Un robo terminó esclareciéndose casi en su totalidad por la osadía e investigación de la propia víctima, que descubrió el sistema de venta y reventa de elementos sustraídos.
Sebastián Rodríguez, propietario de una metalúrgica en calle 6 Sur, sufrió el robo de seis amoladoras, un plasma de corte, una caja de herramientas, dos taladros y máscaras de soldar. Todo vale más de 200 mil pesos.
Publicó en redes sociales el faltante de sus herramientas y varios empezaron a advertirle que alguien las estaba ofreciendo en venta en Facebook.
La primera casualidad: el que las ofrecía es hermano de un conocido.
Sebastián fue a la casa de ese muchacho, le contó la situación, buscaron al «vendedor» y recuperó algunas. Al mismo tiempo, descubrió que previamente otro joven se las había vendido antes.
Segunda casualidad: el primer vendedor es empleado de un amigo de Sebastián.
Lo decepcionante de la historia para el damnificado fue que su propio amigo le había comprado esas herramientas robadas a su empleado, sabiendo la procedencia y de quiénes eran.
Una amoladora y dos taladros los compró a 6 mil pesos, cuando la primera herramienta cuesta más de 22 mil pesos y el taladro a batería está a 50 mil en el mercado legal.
Investigando por su cuenta logró dar con el circuito de venta de cosas robadas, y buscando en los alrededores de la metalúrgica encontró otros elementos que los ladrones escondieron para buscar en otro momento.
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