La Guerra de Ucrania está suponiendo un enorme agujero económico. Desde la lejanía (toda la lejanía que da un continente) estamos sufriendo efectos colaterales económicos pero, por supuesto, muy lejos de los sufridos por los dos principales contendientes.
Evidentemente, la guerra ha tocado todos los palos. Desde provocar un colapso en la industria automotriz europea hasta señalar como un problema de seguridad nacional espacios impensables hace poco tiempo, como el teletrabajo. Por el camino, decenas de empresas han salido de Rusia y han obligado al país a buscar sus propias alternativas.
Entre las salidas más sonadas está la de Cisco, que destruyó a su paso más de 20 millones de euros para que sus componentes no fueran utilizados por el ejército ruso. Pero desde hace más de un año, el reguero de empresas que han ido saliendo de Rusia o que se han cerrado a su mercado ha sido constante. También en el sector de la automoción.
AvtoVaz contra las cuerdas
En el mercado del automóvil, la salida más importante fue, probablemente, la del Grupo Renault. Desde que la invasión rusa de Ucrania comenzara en febrero de 2022, el conglomerado había estado en el punto de mira. En marzo ya tenía comprometida su producción y, finalmente, en mayo terminó por desvincularse del país, aunque antes había cesado por completo sus operaciones.
Entonces, Renault tenía el 67,69% de la propiedad de AvtoVaz, el principal fabricante del país y el dueño de Lada, la marca más vendida en Rusia. Unos activos de 2.200 millones de euros a los que tuvo que renunciar, comprados por la cantidad simbólica de un rublo. En la práctica, los activos de AvtoVaz pasaban a ser propiedad de NAMI, el organismo estatal de homologaciones rusas.
Desde aquel cambio de manos (con el que Renault se ha guardado una opción de recompra dentro de un lustro), la producción de vehículos de AutoVaz ha sido una constante de problemas. El pasado verano, comprar un coche salido de sus fábricas era como retroceder medio siglo: sus coches carecían de aire acondicionado, ABS o airbags.
Ahora, AvtoVaz no sólo está presionada por la falta de componentes, también le faltan manos. Según Reuters, los dirigentes de la compañía han solicitado que el empleo de reclusos para sacar adelante la producción de sus vehículo.
Según la agencia, el servicio penitenciario ruso (FSIN) de la región de Samara ha solicitado ha mantenido una reunión con AvtoVaz, pues la compañía quiere aumentar su producción en septiembre en un 28% y conseguir un crecimiento del 40% el próximo mes de enero.
«El representante de la planta (de AvtoVaz) pidió a la dirección (del servicio penitenciario) apoyo y asistencia para seleccionar al personal para la empresa de los condenados a trabajos forzados«, recoge Reuters. El fabricante, también señalan, no ha querido emitir ningún tipo de comunicado.
Desde Reuters apuntan a que en 2022, en Rusia sólo se produjeron 450.000 vehículos. En Expansión elevan la cifra a los 600.000 vehículos, sumando los comerciales. De una manera o de otra, son las peores cifras desde la caída de la Unión Soviética y sólo en 2009 se obtuvieron resultados similares (725.000 vehículos). El mercado ruso se movía con asiduidad en los 1,5 millones de vehículos fabricados.
Según datos de The Telegraph, el país nunca había necesitado tanta mano de obra desde que colapsara la Unión Soviética. El medio asegura que AvtoVaz buscaría emplear a algunos cientos de reclusos de los más de 300.000 presos que el país ha tenido en sus cárceles. Miles de ellos, además, ya han sido llevados al frente en los últimos meses, con la promesa de su indulto.
Otros medios, sin embargo, elevan la cantidad de reclusos que quiere emplear AvtoVaz hasta los 2.900 trabajadores forzosos. Según estas fuentes, por ley, los reclusos podrían cubrir hasta el 50% de la plantilla. Con el aumento de la producción esperada, los cientos de reclusos ascenderían a casi tres millares en 2024.
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Foto | Lada