Antes de convertirme en madre, jamás tuve una imagen idealizada de la maternidad. De hecho, no recuerdo tener siquiera ninguna expectativa al respecto. Simplemente soñaba con ser mamá y hacerlo lo mejor posible, sin metas y sin modelos en los que fijarme; tan solo siguiendo mi propio instinto. De esto hace más de diez años.
Por aquel entonces, era una devoradora de libros y revistas sobre maternidad y crianza, y lo que sí recuerdo es lo mucho que me impactaban algunas de las fotografías que veía, pues tiempo después, ya con mi bebé en brazos, me di cuenta de lo poco que aquellas imágenes se parecían a lo que yo estaba viviendo.
Hoy he querido reflexionar sobre ello, y os invito a hacer lo mismo a vosotras. Os cuento cuáles son las cosas sobre la maternidad que no son tal y como vi o me las contaron.
El positivo no siempre llega cuando una desea
Antes de que la maternidad entrara en mis planes, pensaba que llegado el momento sería «coser y cantar», como suele decirse popularmente. Es decir, estaba convencida de que cuando mi pareja y yo decidiéramos buscar un embarazo, lo lograríamos al mes siguiente de intentarlo.
Y es que es frecuente escuchar a mujeres que te cuentan lo rápido que se quedaron embarazadas y lo fácil que fue todo, pero pocas explican lo mucho que les costó.
Así que cuando los meses fueron pasando y el positivo no llegaba, la frustración y la tristeza me invadieron, porque cuando se anhela algo con tanta fuerza, el paso del tiempo puede llegar a ser desesperante.
Quedarme embarazada de mi primer hijo nos llevó tres años, y aunque es cierto que mis otros dos pequeños llegaron muy rápido, también creo que hay que visibilizar que no siempre sucede así, para que las parejas que están en la búsqueda y no lo consiguen tan fácilmente, no se sientan desesperanzadas.
En algunas ocasiones hay problemas detrás de esta infertilidad que requieren de un estudio y/o de la intervención médica, pero en otras ocasiones, si la mujer tiene menos de 35 años, se considera normal hasta un año de búsqueda.
El embarazo no siempre es una etapa idílica
Una mujer de aspecto radiante, acariciándose su barriga y con una sonrisa que inunda su cara. Esta es la imagen más repetida cada vez que consultamos una revista, web o libro sobre el embarazo. Sin embargo, no fue lo que yo sentí.
No cabe duda de que es maravilloso gestar una vida, pero no siempre es fácil sobrellevar esos nueve meses. Personalmente, he cargado con la pesada mochila emocional de haber sufrido varias pérdidas gestacionales, a lo que se sumaron inyecciones de heparina diarias, un vaivén hormonal que hicieron de las suyas en muchas ocasiones, y una hiperémesis gravídica con la que tuve que lidiar en el embarazo de mi segunda hija.
No cabe duda de que cada embarazada vive esta etapa de una manera diferente, pero considero que es importante que las que no hemos tenido la suerte de disfrutar de un embarazo idílico también podamos hablar de ello sin tabúes, pues cuando pasas por esta experiencia puedes llegar a sentirte realmente incomprendida.
La cesárea no es el «camino fácil»
Pocas veces se habla de la cesárea y de lo duro que puede resultar para una mujer pasar por esta situación. Porque a pesar de que haya gente que aún lo crea, la cesárea no es el camino fácil.
Todas soñamos con un parto natural acompañadas de nuestra pareja, y con el momento en que miremos por primera vez a nuestro bebé mientras le sostenemos sobre el pecho.
Pero, ¿qué ocurre con las mujeres que pasamos por una cesárea? Pues que aunque cada vez más hospitales están llevando a cabo la práctica de cesáreas humanizadas, por desgracia no siempre ocurre así, y el momento idílico que imaginábamos puede llegar a convertirse en una experiencia devastadora.
Y entonces es cuando te das cuenta de que a pesar de los comentarios y creencias de algunas personas, la cesárea no es, ni de lejos, la solución fácil.
La lactancia materna puede entrañar dificultades
Dar el pecho a tu bebé es el acto más natural que existe. Todas las crías mamíferas lo hacen, ¿por qué los seres humanos no íbamos a ser igual? Este argumento tan lógico resonaba en mi cabeza durante el embarazo, y se afianzaba con imágenes de madres lactantes sonrientes y despreocupadas mientras sus bebés mamaban con gesto apacible.
