En España, estamos acostumbrados a que los realities sean solo de tres tipos: un concurso en el que un jurado premia al mejor en algo, un montón de personas (de un tiempo a esta parte famosos) conviviendo o una isla en la que solteros y solteras encuentran el amor. Pero, por suerte, ahí fuera hay todo un mundo de posibilidades que, en su día, se probaron en nuestro país (tristemente) sin mucho éxito.
Puede que algunos recuerden ‘El traidor’ y ‘El topo’, versiones de Cuatro y Telecinco del mismo concepto: ‘The mole’, un programa que tras trece años de ausencia en nuestras televisiones vuelve a Netflix con el nombre de ‘¿Quién es el topo?’ en un formato más americanizado (obviamente), espectacular, centrado, paranoico… Y en el que solo se echa de menos conocer un poco mejor a los concursantes.
Buscando al soplón
El funcionamiento del programa es sencillo pero entrama una profunda complejidad psicológica: entre los 12 concursantes que harán pruebas para sumar dinero del bote (que, al final, se llevará uno de ellos) hay un topo, un traidor puesto por la organización que intentará que no se cumplan las pruebas y se pierda tanto dinero como sea posible… para ganarlo él.
Al final de cada día, cada concursante debe rellenar un formulario en el que indica, en veinte preguntas, quién cree que es el topo (qué color de pelo tiene, qué lleva puesto, etcétera). El que menos acierta, se va a la calle. Y lo que al principio es un juego, enseguida se convierte en paranoia absoluta. Si alguien falla en una prueba es visto como un movimiento típico del topo. Si alguien decide perder dinero a cambio de ganar una tarjeta para no ser eliminado esa ronda, se desconfía de él.
Es un juego divertido, perturbador y paranoico en el que el espectador puede jugar con el equipo. Por suerte, hasta el episodio final no sabremos la identidad del boicoteador y podremos hacer conjeturas sobre quién creemos que está fallando -o no- las pruebas en cuestión. ¿Es el chico perfecto que no hace más que ganar, usándolo como excusa? ¿Es la chica que falla una y otra vez en las pruebas? ¿La que está callada, o el que insiste en ser el protagonista? De momento, Netflix ha emitido ocho episodios en los que cualquiera puede ser culpable. Y no podría ser más emocionante.
El noble arte del cliffhanger
‘¿Quién es el topo?’ tiene en su mayor virtud su mayor error: cada episodio tiene tanto que contar en cuarenta minutos, que se olvida de explicarnos quiénes son esas personas que están jugando. En uno de los primeros episodios, se dice que dos de los concursantes tienen una gran amistad, pero es la primera noticia para el espectador: el programa de Netflix se centra en las pruebas y las votaciones y abandona por completo la convivencia, donde, probablemente y entre conversaciones, haya mucho más juego mental y acusaciones que acaban eliminadas.
Eso sí, al ver las pruebas, merece la pena pagar el peaje: el reality sabe aprovechar al máximo Australia, y tiene pruebas que hace años que ni ‘The amazing race’ puede soñar, desde persecuciones en taxi por Sidney hasta búsquedas del tesoro en mitad de la selva, todo ello aderezado con las mecánicas de las escape rooms: consigue la llave del candado, acierta la contraseña, observa bien todos los elementos de la sala… Y, como en su día mostró el estupendo experimento ‘El gran secuestro’ (en Playz), ver cómo se resuelve una escape room también puede ser tan divertido como hacerlo tú.
‘¿Quién es el topo?’ podría haber sido un desastre si en cada prueba no indican dónde está cada jugador o cuáles son los pasos de la misma. Sin embargo, el equipo de edición es fabuloso y no solo consigue que, como en una buena película de ‘Misión imposible’, entiendas todo en cada momento (también situacionalmente), sino que son unos maestros del cliffhanger, cortando los episodios de manera continua en el mejor momento posible y obligándote a ver el siguiente: es pura droga en formato audiovisual.
Pero entonces, ¿quién es el topo?
Netflix ha resucitado un formato muerto y ha bajado el dinero que se puede ganar, pero manteniendo el nivel de intensidad: ¿Harías perder todo el dinero del bote a cambio de no poder irte esta noche? ¿Fallarías a posta para que los demás creyeran que eres el topo y así irlos echando uno a uno cuando se equivoquen en sus tests? ¿Cómo puedes confiar en alguien si la paranoia te obliga a desconfiar absolutamente de todos?
‘¿Quién es el topo?’ es un absoluto acierto y un revulsivo contra ‘Pesadilla en el paraíso’ y el resto de realities por los que Mediaset tiende a apostar: un formato conciso y con episodios de duración serie en los que la adrenalina obliga a ver un episodio tras otro. Es cierto que esta adrenalina lleva a que en las pruebas estés más pendiente de quién hace cosas por fastidiar a los demás que de la prueba en sí misma, pero es inevitable en un formato así de original.
Tras el divertido pero algo desigual ‘The Circle’ y el desastre de ‘Insiders’, Netflix ha acertado de pleno en esta especie de mezcla de ‘Survivor’, ‘The amazing race’ y una novela whodunit de Agatha Christie. Emoción, intriga y un soplo de aire fresco para todos los que no se conforman con lo de siempre. Bueno, ¿has adivinado quién está detrás de todas las maldades?