En muchas empresas existe un mantra que se ha repetido hasta el infinito. Si algo funciona, no lo toques. Muchas empresas muestran con ello sus resistencias al cambio. Pero también a salir de su zona de confort a la hora de hacer determinados cambios. Pero lo cierto es que si algo hemos aprendido con esta crisis es que hay otra forma de hacer las cosas.
El mayor ejemplo lo tenemos en el teletrabajo. Tras años negando la posibilidad en muchas empresas, de un día para otro se han tenido que adaptar para seguir con su actividad durante la pandemia. Y funciona a pesar de todas las imperfecciones que pueda tener y muchas cosas por mejorar.
El «si funciona no lo toques» se convierte en un problema a largo plazo. ¿Cuánto tiempo vamos a mantener algo que funciona sin tocar? Porque esta parálisis la podemos llevar hasta que simplemente la empresa quiebra porque todo el entorno, consumidores, mercado, competencia ha cambiado. Y los resultados no son los mismos.
La pregunta es, ¿tenemos algún indicador que nos haga saltar las alarmas para saber que ha llegado la hora del cambio? Porque si no lo tenemos puede que cuando queramos hacer los cambios necesarios sea demasiado tarde. El ejemplo más claro sería las tiendas que durante años se han negado a ofrecer sus productos por diferentes canales y en la pandemia han visto como vender online era su tabla de salvación.
Podríamos decir lo mismo de bares y restaurantes cuyos servicios de envío de comida a domicilio o recoger en el local se han tenido que montar de la noche a la mañana. Y ojo, porque aquí hay un cambio en la tendencia de consumo importante ya antes de esta crisis, con un cliente que cada vez demanda más este tipo de servicios.
Está claro que no hay como tener el agua al cuello para empezar a nadar. La flexibilidad y la capacidad de adaptación a los cambios es fundamental en una empresa hoy en día. Ya no sirve seguir haciendo las cosas igual durante toda la vida. No significa girar 180º el rumbo de nuestra empresa, sino de adaptarla a las nuevas circunstancias sin miedo a equivocarnos.
