Si insultas a tu jefe en tu grupo de WhatsApp y acaba enterándose, no es motivo de despido

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Lo
que
decimos
en
privado
puede
acabar
pasándonos
factura.
Vivimos
en
un
mundo
conectado
y
al
final
todo
acaba
saliendo.
Aunque
estemos
hablando
por
WhatsApp,
si
hay
compañeros
de
trabajo
en
el
grupo
esos
mensajes
pueden
acabar
directamente
frente
al
jefe.
En
muchas
ocasiones
no
tenemos
claro
hasta
dónde
llegarán
nuestros
mensajes.
Una
línea
entre
lo
secreto
y
lo
público
que
puede
acabar
provocando
que
nos
despidan.
Afortunadamente,
los
jueces
están
para
determinar
cuál
es
el
impacto
oportuno
de
nuestras
acciones. 


WhatsApps
privados
con
insultos
que
se
filtran
al
jefe.

El
caso
del
que
podemos
aprender
hoy
parte
del
Tribunal
Superior
de
Justicia
de
las
Islas
Baleares.
Trata
sobre
el
despido
de
siete
trabajadoras
de
la
empresa
Agrupación
Express
SL
que
en
un
grupo
de
WhatsApp
privado
entre
14
compañeras
de
trabajo
se
enviaron
insultos
al
jefe,
que
no
estaba
en
ese
grupo. 

Los
insultos
son
de
lo
más
variopintos
y
directos,
desde «cerdo»
hasta «retrasado»,
pasando
por «rata
asquerosa»
o «idiota»,
además
de
un
largo
etcétera.
En
un
momento
una
de
las
compañeras
decide
filtrar
esos
mensajes
y
acaba
provocando
la
decisión
de
despedirlas. 


Obligan
al
empresario
a
readmitirlas.

Inicialmente
el
Juzgado
de
lo
Social
nº3
de
Palma
de
Mallorca
condenó
al
empresario
a
readmitir
a
las
siete
trabajadoras
en
las
mismas
condiciones
previas
o
pagar
una
indemnización
de
hasta
6.914
euros.
Fue
recurrido
y
ahora
el
juzgado
de
rango
superior
ha
resuelto
que
el
despido
fue
improcedente. 

Las
secretarias
ya
tenían
una
disputa
previa
con
el
empresario
y
la
situación
estaba
tensa.
Una
vez
el
empresario
conoció
los
insultos,
procedió
a
despedirlas.
Lo
interesante
del
caso
es
reflexionar
sobre
el
papel
y
la
relevancia
de
estos
insultos
en
el
grupo
de
WhatsApp. 


Contexto
privado
vs
contexto
laboral.

Criticar
al
jefe
puede
hacerse
con
total
libertad,
siempre
que
se
haga
con
respeto.
Así
lo

determinó
el
Tribunal
de
Estrasburgo
.
Sin
embargo,
este
no
es
el
debate
del
caso
de
las
siete
trabajadoras,
pues
sus
insultos
eran
directos
y
sin
crítica
constructiva
alguna. 

El
juez
destaca
que
los
insultos
no
tienen
gravedad
suficiente
y
que
al
expresarse
en
un
ámbito
privado
no
justifican
el
despido.
Aunque
había
compañeros
de
trabajo
y
se
realizaron
con
una «tensión
laboral»,
no
se
expresaron
de
manera
pública
ni
dentro
del
entorno
laboral. 

Por
un
lado
tenemos
el
derecho
a
la
libertad
de
expresión
de
los
trabajadores
en
sus
comunicaciones
privadas
y
por
otro
lado
la
repercusión
directa
en
el
entorno
laboral.
El
juez
opta
por
defender
lo
primero. 


Sin
chivatazo
no
hay
insultos.

La
complejidad
del
debate
legal
se
centra
en
el
valor
como
prueba
para
el
despido
de
esos
insultos.
Si
no
hubiera
habido
chivatazo
por
parte
de
una
de
las
trabajadoras,
el
empresario
nunca
se
habría
enterado.
El
tribunal
apunta
que
aunque
fuera
integrante
del
grupo,
la
trabajadora
no
estaba
legitimada
para
filtrar
esos
insultos
y
menos
ser
utilizados
por
el
empresario
para
despedir
al
resto. 

Según

describe
Confilegal
,
el
Tribunal
Superior
de
las
Islas
Baleares
expresa
que
era
un
canal
de
comunicación «cerrado»
y
con «expectativa
de
secreto».
Y
sobre
el
resultado,
el
tribunal
entiende
que
esos
insultos
fueron
lo
que
provocaron
finalmente
el
despido.
La
razón
que
desencadenó
el
despido,
por
mucho
que
ya
hubiera
malestar
previo.
Al
eliminarse
de
la
ecuación
los
insultos,
el
tribunal
entiende
que
el
despido
no
se
habría
producido
y
por
ende
lo
declara
improcedente. 


La
importancia
de
entender
cuál
es
el
papel
de
cada
grupo
de
WhatsApp.
«La
insistencia
del
carácter
cerrado
del
grupo,
y
la
expectativa
razonable
de
intimidad
de
todo
aquello
que
se
diga
por
las
personas
participantes
son
un
elemento
jurídico
fundamental
para
la
Sala»,
apunta
el

abogado
Eduardo
Rojo

Estamos
ante
un
nuevo
caso
donde
la
Justicia
decide
darle
más
peso
al
dónde
y
con
quién
que
al
qué
en

mismo.
Es
más
relevante
el
hecho
que
estos
mensajes
se
enviaron
en
un
grupo
privado,
pese
a
que
fuera
entre
compañeras
de
trabajo,
que
la
gravedad
de
los
insultos. 

Sirva
como
recordatorio
para
todo
el
mundo
que
hay
que
valorar
y
entender
el
ámbito
donde
decimos
las
cosas.
No
es
lo
mismo
un
grupo
familiar,
que
un
grupo
de
WhatsApp
entre
amigos
íntimos,
que
un
grupo
cerrado,
que
un
grupo
mixto,
que
un
grupo
de
compañeros
de
profesión,
un
grupo
creado
por
el
jefe,
un
grupo
de
trabajadores
donde
se
habla
solo
de
trabajo…
el
contexto
importa.
Y
aunque
todos
los
grupos
de
WhatsApp
parezcan
igual,
no
lo
son
ante
la
Justicia. 

En
Xataka
|

Despido
procedente:
cómo
las
empresas
están
usando
el
GPS,
el
Whatsapp,
el
e-mail
o
las
cámaras
para
justificar
despedirte