La historia de Valentín Cejas es de esas que merecen ser contadas todos los días.
Todos los domingos tiene una cita única: visitar a los adultos mayores que están en una residencia geriátrica de la zona.
«Me gustan los abuelos, hay algunos que no tienen a nadie que los acompañe y eso a mí me da lástima», cuenta Valentín.
Tiene diez años y asegura que no cambia por nada el plan de los domingos: «en vez de jugar al fútbol me voy a visitarlos porque es más lindo».
Además de entregar su tiempo para brindar cariño y compañía a los adultos mayores, a veces colabora con los servicios del geriátrico: les sirve la merienda y hasta les cambia la ropa.
En su relato, queda en evidencia que tiene un vínculo muy especial con las doce personas que residen allí y conoce las particularidades de cada uno, pese a que no tiene ningún familiar en el lugar.
«Cuando los voy a ver ellos están felices», asegura con un tono algo tímido.
Los días que asiste al establecimiento lo hace acompañado de su mamá y permanece casi cuatro horas.
Su gesto altruista se conoció en su grado, en la escuela Francisco Ortíz de Ocampo de Jesús María, en un espacio áulico denominado «Los cinco minutos felices», donde la docente les propone a los alumnos contar sus experiencias positivas y los momentos alegres que vivencian.
Solidaridad colectiva
Desde que Valentín reveló a sus compañeros lo que hacía todos los domingos, surgió la iniciativa de juntar alimentos para los residentes del geriátrico.
La campaña se realiza una vez al mes y todos tratan de aportar algo para colaborar con los adultos mayores.