Los adolescentes se van a la cama a deshora y con el móvil en la mano, sobre todo en vacaciones, un hábito que puede terminar provocando vamping tecnológico. Este fenómeno, del que se habla desde hace años, provoca la pérdida de horas de sueño por estar frente a la pantalla y, tras el confinamiento y con la llegada del verano, es más posible que el problema se agrave o atrape a los adolescentes.
Así lo consideran los expertos, que advierten de consecuencias «nocivas» para la salud mental y física de nuestros hijos, por lo que recomiendan a los padres que impongan límites en el uso de los dispositivos móviles.
«El vamping se agrava en vacaciones de verano»
El confinamiento que supuso la pandemia del coronavirus ha aumentado mucho el número de horas que los jóvenes pasan con el móvil o la tablet, y los expertos alertan de sus efectos negativos.
«Con la desescalada surgen otras acciones más sociales, de contacto, pero quedará mucha de esa actividad nocturna porque se trata de una conexión que no es solitaria, la hacen con otros».
Es la opinión de José Ramón Ubieto, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). El también docente de la UOC e investigador del grupo Cognitive NeuroLab y del instituto Brain 360, Diego Redolar, añade que, con la finalización del curso, las rutinas «se ven diluidas» y, por tanto, el vamping se ve más «agravado».
De ahí que insista en la importancia de las rutinas, de «establecer horas fijas para acostarse y levantarse».
Además, José Ramón Ubieto añade la conveniencia de «negociar y establecer momentos en los que no se pueda usar las pantallas».
Un estudio sobre el tema de 2020 concluyó que el 81,5 % de los jóvenes modificó sus ritmos de sueño y muchos tuvieron problemas para conciliarlo durante la pandemia.
Algunos adolescentes llegan a recibir o enviar hasta 100 mensajes diarios a través de sus dispositivos móviles y, aunque los investigadores reconocen que los nervios o la preocupación por la Covid-19 pudieron afectar, pero también apuntan al uso exagerado de dispositivos tecnológicos durante la noche.
Pero esta problemática no debe achacarse solo al año de pandemia, según los expertos de la UOC, sino que en años anteriores casi el 70 % de los adolescentes españoles no dormían las horas suficientes, entre ocho y diez; que más del 60 % de los adolescentes tenían su móvil en la habitación cuando se iban a la cama, y que hasta el 80 % estaban una o dos horas consultando la pantalla cuando sus padres pensaban que estaban durmiendo.
La falta de sueño ralentiza el crecimiento
Dicen los estudios que los adolescentes de todo el mundo duermen hasta una hora menos que hace un siglo. Según Diego Redolar hay muchas pruebas de que la falta de sueño no solo provoca irritabilidad, cansancio, dolor de cabeza o falta de atención, como en los adultos, sino que tiene efectos en el crecimiento.
«Hasta los 20 o 25 años, el sistema nervioso no está desarrollado, y hay que cumplir una serie de hitos; si no se duermen las horas necesarias, además de las consecuencias para la persona adulta, estamos olvidando algo muy importante para el desarrollo cerebral».
La luz de las pantallas en horas en las que se debería estar durmiendo, relata, «envía al cerebro información contradictoria» que puede afectar a diferentes sistemas del organismo y a la regulación de nuestros ritmos endógenos.
El profesor José Ramón Ubieto señala que lo que mantiene despiertos a los jóvenes son, principalmente, las redes sociales, que se han convertido en una «nueva realidad». En ellas se entretienen e interactúan con sus semejantes y con los influencers, y es difícil «compaginar esa otra vida con la real».
El uso de las redes sociales los adolescentes restan horas de sueño y las emplean en esa vida virtual, lo que se está convirtiendo en muchos casos en dependencia o abuso.
«El dispositivo está pensado para que no exista un límite, para que la conexión sea non-stop, así que debe imponerse un límite exterior».
Recomendaciones para evitar el vamping
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Vigilar el uso de las pantallas. El profesor Redolar propone «limitar en la habitación y permitirlo en el comedor o en otro lugar de la casa».
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Los padres deben dar ejemplo: «Si nos ven con la tableta en la cama, ¿cómo vamos a decirles que no lo hagan ellos?».
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Negociar con nuestros hijos. Es la recomendación de José Ramón Ubieto, quien opina que hay que «establecer momentos en los que no se puedan usar», como, por ejemplo, la cena en familia o a partir de una determinada hora de la noche.
Ambos coinciden en que no se trata de una situación sencilla, pero los expertos animan a afrontarla por lo beneficioso de sus consecuencias para la salud de los adolescentes.
Vía | Universitat Oberta de Catalunya Fotos | iStock
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