El tema de trabajar en casa, ser freelance, autónomo es un tema trillado. Es complicado organizarse desde casa, es complicado explicar a tus amistades que lo tuyo es un trabajo de verdad y que le echas horas. De hecho, te pagan por trabajar. En ocasiones, el freelance ha de escuchar reflexiones de ese tipo tan poco elaboradas.
El fenómeno que se da en la actualidad es aferrarse a un trabajo por temporadas en fábricas donde los padres se han jubilado tras cotizar entre treinta y cuarenta años. Al final, lo que hace falta es algo de estabilidad en todos los aspectos.
Para el freelance, todo pende de un hilo
Sabemos que los despidos, los trabajos mal remunerados están a la orden del día. Pero, cuando tropiezas con la realidad, es decir, que un autónomo no es un ser hecho de otra pasta, es cuando te planteas, si merece la pena seguir haciendo lo que te gusta. O vivir con cierta calma para poder ponerte enfermo y tus familiares también.
Cuando una persona trabaja por cuenta ajena, a veces no es por gusto, ni por vocación, sino por necesidad. Reinventarse, lo llamaron. Es decir, o te buscas una profesión, te la inventas o tratas de ser el mejor colaborador dentro del sector al que pertenezcas o donde destaques.
Volver a trabajar en la fábrica y dejarse de términos cool
Cuando te encuentras en un momento en el que un dolor o un familiar está hospitalizado y un día sin trabajo es un día sin cobrar, eres consciente de que esa burbuja que han creado o nos han vendido no se sostiene.
Una mujer contaba que sus dos hijos,con sendas carreras, no dejaban de trabajar en la fábrica de turrón en la que sus padres habían trabajado más de treinta años, porque el mercado laboral no les ofrecía ninguna seguridad.
Puedes tener un colchón, pero puede que tus clientes no se hayan puesto al día y tu cuenta en el banco esté en números rojos. ¿Se puede vivir eternamente como freelance?
Lo que resulta claro es que si no cuentas con una cartera de clientes amplia, unos ingresos más o menos elevados para pagar lo básico, puede que la opción sea renunciar a tus sueños, y volver al trabajo de antaño.
Donde quizás no emplearás tecnicismos ni acudirás a eventos a hacer contactos, pero serás más feliz porque si sucede un imprevisto en tu vida, podrás afrontarlo sin un estrés que te vuelva «reloco», como la en la acertada comedia argentina.
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