«Los Extermineitors», aquella película de culto con Guillermo Francella y Emilio Disi, tenía un villano extraordinario que era El Dragón Rojo, interpretado por el artista marcial Néstor Varzé, quien desaparecido durante varios años de las pantallas y reaparece ahora en «El Dragón», un documental sobre él que forma parte de la 24ta. edición del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (Bafici).
«Lo conocí hace casi 10 años, ya en ese momento estaba pensando en hacer algo con él. Me fui acercando de a poco a su mundo, su casa, sus cosas. Yo fui uno de esos chicos que llenaban los cines para ver las películas de ‘Extermineitors’, y estar ahora en contacto con El Dragón era un sueño. Cuando me decidí a hacer un documental, Néstor fue muy cauto y quiso saber bien qué tenía en mente. Estaba retirado de todo eso. Fue un ida y vuelta que llevó algunos años hasta que aceptó volver a filmar una película», explicó el director Marcelo Charras a Télam.
La película se proyecta este sábado a las 21.35 en el Cultural San Martín, el jueves 27 a las 20.40 en Cine Multiplex Monumental Lavalle y el domingo 30 a las 12.10, también en El Cultural San Martín.
Varzé fue un ícono fugaz de los malvados del humor argentino. Su primera aparición en pantalla grande fue en «Los Extermineitors» (1989) y tal fue el éxito de la película que repitió papel en «Los Extermineitors: La venganza del dragón» (1991), ambas bajo la dirección de Carlos Galettini.
Luego participó de la tira de alguna manera heredera de esa saga, «Brigada Cola» (Telefe, 1992-1994), en la cual si bien primaba el humor ridículo y casi bizarro de las películas, el sexismo ya comenzaba a ponderarse desde el título mismo de la emisión.
Sin embargo, no fueron las únicas apariciones en los medios del artista marcial. Varzé llegó al cine luego de batir varios récords de roturas de madera y barras de hielo, que lo llevaron a programas como el que conducía Gerardo Sofovich, «La Noche del Domingo», donde mostraba su destreza en la materia.
También circula por intenet una pelea de exhibición a estadio lleno en Mar del Plata con Héctor Echavarría, una especie de Rambo nacional que en «Los Extermineitors» hacía el papel del héroe que vencía al Dragón Rojo.
un documental de Marcelo Charras.
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La película de Charras no ahonda en los cinco o seis años de fama de Varzé, sino que, por el contrario, toma a un personaje icónico de los 80 para trasladarlo a su particular vida de la actualidad, en la que convive el mate, el General José San Martín, una casa a medio hacer en Avellaneda y su minuciosa devoción hacia Japón y la cultura Samurai y del karate.
La película, de carácter observacional, capta la rigurosidad y disciplina que tiene Varzé para vivir. Estricto en su alimentación y en la rutina de entrenamiento, su cuerpo es pura fibra y, a sus 63 años, continúa fortaleciendo sus huesos con la práctica de pegarle a objetos duros, como maderas, hierros o piedras. Da clases de karate, de gimnasia para mujeres, cursos de alimentación y fabrica armaduras samurais.
«Parece un personaje venido de otra época -explicó Charras-, un estoico que vive su vida acorde a códigos de honor antiguos, además de ser una suerte de samurai del conurbano, pero no en el sentido puramente recreacional, sino real, filosófico. Un gran personaje, en definitiva, que es lo que suelo buscar para este tipo de películas».
Varzé hoy vive en Córdoba (donde está radicada su hija) y se mantiene muy activo en redes sociales. Se lo puede ver en Facebook e Instagram explicando técnicas de artes marciales, como también haciendo transmisiones en vivo los domingos bajo el título «Tomando mate con El Dragón», en el que se despacha contestando consultas de amigos, alumnos y fans. Sigue dando clases, dedicando su vida al karate, arte que practica desde hace 50 años.
– ¿Por qué decidiste que sea observacional el registro, sin ninguna declaración a cámara?
– Al principio del proyecto estaban contempladas algunas entrevistas con él, sobre todo para que hablara de su pasado, más allá de filmarlo en su día a día. Pero cuando empezamos a trabajar descarté rápidamente esa idea. Me di cuenta de que este registro observacional más riguroso acentuaba su soledad, le daba mas clima a la película. No necesitaba agregar ni explicar nada. Todo lo que quería contar estaba ahí en las imágenes.
– Si bien hay claras referencias a «Los Extermineitors», la película es más sobre la actualidad de Néstor que sobre su pasado famoso. ¿Por qué?
– Porque prefiero los retratos en tiempo presente. En todas mis películas («La Pa en Buenos Aires», «Maytland» y «Memoria de la Sangre») el pasado de los personajes juega un papel fundamental, pero debe aparecer de forma tangencial, por escasos indicios, el espectador es quien lo tiene que ir develando y armando.
– ¿Cómo pensaste esa convivencia -a priori bizarra- entre una casa con partes a medio construir, un caballo, azulejos descoloridos, con la casi obsesiva minuciosidad con la que estudia y trabaja la cultura japonesa y la vida de San Martín?
– Esa casa, con todo lo que hay allí, como cada uno de los aspectos y actividades de Néstor, son parte de lo que él es, de su historia. Uno podría conocerlo tan solo recorriendo esos cuartos, mirando con atención los detalles. Cuando descubrí su casa entendí que la película estaba ahí adentro, y por eso solo en unas pocas escenas nos vamos a otro lugar.