Sanar entre caballos.

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Sinsacate | Jesús María. El caballo es un compañero fiel para pasear, distenderse y compartir momentos al aire libre, pero también es un motivador nato y un aliado de la salud cuando se utiliza como medio sanador.

La equinoterapia es un método terapéutico fundamental para las personas con trastornos motores, psíquicos, psicológicos, conductuales, entre otros, y está demostrado que los resultados son positivos y beneficiosos.

Fabricio tiene 13 años y en 2010 fue operado de un meduloblastoma que le dejó secuelas motoras y neurológicas. Después de haber pasado por tantas sesiones de Kinesiología en su corta vida, el año pasado se subió por primera vez a un caballo y los cambios se empezaron a notar a medida que pasaba el tiempo.

La terapia con el equino lo ayudó a mejorar su postura corporal, el autocontrol, el equilibrio, las reacciones de balance, fomentar su seguridad, la autoestima y la socialización entre sus pares.

“Fabricio iba a consultorio y el proceso de mejora se tornaba lento, se probó con equinoterapia, pa- ra trabajar los mismos objetivos kinésicos agregando la recreación, la vinculación con el caballo, la comunicación y la incorporación de destrezas propias de la disciplina campera; se lograron beneficios en lo motor, social y psicológico”, cuenta Viviana Toso, Licenciada en Kinesióloga y equi-noterapeuta del equipo de “Andares”, la escuela con sede en Sinsacate a la que asistió el adolescente.

“Fue una experiencia muy linda y diferente a la de trabajar en un consultorio; él evolucionó y tuvo muchos cambios durante el año. Siempre lo trataron con cariño y amor”, asegura Laura Peralta, mamá de “Fabri”.

Señala, además, que “la actividad debería estar avalada como una terapia”.

Otro caso significativo es el de Benjamín, un niño que empezó a practicar la disciplina en “Andares” por recomendación médica, para resolver problemas conductuales y la relación con sus pares.

La pasión por los caballos lo ayudó a afianzar un vínculo con el animal de manera más fluida y a la vez cumplir con los objetivos planteados por el equipo interdisciplinario de equinoterapia.

“Se lo incentivó a reconocer sus potencialidadesy se logró incorporarlo a un grupo de chicos de su edad para compartir la actividad de cabalgar, así se empezó a adaptar respetando a sus pares y mejorando su conducta”, resalta Toso.

Esto demuestra que la modalidad terapéutica de vinculación con el equino tiene grandes beneficios.

Sobre la terapia.

Son numerosos los casos en los que pacientes con algún tipo de dificultad física y de desarrollo lograron aumentar la fuerza, el equilibrio y otras habilidades a partir de esta actividad. Aunque también es una terapia apta para personas con problemas de estrés, autoestima, inseguridad, pánico, entre otros.

“El caballo es un motivador; el movimiento que produce el animal es tridimensional y simula el andar humano, eso genera estimulaciones y se activan todos los reflejos del cuerpo; es notable cómo la atención, la motivación y la memoria se predisponen y es más fácil trabajar los objetivos planteados por cada paciente”, explica la kinesióloga de la escuela que funciona en el predio de NAG- Negocios Agropecuarios, a la vera de Ruta 9.

Una sesión de equinoterapia dura entre 45 minutos y una hora, dependiendo cada caso.
En cada encuentro se realizan actividades secuenciales que apuntan a promover hábitos y con- ductas de cuidado. Por ejemplo, buscar al caballo, montarlo, ensillarlo y desensillarlo, darle de comer, generando así un vínculo especial entre el paciente y el animal.

En el caso de Andares, explica la Licenciada Toso, siempre se trabaja de manera grupal con acciones de recreación. “Todos hacen lo mismo, pero se respetan la capacidad y los tiempos de cada uno; pa-ra cada alumno el enfoque es diferente”.

En ese centro,se complementa la equinoterapia con la equitación campera, esta última no entendida como un deporte, sino como una actividad destinada a afianzar la relación entre el alumno y el caballo.
Así, conviven en una misma clase personas con algún tipo de trastorno o problemática y quiénes desarrollan la disciplina netamente campera.

“Esto demuestra que se puede lograr la igualdad a través del vínculo con el animal”, afirma la profesional.
Actualmente, hay 19 alumnos que hacen terapia con caballos en este establecimiento.

Hace falta una ley.

Andares es uno de los centros del país que apoya la campaña lanzada a nivel nacional que reclama por la Ley de Equinoterapia para que la actividad sea regulada y reconocida por las obras sociales.

En la zona, el centro más antiguo que ofrece terapia con caballos es el de la Sociedad Rural de Jesús María, ubicado en Bº Malabrigo, que funciona hace diez años.

En ese lugar, la disciplina es impartida por dos profesionales capacitadas en equinoterapia y trabajan solamente con alumnos que presentan distintas patologías.

“Se propone como un espacio recreativo, dejamos ser a los chicos”, comenta Carolina Ordoñez, una de las profesionales de este centro.

Actualmente, asisten alrededor de 22 alumnos con diferentes problemáticas.

“La experiencia te va dando más herramientas, con esta actividad se logran muchos cambios”, asegura Ordoñez, una apasionada por los caballos.

Para ella, es necesaria una ley nacional para que más personas puedan acceder a esta terapia sanadora a la que hoy no todos tienen la posibilidad de llegar.

                                                                                                                                                                           06-07-2018