pero podéis utilizar las que tengáis en caso porque esta receta es excelente para el aprovechamiento de los restos de nevera.
Normalmente cuando en casa hacemos pollo asado, o cuando preparamos pavo o cualquier otro asado de volátiles, preferimos comernos los muslos, contramuslos y alas, ya que resultan muy jugosos y guardamos las pechugas para estos menesteres, porque para sándwiches resultan perfectas. Para ello cortamos lonchas de pechuga con el cuchillo como veis en las imágenes y las guardamos en un tupper en la nevera.
Finalizamos nuestro sándwich de pollo y canónigos cubriendo todas las hojas con dos o tres rodajas de pechuga de pollo y cubriendo con la rebanada de pan que habíamos untado con mostaza. Al morder este sándwich se mezclan los distintos sabores y es una auténtica delicia. Opcionalmente, podéis añadir rodajas de manzana muy muy finas cortadas con mandolina y os gustará su contraste.
Con qué acompañar el sándwich de pollo y canónigos
Este tipo de recetas de merienda cena, como el sándwich de pollo y canónigos, resultan ideales para tomar viendo la tele con una bandeja sobre las rodillas. Complementadas con una o dos piezas de fruta, no necesitaréis más para disfrutar de un evento televisivo o una reunión familiar.