Ya estamos invadidos por el espíritu navideño, ¿es bueno o malo para los niños vivir la Navidad con tanta anticipación?

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Si atendemos al calendario, queda más de un mes y medio para que comience la Navidad, pero si nos colamos en muchos hogares con niños pequeños probablemente la magia ya haya comenzado a inundarlo todo.

No en vano, un día después de la noche de Halloween las redes sociales comenzaron a llenarse de memes, chistes y comentarios aludiendo a esta esperada cuenta atrás navideña.

Mis hijos son un claro ejemplo de esta ilusión desbordada y en tan solo dos días han pasado del ‘Truco o trato’ al ‘Burrito Sabanero’, y a preguntarme de forma insistente cuándo decoraremos la casa para la Navidad.

Pero no todas las personas son partidarias de dejarse invadir por el espíritu navideño tan pronto, e incluso hay quien opina que en cierto modo podría perjudicar a los niños; un tema que, sin duda, nos invita a reflexionar.

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Cuando la magia de la Navidad atrapa por anticipado a niños y adultos

Navidad

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Siempre he disfrutado mucho la Navidad, pero desde que soy madre lo hago más intensamente. De la Navidad me gusta todo; desde las cosas más triviales, como los dulces, la decoración, el olor a humo de las chimeneas o el regalar a la gente que quiero, hasta lo verdaderamente importante, como es ver a toda la familia reunida y disfrutar de las caritas de ilusión desbordada de mis hijos.

Pero sin duda son los niños quienes viven esta época del año de una forma más apasionada, disfrutando del ambiente y los preparativos, y maravillándose con cada detalle que descubren y que les acerca un poquito más a esta fecha tan especial.

Sin ir más lejos, hace unos días mi hijo de seis años comenzó a dar saltos de alegría en el supermercado cuando se percató de que habían dedicado todo un pasillo a los turrones y dulces.

Me miró con sus enormes ojos chispeantes de emoción y me preguntó: «¡¿significa esto que ya es Navidad?!». Me tocó explicarle que para la Navidad falta todavía un tiempo, a pesar de que las tiendas y los escaparates muestren una realidad distinta.

Sin embargo, poco le importó lo que le conté, pues nada más llegar a casa se disfrazó junto a su hermana de elfo de la Navidad y los dos pasaron la tarde cantando villancicos a pleno pulmón al son de una pandereta y contándose emocionados cómo deseaban celebrar este año las fiestas.

«Ojalá esta Navidad podamos juntarnos con los tíos, los primos, los abuelos y nuestros amigos. Ojalá el coronavirus ya haya pasado» – le decía mi hija a su hermano, mientras yo los escuchaba detrás de la puerta con la emoción contenida.

En este momento me di cuenta de que aunque indudablemente, uno de los aspectos más atractivos de la Navidad para los niños son los regalos, la pandemia nos ha hecho a todos darnos cuenta de cuáles son las verdaderas prioridades.

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Pero mientras llega el momento de juntarnos y celebrar, mis hijos (y me consta que muchos de sus amiguitos) ya han comenzado a «calentar motores», sin importar lo que diga el calendario.

Como madre, no solo me deleito contemplando su inocencia y felicidad, sino que me gusta contribuir a hacer cada día más grande la alegría e ilusión por esta cuenta atrás; una cuenta atrás que dicho sea de paso, yo también disfruto enormemente.

Por eso ya estamos pensando ideas para elaborar nuestro propio calendario de adviento, preparando juntos el atrezzo de nuestras felicitaciones navideñas y buscando el hueco perfecto para nuestro árbol de Navidad. ¡Y todo ello mientras resuenan los villancicos por toda la casa!

Porque soy de la opinión de que si todas estas cosas nos hacen felices, ¿por qué esperar a que una fecha en el calendario nos dicte cuándo debemos comenzar a disfrutarlas?

La sensación de vivir permanentemente «esperando algo»

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Sin embargo, no todo el mundo comparte mi visión y son muchas las personas que tienen la sensación de que vivimos permanentemente con la vista puesta en el futuro, esperando siempre que pase algo.

«Acaba Halloween y nos ponemos con la Navidad. Cuando acabe, pensaremos en Carnaval o Semana Santa. La sensación es que siempre estamos esperando algo que nos motive, en lugar de vivir más el presente», reflexionaba una amiga.

Según ella, esta sensación se la acabamos trasladando a los niños, quienes acaban irremediablemente engullidos por la vorágine que envuelve a nuestra sociedad.

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De hecho, no hay más que echar un vistazo a los supermercados, escaparates y catálogos publicitarios para darnos cuenta de que entre todos hemos robado a la Navidad su verdadera esencia, en detrimento de un consumo desmedido que cada año parece comenzar antes.

«Los dos meses previos a la Navidad los niños empiezan a ser bombardeados con anuncios de juguetes, provocando en ellos un ansia desmedida mucho tiempo antes de que llegue realmente esta fecha», comentaba otra madre.

Aunque nunca antes me había planteado el inicio precoz de la Navidad desde esta perspectiva, he de reconocer que sus opiniones me han hecho reflexionar.

Y tú, ¿eres de los que abre la puerta al espíritu de la Navidad nada más comenzar noviembre, o por el contrario, prefieres esperar más tiempo antes de dejarte invadir por su magia?

Fotos | iStock

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