Convertida la avena en el alimento saludable por excelencia de los últimos años, se nos olvida un poco que también es un ingrediente habitual de recetas, digamos, no tan sanas. Si las famosas -falsas- galletas de avena y plátano te parecen corchopán gomoso -es lo que hay-, esta receta de hoy viene a hacer las paces con quienes buscan una galleta crujiente, sabrosa, dulce y, sí, calórica.
Más nutritiva que una galleta industrial corriente, pues el porcentaje de copos de avena es muy superior al de harina refinada y no usamos grasas hidrogenadas, pero que nadie piense que es un dulce sano. Es un capricho de consumo ocasional y moderado; ya que cada uno las gestione como crea conveniente.
Precalentar el horno a 180ºC con calor arriba y abajo, y preparar un par de bandejas grandes con papel de hornear antiadherente.
Disponer en un recipiente la mantequilla ablandada troceada con los dos azúcares, la vainilla, la sal y el bicarbonato. Batir con batidora de varillas hasta homogeneizar, varios minutos. Echar el huevo -no debe estar frío- y batir un poco más.
Incorporar la harina con el bicarbonato, batir un poco a velocidad baja y echar los copos de avena. Terminar de batir o mezclar a mano hasta integrarlos por completo.
Repartir bolitas de masa del mismo tamaño, aproximado, en las bandejas, cogiendo dos cucharadas por porción (30 ml). Dejar espacio de varios centímetros entre ellas, pues se expandirán mucho.
Hornear una bandeja cada vez durante unos 13-15 minutos, más si se quieren especialmente crujientes, cuando los bordes empiecen a oscurecerse. Esperar a que se enfríen fuera del horno en la bandeja antes de guardar.
Con qué acompañar las galletas crujientes de avena
Finas y crujientes, estas galletas de copos de avena se prestan a ser mojadas en leche sola o café para contrarrestar su dulzor, sin riesgos a que la taza o el vaso acabe lleno de barquitos de migas, pues tardarían en reblandecerse. Serían un buen aderezo de una copa de helado de yogur, nata o vainilla, incluso desmenuzadas para aportar ese topping crujiente que tan bien le sienta a un postre cremoso. Si nos apasiona el chocolate, un baño o glaseado de chocolate muy negro le iría de perlas.
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