Apenas pasaron unos días del cónclave en el que Matías Lammens -vice pero quien maneja los hilos de San Lorenzo- y Pedro Troglio coincidieron en la necesidad de hacer un mercado de pases importante a mitad de año y hasta hablaron de posibles nombres; pero la realidad se lleva puesto todo en Boedo…
Los 90 minutos en Junín fueron mucho más que un paso atrás, como había dicho el DT tras el empate agónico de Atlético Tucumán en el Bidegain en la fecha pasada. El equipo no tuvo reacción, mostró un rendimiento flojísimo y esfumó todo atisbo de optimismo que podían rasquetearse de lo mostrado en los últimos tres partidos, más allá que sólo uno terminó en triunfo.
Es cierto que Troglio no es el gran responsable de este momento, que el lastre del CASLA lleva años de malas campañas, casi una decena de entrenadores que apenas duran poco más de una decena de partidos, plantel corto y un club inmerso en una crisis institucional profunda, que viene de tener en las últimas semanas dos marchas lideradas por la oposición pidiendo elecciones anticipadas.
Después de este 1-2 que golpeó como un cross al mentón, el DT suspendió la conferencia y en el vestuario mantuvo una charla profunda con los dirigentes allí presentes: el presidente Horacio Arreceygor y el secretario Miguel Mastrosimone. No hubo renuncia ni pedido para que se vaya. Y quedó claro que el partido del miércoles, por los 32avos., de Copa Argentina, ante Racing de Córdoba en San Luis, es definitorio.
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