Las
plataformas
digitales
prometían
hacer
todo
más
fácil
y
barato.
En
realidad,
han
creado
el
fenómeno
contrario:
el «efecto
Zillow»
está
encareciendo
prácticamente
todo
lo
que
tocamos
online,
sea
digital
o
no.
Por
qué
es
importante.
Cuando
cualquier
transacción
se
digitaliza,
la
demanda
se
dispara
porque
elimina
fricciones,
pero
la
oferta
permanece
constante.
El
resultado
suele
ser
el
mismo:
los
precios
suben
y
la
competencia
se
intensifica
para
los
compradores.
La
panorámica.
El
efecto
comenzó
en
el
sector
inmobiliario
con
Zillow
en
Estados
Unidos,
una
plataforma
inmobiliaria
nacida
en
2006
que
permitió
a
cualquiera
consultar
el
valor
de
su
casa.
Ahora
se
extiende
a
candidaturas
universitarias,
búsquedas
de
empleo,
aplicaciones
de
citas,
entradas
de
conciertos,
destinos
vacacionales
y
hasta
mercados
de
segunda
mano.
Si
puedes
comprarlo
con
un
clic,
probablemente
esté
más
caro
que
antes.
En
detalle.
El
mecanismo
es
simple:
-
Antes,
solicitar
plaza
en
una
universidad
requería
esfuerzo
físico.
Conseguir
formularios,
enviarlos
por
correo
postal,
ir
a
pagar
tasas. -
Ahora,
con
un
botón
puedes
enviar
tu
solicitud
a
veinte
universidades.
Resultado:
las
mejores
reciben
muchísimas
más
solicitudes,
pueden
ser
más
selectivas
y
la
competencia
para
acceder
sube
al
mismo
ritmo
que
se
bajan
sus
barreras
de
acceso
a
la
solicitud.
Lo
mismo
ocurre
en
el
mercado
laboral:
Para
los
candidatos,
se
da
una
paradoja:
conseguir
trabajo
se
vuelve
más
complicado.
El
contraste.
Hay
dos
grandes
categorías
de
productos
aquí:
-
Los
productos
con
oferta
elástica.
Son
los
que
se
pueden
fabricar
en
mayores
cantidades.
Ropa,
comida
procesada,
smartphones.
Se
han
abaratado. -
Los
productos
con
oferta
limitada,
o
por
la
regulación
o
por
su
propia
naturaleza.
Viviendas
en
buenas
zonas,
plazas
de
universidades,
empleos
más
deseables,
parejas
sexuales
muy
atractivas.
Se
han
encarecido,
financiera
o
simbólicamente.
Entre
líneas.
Las
grandes
tecnológicas
se
benefician
de
este
problema,
así
que
no
tienen
incentivo
alguno
para
solucionar
este
problema.
Más
demanda
equivale
a
más
datos,
más
engagement,
más
comisiones.
El
caso
que
da
nombre
a
este
efecto
tiene
un
ejemplo
perfecto:
Zillow
ganaba
dinero
tanto
si
las
casas
se
vendían
como
si
no,
porque
cobraba
por
enseñarlas.
Y
su
plataforma
disparada
su
visibilidad,
con
la
consecuencia
mencionada:
misma
oferta,
mayor
demanda…
precios
al
alza.
La
amenaza.
El
efecto
Zillow
tiene
como
primeras
víctimas
a
los
mercados
locales
e
imperfectos
donde
antes
se
podían
encontrar
oportunidades.
Ya
no
existen
los
restaurantes
secretos,
los
destinos
vacacionales
vírgenes
y
tranquilos,
o
los
puestos
de
trabajo
que
solo
conocían
unos
pocos.
Google
Maps,
LinkedIn,
Instagram
o
YouTube
han
democratizado
el
conocimiento,
pero
también
han
concentrado
la
demanda.
Un
ejemplo:
Instagram
y
el ‘turismo
de
likes‘.
Y
ahora
qué.
Una
posible
solución
pasaría
por
aumentar
la
oferta
allá
donde
sea
posible,
como
construir
más
vivienda
o
crear
más
plazas
universitarias.
Otra
sería
limitar
artificialmente
la
demanda
digital.
Pero
no
hay
demasiados
incentivos
para
ello.
El
mundo
digital
nos
ha
conectado
en
este
siglo,
pero
también
nos
ha
puesto
a
competir
contra
muchísima
más
gente
por
los
mismos
recursos
limitados.
Y
ahí
solo
hay
un
gran
ganador:
las
plataformas.
En
Xataka
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34
predicciones
futuristas
hechas
en
el
pasado:
erróneas,
acertadas
y
disparatadas
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