En realidad, hemos elaborado esta receta a partir de una receta clásica de salmorejo sustituyendo parte del tomate por cerezas. Es preferible que utilicéis cerezas bien negras y maduras que aportan mucho sabor y bastante color al salmorejo, como en la receta de chipirones en tinta de cereza.
Nuestra primera ocupación será picar los tomates y triturarlos. Si queremos poner pepino lo añadimos también a la batidora de vaso o el robot de cocina que utilicéis. No es imprescindible ya que luego vamos a colar el líquido para eliminar pepitas, trocitos de piel, y demás restos. Por ese motivo tampoco nos hace falta escaldar y pelar los tomates con antelación ni retirar sus pepitas.
Por otro lado, retiramos el pedúnculo y sacamos el pipo de las cerezas. Para ello podéis usar un cuchillo afilado o un instrumento específico para ello que os ayudará en esa tarea. (En el collage más abajo podéis ver cómo es este utensilio deshuesador). Añadimos las cerezas y las trituramos también. Cuidado con las salpicaduras que el líquido es muy oscuro.
Añadimos el pan duro en trozos a la mezcla y dejamos que se empape bien de la misma y de paso se ablande. Incorporamos también el aceite de oliva y si queremos también el ajo. Trituramos el conjunto y sazonamos. Tiene que quedar una crema espesa gracias al aceite de oliva y el pan. Pasamos por el colador chino para retirar las pieles de tomate y de la cereza y lo llevamos a la nevera hasta el momento de servir.
Con qué acompañar el salmorejo de cerezas
Como manda la tradición, el salmorejo de cerezas se debe servir bien frío y acompañado de unos taquitos de jamón y de huevo duro picado. Si lo servís en copas pequeñas como yo, podéis utilizarlo como aperitivo o entrante ligero o incluso servir al principio de un cóctel. Seguro que sorprenderéis a todos con su color e increíble sabor.