Regañar a tu hijo en público daña su autoestima; dialoga con él en privado

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Seguro que alguna vez has presenciado una situación así, o tú misma la has reproducido: regañar a los niños en público, delante de los demás. Y no te sientas mal si lo has hecho alguna vez, somos humanos.

Sin embargo, es interesante reflexionar sobre las consecuencias de ello si queremos ir alineados a una crianza respetuosa y consciente.

Hablamos de por qué no deberías regañar a tu hijo en público, de los beneficios de hablar las cosas en privado y de cómo reformular una crítica para que tu hijo la reciba de una manera constructiva (y además, aprenda).

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Por qué no deberías regañar a tu hijo en público

1. El comportamiento no cambiará

Tu hijo no va a mejorar su comportamiento porque le regañes en público, al contrario, éste puede empeorar. Piensa que si le regañas en público, se sentirá mal, e incluso puede pasar vergüenza.

Además, regañar no implica un modelo alternativo de conducta, por lo que tu hijo «no aprenderá nada». Mejor opta por otras estrategias.

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2. Lo estás poniendo en evidencia

Si regañas a tu hijo en público es probable que se sienta mal, avergonzado o incluso humillado (sobre todo si hay amigos suyos delante, personas conocidas para él o mucha gente). En cierta forma, lo estás dejando en evidencia, y puedes hacer exactamente lo mismo pero cuando estéis solos.

3. Dificultas la construcción de su grupo de referencia

Para los niños es importante construir un grupo de referencia con el que se sienta identificado y protegido, eso es, sus modelos; sus modelos pueden ser sus profesores, sus padres e incluso, algunos de sus amigos.

Pero si evidencias, regañas o corriges a tu hijo en público, este proceso puede dificultarse, porque perderá seguridad en sí mismo y también en ese grupo de referencia que sois vosotros. Con estas palabras lo afirma Guila Sosman, psicóloga y docente de la Universidad del Pacífico:

“Cuando menosprecias a tu hijo o hija en presencia de otras personas, lo violentas psicológicamente porque evitas que construya un grupo de referencia que le brinde aceptación y cariño para su desarrollo”.

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4. No respetas su intimidad

Al regañar a los niños en público, no estamos respetando su derecho a la intimidad. Así, hay cosas que se pueden decir delante de otras personas y otras que mejor no (por respeto a esa intimidad; pensemos que el comportamiento que consideramos inadecuado de nuestro hijo, forma parte de su intimidad, y no tienen por qué enterarse terceras personas).

5. Promueves sentimientos de tristeza e inseguridad

Al regañar a tu hijo en público estás promoviendo en él sentimientos como la tristeza o la inseguridad personal. Aunque utilices «buenas formas» para decirle las cosas, si lo haces públicamente, él se sentirá señalado, lo cual tiene un impacto en sus emociones y en su autoestima.

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6. Otras formas de actuar serán mejor para su autoestima

Si en lugar de regañar en público a tu hijo, le dices lo que consideres en privado, él se va a sentir mejor, y su autoestima tampoco se verá afectada por la exposición a los demás.

Por otro lado, piensa que para los niños sus padres son su «zona segura», y por ello esperan sentirse seguros con ellos en sus interacciones.

Además, si habláis las cosas en privado, le das la oportunidad de expresarse más libremente, en un espacio íntimo y seguro.

Si en lugar de regañar en público a tu hijo, le dices lo que consideres en privado, él se va a sentir mejor, y su autoestima tampoco se verá afectada por la exposición a los demás.

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Beneficios de hablar las cosas en privado

En cambio, hablar las cosas en privado con tu hijo, le hará sentirse en un ambiente seguro aunque esté recibiendo un comentario que quizás no es de su agrado.

Y por otro lado en ese espacio se sentirá tranquilo para responder y expresar cómo se siente, por qué ha actuado así, y a reflexionar (juntos) otras formas de comportamiento.

Recuerda que castigar, reñir o reprochar no es educar; con estas acciones, aunque es normal llevarlas a cabo de vez en cuando, en realidad no le «enseñamos» algo nuevo a nuestro hijo. Sí le decimos qué NO debe hacer, pero también es importante transmitirles lo que esperamos de ellos y asegurarnos que lo entienden.

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¿Cómo «regañar» de forma respetuosa?

Más que regañar, lo ideal es ofrecer pautas de conducta, hablar las cosas y explicar por qué un comportamiento es inadecuado o reprochable y otro no.

En definitiva; educar a nuestro hijo desde el amor y la comprensión y transmitirle qué esperamos de él, ofreciéndole recursos que le ayuden a mejorar si no los tiene o si aún es muy pequeño para adquirir ciertos hábitos.

¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de hacer todo esto? Algunas pautas que nos puede ayudar tener en cuenta son:

  • Dile las cosas en el momento justo, si no le generarás confusión; por ejemplo, si ha corrido mucho en casa y ha roto algo, díselo al momento, no esperes a la cena porque entonces se pierde el hilo.
  • Explica las cosas con claridad: qué espero de tu comportamiento (y muy importante; ¿por qué lo espero? ¿Por qué es importante que «te portes así o asá»? Los niños necesitan entender para aprender (sin caer en las sobrejustificaciones); no basta con decir «eso no».
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  • No recurras al chantaje emocional, al castigo físico, a los insultos o a las palabrotas.
  • Ofrece una alternativa a su conducta para que aprenda qué hacer en futuras ocasiones.
  • Si rompe algo, transmítele el mensaje de que debe repararlo (con tu ayuda si la necesita) (es lo que se conoce como la sobrecorrección).
  • Escúchale; ¿por qué ha hecho esto y no lo otro? ¿Es por una falta de recursos o por otras razones?
  • Descalifica el comportamiento específico de tu hijo, no a tu hijo (¡evita etiquetarle!).
  • El mensaje debe ser coherente y la reprimenda, proporcional a la acción. Y recuerda, eres su modelo, predica con el ejemplo de las cosas que quieres que él reproduzca también.

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