El gotelé es uno de esos fenómenos decorativos inexplicables para muchos que dominaron durante décadas el interior de los hogares españoles. Junto a los muebles de toda la vida, los tapetes sobre las mesas y las figuritas de porcelana, el gotelé forma parte del imaginario colectivo de nuestro país.
La historia de este tipo de pintura hay que encontrarla en los años sesenta. Con el desarrollismo español, miles de personas emigraron del medio rural a las ciudades. Y en ese contexto de boom urbanístico, se construían edificios y viviendas a un ritmo desenfrenado.
El gotelé, una técnica para tapar desperfectos
Se construía tanto y tan deprisa, que la calidad no era precisamente buena. Los desperfectos o los desniveles de las paredes se acumulaban sin solución de continuidad en los edificios colmena que se construían por toda la geografía española.
Y para tratar de disimular esos errores, surgió el gotelé. Una técnica de pintura al temple y acabado en grano que tapaba cualquier desperfecto y que se extendió de forma masiva gracias a ser un producto barato, inmediato y que no requería mano de obra demasiado cualificada.
Pese a que esta técnica es denostada y rechazada, lo cierto es que el gotelé, ya sea con acabado más pequeño y fino, o con granos más gruesos, todavía pervive en miles de viviendas de este país. La dificultad de quitarlo, la imposibilidad de poner encima papel pintado y el coste económico para eliminarlo explica de forma rápida que esta técnica pasada de moda siga sobreviviendo en un importante porcentaje de viviendas.
Así lo explica Carlos Cala Barroso, escritor, periodista y subdirector del programa de la Cadena Ser Hoy por: «Cuando compramos la casa, ya tenía gotelé. A mí no me gustó nada, pero en ese momento no lo quitamos, pensando en hacerlo más adelante. El problema fue que ese ‘más adelante’ luego no es tan fácil, porque tienes que dejar la vivienda prácticamente vacía para hacerlo, y no puedes vivir en ella, porque es un proceso que levanta mucho polvo. La cuestión es que, con el paso del tiempo, nos hemos ido acostumbrando al gotelé. Hay muchas personas que nos dicen que tampoco queda tan mal, que acompaña al estilo de una casa que se encuentra casi en el campo. Una amiga que había quitado el gotelé en su casa me intentó convencer de que no lo hiciera yo, asegurando que las paredes están más expuestas a cualquier imperfección o daño, y que éstos se notan más que con el gotelé. Vamos: me vino a decir que estaba arrepentida de haberlo quitado. Así que poco a poco nos hemos ido acostumbrando a él, y cada vez lo veo con mejores ojos y cada día albergo la esperanza de que vuelva a ponerse de moda».
¿Podría volver a estar de moda?
Pese a que la mayor parte de los interioristas y expertos en decoración se niegan a recuperar esta técnica de pintura, lo cierto es que hay algún movimiento que el gotelé no solo no le pone los pelos como escarpias, sino que pide indultarlo y reivindicar su importancia dentro de la historia de la decoración de nuestro país. La mayor parte de estas corrientes no piden la vuelta del gotelé, pero sí quieren rehabilitar su imagen para explicar la importancia que tuvo en un momento de nuestra historia.
Pero la pregunta está ahí. Si hace años el terciopelo era algo demodé y ahora es pura sofisticación, o si todos rechazábamos el terrazo no hace tanto, y ahora es un material de vanguardia… ¿Por qué no puede pasar lo mismo con el gotelé?
Hay viviendas, como esta casa situada en un edificio de Facundo Martínez en Valencia, y en la que viven los arquitectos Eduardo Mora Ruiz de Alda y José Benlliure, que no se comprenderían si no tuvieran este tipo de revestimiento en sus paredes.
Estos dos arquitectos han apostado por mantener el legado de Facundo Martínez en casa, y lo cierto es que el gotelé no choca ni se ve extraño en la chimenea del salón o en el resto de las paredes de la vivienda. Es más , el conjunto demuestra que medio siglo después, las soluciones que se aplicaron en estas viviendas del centro de Valencia fueron brillantes, frente a otras construcciones que se levantaron durante la época del desarrollismo.
«Desde que entramos a vivir, hemos intentando mantener el espíritu del constructor. En Valencia hay muchos edificios y muchas casas de Facundo que han sido destrozadas. Son edificios muy particulares, y hay que saber dónde vas a vivir. Si vas a venir aquí para destrozar la casa y reformarla de nuevo, no merece la pena. Si decides vivir en un sitio así, es para proteger su patrimonio y poner en valor su obra», reflexionan los actuales propietarios de esta vivienda valenciana.
El interiorista Guille García-Hoz está en el lado de los profesionales que defienden que esta técnica podría volver. No como la conocimos durante el desarrollismo, pero sí adaptada a nuestra época y a la necesidad de crear texturas y movimiento en los interiores. Para Guille, la pared lisa blanca es aburrida.
Diego Guillén también defiende, con matices, el uso del gotelé en los proyectos en los que el espacio le pida unas paredes texturizadas: “Como interiorista me encanta combinar texturas en mis proyectos para crear espacios más acogedores y más interesantes, aunque como ya viví el gotelé en mi infancia no me fascina y mucho menos en el techo. Ahora mismo sería muy reacio a incorporarlo en mis diseños, salvo que el propio concepto del espacio me pida esa vuelta a los 80 o unas paredes texturizadas. No obstante, sí podemos utilizar papeles pintados que imitan distintos formatos de gotelé y que además disimulan desperfectos en la pared, obtenemos un resultado parecido y es mucho más fácil de eliminar si nos cansamos”.
El futuro
Realmente, es complicado que volvamos a ver que gotelé sea tendencia tal y como lo conocimos. Pero sí que es cierto que frente a las paredes lisas que hemos visto en los últimos años, las tendencias en el mundo de la decoración y el interiorismo nos encaminan hacia interiores con un aspecto muy natural en el que las texturas y las rugosidades son de nuevo protagonistas.
Fotografía de portada | Casa de Jesana Motilva, foto de Nacho Viñau Ena.
En Decoesfera | Cómo quitar el gotelé que «adorna» tus paredes; cuánto cuesta quitarlo y sobre todo, cómo convivir con él, (si no tienes más remedio)
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