Los turcos votan en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, en la que el actual mandatario, Recep Tayyip Erdogan, busca la reelección tras 20 años en el poder, frente al socialdemócrata Kemal Kilicdaroglu.
Los centros de votación abrieron con largas filas y estaba previsto que cierren este domingo a las 17 (las 11 en Argentina), y 60 millones de turcos estaban habilitados para votar si extendían cinco años más el mandato de Erdogan, que parte con una clara ventaja en esta inédita segunda vuelta.
En la primera vuelta, hace dos semanas, Erdogan, que es líder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), una formación de origen islamista, y que ha estado en el poder como presidente o primer ministro desde 2003, obtuvo el 49,5% de los votos.
Kilicdaroglu, al frente de una coalición de seis partidos, ocupó el segundo lugar con 45% de los sufragios.
“Esta elección se llevó a cabo en circunstancias muy difíciles, hubo todo tipo de calumnias y difamaciones”, dijo Kilicdaroglu a periodistas después de emitir su voto.
“Pero confío en el sentido común de la gente. Llegará la democracia, llegará la libertad, la gente podrá deambular por las calles y criticar libremente a los políticos”, agregó.
«Confío en el sentido común de la gente. Llegará la democracia, llegará la libertad, la gente podrá deambular por las calles y criticar libremente a los políticos”Kemal Kilicdaroglu.
Luego de votar en una escuela en Estambul, Erdogan destacó que era la primera segunda vuelta de una elección presidencial en la historia de Turquía.
También elogió la alta participación de votantes en la primera vuelta y dijo que esperaba que la participación volviera a ser alta el domingo.
“Ruego a Dios que (la elección) sea beneficiosa para nuestro país y nuestra nación”, dijo.
Los últimos sondeos apuntan a que el actual presidente, que obtuvo el apoyo del candidato ultranacionalista Sinan Ogan, tercero con 5% de los votos en primera vuelta, mantendrá la misma diferencia porcentual en la segunda vuelta.
La ventaja de Erdogan, de 69 años, en la primera vuelta se consiguió a pesar de la importante inflación que golpea el país — superó el 85% en otoño — y el devastador terremoto que azotó la nación hace tres meses.
«Votaré por Erdogan. No hay nadie como él», dijo Emir Bilgin, de 24 años, en un centro de votación de un barrio obrero de Estambul, informó la agencia de noticias AFP.
Dos visiones del país
Dos visiones del país se enfrentan en estas elecciones.
Por un lado, Kilicdaroglu, de 74 años, promete restaurar la democracia, la independencia de la justicia y de la prensa tras dos décadas de gobierno de Erdogan.
El candidato socialdemócrata lidera una coalición de partidos que abarca desde la derecha nacionalista hasta el centro-izquierda liberal y que recibió el respaldo del partido prokurdo HDP.
Pero el economista de formación no logró aprovechar la grave crisis económica que está haciendo mella en los hogares y los jóvenes turcos.
Por otro, el presidente Erdogan, quien prometió estabilidad y su consolidación en el poder ha sido comparada con la de los sultanes que gobernaban al desaparecido Imperio turco, la entidad política absolutista de la que deriva la actual Turquía.
Los comicios en Turquía, de 85 millones de habitantes y miembro de la OTAN, son observados de cerca tanto por las potencias occidentales como por los países de Medio Oriente debido a su papel geopolítico clave.
Tras la primera vuelta, Kiliçdaroglu apareció más ofensivo y menos sonriente que al inicio de su campaña.
Al carecer de acceso a los principales medios de comunicación, batalló en Twitter mientras sus partidarios trataban de movilizar a los votantes yendo de puerta en puerta.
En juego estaban 8,3 millones de electores que no votaron el 14 de mayo, pese a una cifra de participación del 87%.
Erdogan multiplicó los encuentros y se apoyó en las transformaciones que trajo al país desde que llegó al poder como primer ministro en 2003, y luego como presidente desde 2014.
Promesas de campaña
El presidente subió el salario mínimo tres veces en un año y multiplicó sus promesas de campaña, como las becas gratuitas prometidas en el último minuto a los estudiantes de luto tras el terremoto.
En uno de sus últimos actos de campaña, acudió el sábado a la tumba de su modelo político, el antiguo primer ministro nacionalista-islamista Adnan Menderes, depuesto y ahorcado por los militares en 1961.
El domingo es «un día especial para todos nosotros», lanzó Erdogan el sábado.
«Se acabó el tiempo de los golpes de Estado y de las juntas», añadió.