En parte, ‘Reza, obedece, mata’ cae un poco víctima de esta fatiga del true crime. No es tanto culpa suya, de los documentalistas, sino de cierta inoculación hacia el morbo natural que provoca este tipo de producciones. Ese, creo yo, es el principal escollo al que se enfrenta esta, por otro lado, interesante serie documental de HBO Europe.
A lo largo de sus seis episodios los investigadores Martin Johnson y Anton Berg, junto con el director Henrik Georgsson, indagan en uno de los crímenes más mediáticos de Suecia: el asesinato de una joven y el intento de asesinato hacia otro vecino de una pequeña comunidad del pequeño pueblo de Knutby en una gélida noche de enero.
Lo que a simple vista parece ser un mero crimen pasional, pronto va desvelándose como algo más. Es la exploración ya no del por qué, sino de la podredumbre que se vislumbra en el mismo núcleo de la congregación pentecostal que habita en ese lugar la principal baza del documental. De hecho se comienza con el testimonio de Helge Fossmo, pastor condenado por esta conspiración y a partir de ahí se intenta reconstruir qué llevó a esa trágica noche.
Un cóctel de amantes, búsquedas espirituales y SMS divinos
Ese mismo hilo, con un pastor con una mujer asesinada, el marido de su amante malherido y una canguro —también amante de este— que confiesa haber perpetrado el doble crimen es tan jugoso pero entraña el riesgo de convertirse en esos árboles que no dejan ver el bosque. Ese es el acierto del documental: si bien es consciente de esos potentes elementos morbosos, le interesa indagar todo lo que pueda en el tóxico ambiente que floreció en ese pequeño rincón del mundo.
Salvando las distancias, los sujetos del documental recuerdan un tanto a los de ‘El juramento‘ en ese sentido de ser una comunidad con sus propios códigos, lenguajes y codependencias difíciles de asumir desde fuera pero que, estando dentro, parecen completamente naturales. También ayuda a esta percepción el hecho de que Fossmo se encuentre en una búsqueda espiritual superior al resto de pentecostales.
Restándole naturalidad al relato
‘Reza, obedece, mata’ transcurre entre interrogatorios, vídeos de archivo, cintas personales, dramatizaciones y, por algún motivo, debates y disquisiciones entre Martin Johnson y Anton Berg que recurriendo a maquetas y esquemas intentan tener una imagen clara de lo que pasa. Aquí hay un punto realmente flojo ya que hay un teatrillo algo forzado que le quita bastante naturalidad al relato.
Eso, y su larga extensión (le hubiera venido mejor un par de episodios menos), hacen que este sea un documental que, si bien es interesante en la potencia de lo que ocurre en Knutby, da la sensación de que la fuerza del caso se diluye entre ciertas redundancias y otras divagaciones. Una pena, porque ‘Reza, obedece, mata’ es un documental de crímenes atractivo pero que no logra atrapar.