Uno de los problemas a los que se enfrenta quien conduce un coche eléctrico a la hora de recargar fuera de casa es el de los puntos de carga rápida que no funcionan.
A veces es un fallo técnico y otras sencillamente porque han cortado los cables. De momento, no es un problema endémico y muy extendido en nuestro país, pero sí real.
Cada cierto tiempo aparecen unos puntos de carga sin cables porque alguien los ha cortado y se los ha llevado. Ya sea en España, Reino Unido o Estados Unidos, ninguna estación de carga parece estar realmente protegida, ni siquiera las de Tesla.
A principios de año, la estación de Superchargers Tesla de Oakhurst, en California, se quedó inoperativa al poco tiempo de su inauguración. Alguien había cortado y se había llevado los cables de todos los cargadores. Presumiblemente, por el cobre, aunque también podría ser simplemente vandalismo.
A por el cobre de los cables de carga
En el Reino Unido, por ejemplo, el robo de cables de carga rápida para coches eléctricos parece estar cobrando más fuerza que el robo de los catalizadores. Estos cables son un componente esencial de la movilidad eléctrica. Sin ellos, no hay manera de cargar de forma rápida el coche.
El hecho de cortar cable de un cargador rápido, a priori sólo tiene dos motivos. Y es que un cable cortado de cargador rápido no tiene ninguna utilidad fuera de ese cargador.
El primer motivo es el vandalismo. Al igual que algunas personas aparcan su coche térmico en un cargador para eléctricos, al cortar el cable, impiden la carga de un coche eléctrico.
Aunque me temo que la mayoría de las veces quien aparca en un punto de carga es por pura y egoísta comodidad, no creo que haya una voluntad deliberada de molestar. La molestia ocasionada a otros es un subproducto de su egoísmo.
Y el segundo es el cobre. Parece la razón más obvia. Actualmente, el precio del cobre limpio en las chatarrerías se sitúa entre 6 y 8 euros el kilo en España, mientras que en Estados Unidos está entre 2,75 dólares y 2,90 dólares la libra (unos 453 gramos).
Y en un espeso cable de cargador rápido podría haber hasta dos kilos de cobre. De hecho, en un hotel de Reno, Nevada, los ladrones destriparon in situ el cable cortado para llevarse el cobre.
¿Existe alguna solución?
Más allá de la presencia de un vigilante o de cámaras de seguridad, ninguna empresa ha propuesto una solución eficaz para impedir el robo de los cables. Estos siguen estando visibles y al alcance de cualquiera.
Una posible solución pasaría por rediseñar los puntos de carga y que mientras no se activa vía una app el punto de carga, no se pueda acceder al cable de carga guardado detrás de una trampilla por ejemplo.
Una de las soluciones en nuestro país ha sido la de los registros de compraventa de este tipo de materiales. Ha puesto un notable freno al descontrol que reinaba hace unos años. Aun así, los robos siguen existiendo y algunas chatarrerías no están por la labor de controlar la procedencia del cobre que les llega.
Otra solución sería endurecer aún más la legislación sobre los registros en las chatarrerías. Desde la Asociación de Usuarios de Vehículos Eléctricos, o AUVE, creen que el particular solo debería poder vender cobre en formato original, sin limpiar y que los cables vayan marcados con código de propietario.
“Si el propietario no coincide con el código o adjunta factura, pues no se le paga, sólo tiene permiso a depositar el cobre en el chatarrero para su gestión como residuo. Si no regulan eso difícilmente se va a acabar el mercado negro”.