Avanza el encarecimiento de la canasta básica de alimentos

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La cadena de comercialización presenta distorsiones. En la ruta de las frutas y las hortalizas existen asimetrías en perjuicio de los productores y consumidores.

La afirmación surge de un informe elaborado por el Centro de Estudios Económicos Scalabrini Ortiz (Ceso) que cuantifica el desequilibrio de precios entre productores e intermediarios, al señalar que el productor de frutas retiene apenas el 20% del precio final pagado por los consumidores en supermercados e hipermercados.

Este relevamiento que toma a septiembre del año pasado como período de análisis concluye que “una mayor apropiación del valor por parte de los productores” les permitiría, mejorar las técnicas de producción, invertir mayor capital para producir con mayor capacidad y calidad en los alimentos, además de “mejorar las condiciones de vida de los pequeños productores”.

Antes de la irrupción de las grandes cadenas de supermercados, que comienzan a detentar más poder de negociación al suprimir eslabones, una investigación publicada en la Revista de Economía y Estadística de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC concluye que la dinámica de comercialización del mercado mayorista tenía visos de competencia perfecta.

El sistema de comercialización de frutas y hortalizas en la ciudad de Córdoba se encontraba conformado por productores, mayoristas y minoristas de origen nacional. Mientras que la municipalidad controlaba el Mercado de Abasto, cobrando alquileres uniformes por establecimientos de similares dimensiones.

En efecto, la estructura de costos de las empresas mayoristas era prácticamente la misma, no existían grandes empresas líderes que ejercieran presiones monopólicas y, por estar concentradas geográficamente, había transparencia de la información respecto a cuánto compra la mercadería el mayorista y a cuanto la vende (a comerciantes minoristas, supermercadistas locales y al sector gastronómico).

En consecuencia, los precios eran prácticamente uniformes, de acuerdo a la investigación citada. A nivel minorista existía una gran cantidad de pequeños comercios que se abastecían del Mercado de Abasto y vendían a valores similares. Al igual que en el otro segmento no había ninguna empresa líder con el poder de fijar precios, por el contrario tomaban los fijados por el mercado en el eslabón anterior del proceso de comercialización.

A partir de mediados de la década del setenta producto de leyes permisivas para firmas foráneas como la ley de inversiones extranjeras Nº 21.382 (redactada por Martínez de Hoz y modificada por Cavallo, que otorga los mismos derechos a una empresa extranjera que a una nacional, desregulando los giros de utilidades a las casas matrices) se asientan y expanden las cadenas de supermercados de la mano del capital extranjero.

Con ello se transforma la dinámica comercial de frutas y hortalizas en Córdoba y el país. En donde se rompe el equilibrio antes mencionado y el poder de negociación se desplaza hacia las grandes firmas que copan el mercado minorista y establecen relaciones directamente con los productores, compran grandes porcentajes de la producción en la tranquera a un precio reducido, aprovechándose de la necesidad del productor y la imposibilidad que tiene de preservar alimentos altamente perecederos.

Esta irrupción transforma todo el circuito. Por un lado, las grandes cadenas generan estrategias de integración vertical y horizontal, logrando autoabastecerse de frutas y verduras. Por otro lado, las bocas de expendio les permiten llegar a un elevado porcentaje de consumidores (que en el anterior esquema se abastecían del pequeño minorista nacional), en consecuencia, canalizan gran parte de la producción. Esto repercute negativamente en el volumen de productos disponibles en el mercado mayorista. Esta restricción de la oferta de frutas y hortalizas hace al alza de los precios en el sector mayorista.

En efecto, el mercado mayorista compra las frutas y verduras a un precio mayor del que las consiguen los supermercados. Sin embargo los precios de las verdulerías de barrio no varían significativamente respecto a los de las grandes superficies, esto da cuenta de la fuerte remarcación de las grandes cadenas que toman como referencia el precio del circuito mayorista pese a que su estructura de costos es distinta.

Fuente: La Nueva Mañana