Pero nadie te cuenta que la lactancia materna puede no ser fácil. Nadie te explica lo que son las perlas de leche, y lo mucho que duelen, lo terrible que es sufrir una mastitis, el sacrificio que supone dar el pecho a un bebé alérgico, o lo mucho que puedes llegar a llorar por la impotencia y el dolor.
Así que no; la lactancia materna no siempre es tan bonita y fácil como la pintan, y las madres que hemos tenido dificultades debemos hacerlo visible para concienciar a otras mujeres sobre la importancia de informarse, buscar asesoramiento y, sobre todo, demostrarles que no están solas.
Los «niños ideales» no existen
Todos sabemos que los bebés no nacen con manual de instrucciones, y que los niños no son robots que podamos programar o apagar cuando las cosas se complican. Pero a juzgar por las imágenes que vemos en redes sociales, podríamos llegar a pensar que realmente es así.
Hay una imagen de «niño ideal» que en general se suele tener. Se trata de un bebé que solo come y duerme, que a medida que crece va asimilando rápidamente las normas de educación y conducta, que no estalla en llanto, -y si lo hace es fácilmente consolable-, que no se deja nada en el plato y siempre luce impoluto.
Pero el niño real no es así. El niño real estalla en rabietas cuando menos lo imaginamos, no duerme la noche del tirón, y lo más probable es que no le gusten las verduras o incluso pase por etapas en las que se niegue a comer. También puede resultar difícil cambiarle el pañal, vestirle con ese modelito que tanto nos gusta, y lo más normal es que se manche la ropa nada más salir de casa.
Los niños son imprevisibles, espontáneos, directos, vitales, activos… pero su comportamiento también puede llegar a abrumarnos en alguna ocasión. Por eso considero que es fundamental a la hora de convertirnos en padres, ser conscientes de que los niños son personas en formación que no nacen con las normas sociales aprendidas, y que requieren de una educación e implicación responsable.
Educar y criar es agotador
Y puesto que los «niños ideales» no existen, es importante saber educarles con amor, paciencia, empatía y respeto, porque solo así conseguiremos adultos respetuosos el día de mañana.
Educar y criar a un hijo de forma respetuosa, positiva y consciente no es fácil. Puede haber momentos agotadores en los que sintamos que ya no podemos más, que no disponemos de todo el tiempo que desearíamos para regalarles, o incluso que nuestra forma de educar no ofrece los resultados a corto plazo que tanto nos gustaría.
Pero es fundamental no desistir y buscar apoyo y asesoramiento cuando lo necesitemos. No olvidemos que en nuestras manos tenemos a la generación del futuro, y que nuestros hijos necesitan de nuestro tiempo y nuestra implicación.
Lo que implica, realmente, el amor por un hijo
Es frecuente escuchar que el amor por un hijo es lo más grande que existe, pero lo cierto es que hasta que no te conviertes en madre/padre no sabes realmente lo que significa, y todo lo que ese amor tan puro e infinito conlleva.
Hay una frase de una canción que me encanta, y que resume a la perfección este sentimiento tan potente: «Te cortas y yo soy quien sangra». ¡Cuanta verdad en tan pocas palabras!
Amar a un hijo es sentirse inmensamente feliz cuando está bien, y querer que el tiempo se detenga cuando sus sonrisas y su despreocupación lo inundan todo. Pero nadie te cuenta lo muchísimo que se sufre cuando tu bebé enferma por primera vez, lo que llegas a extrañar sus gritos de alegría cuando lleva días malito y apagado, y lo tantísimo que duele el corazón cuando le ves triste por algo que le ha ocurrido y no sabes cómo ayudarle.
Tampoco te explica nadie el concepto de «paso del tiempo» cuando tienes un hijo. Porque sí, es frecuente escuchar aquello de «disfrútalo mientras sea bebé, que el tiempo vuela», pero ¿qué hay realmente detrás de todo eso?
Pues hay un dolor sordo y agudo que te oprime el alma al comprobar que tu bebé ya no está, pero también una ilusión indescriptible por seguir cumpliendo etapas a su lado… En definitiva, una mezcla de sentimientos imposible de describir con palabras.
Aún con sus luces y sus sombras, con lo que te cuentan y esperas, y lo que vas descubriendo con el tiempo… ¡qué complejo, emocionante y maravilloso es esto de la maternidad!
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