Qué es La Niña y qué efectos tiene: el fenómeno que cada cierto tiempo pone patas arriba la meteorología del planeta

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El
Niño
y
La
Niña,
las
dos
caras
de
la
moneda
climática
que
llamamos
ENSO
(El
Niño-Oscilación
del
Sur
).
Este
péndulo
climático
se
encuentra
ahora
en
pleno
cambio
de
fase:
si
durante
el
año
pasado
el
mundo
se
encontraba
en
su
fase
de
El
Niño,
ahora

nos
dirigimos
al
lado
opuesto,
La
Niña.

Se
trata
de
fenómenos
de
alcance
mundial,
por
lo
que
haremos
un
repaso
de
qué
ENSO
y
cuáles
son
las
consecuencias
que
podemos
prever
de
este
cambio
de
fase
que
tenemos
delante.

Por
tratarse
de
las
dos
caras
de
una
misma
moneda,
podemos
explicar
qué
es
La
Niña

dentro
del
contexto
de
la
oscilación
completa
.
El
ciclo
de
ENSO
es
una
oscilación
climática
un
tanto
irregular
que
se
da
por
la
alternancia
entre
temperaturas
más
cálidas
y
más
frías
en
un
área
del
Pacífico.

Si
El
Niño
es
la
fase
“cálida”
de
este
proceso,
La
Niña
es
la
fase
“fría”. 

El
problema
es
que
estas
fluctuaciones
en
la
temperatura
del
agua
de
una
estrecha
franja
oceánica
desencadenan
un
efecto
dominó
de
consecuencias
climáticas
que
se
hacen
notar
en
mayor
o
menor
medida
en
buena
parte
del
mundo.
Especialmente,
por
proximidad,
en
las
costas
occidentales
de
Sudamérica.

En
esta
zona,

el
fenómeno
de
El
Niño

genera
intensas
lluvias
que
se
extienden
también
por
la
costa
pacífica
de
Norteamérica.

Los
efectos
de
La
Niña

son,
como
cabe
esperar,
bien
distintos.
Esta
fase
se
relaciona
con
fuertes

vientos
alisios
,
un
descenso
de
la
temperatura
ecuatorial
y,
si
El
Niño
se
relacionaba
con
fuertes
lluvias
e
inundaciones,
La
Niña
trae
consigo
temporadas
más
secas.

Sin
embargo
las
consecuencias
de
esta
alternancia
se
expanden
por
todo
el
mundo.
En
el
caso
de
La
Niña
podemos
poner
ejemplos
como
sequías
en
el
Cuerno
de
África
y
en
la
zona
sur
de
 Sudamérica.
La
Niña
también
puede
traer
consigo
precipitaciones
en
algunos
lugares,
como
el
sudeste
asiático
y
partes
de
Oceanía.
Un
caso
particular
es
el
de
México,
donde
reduce
las
precipitaciones
en
el
norte
y
centro
pero
las
aumenta
en
la
costa
del
Pacífico.

La
alternancia
entre
El
Niño
y
La
Niña
también
tiene
un
impacto
sobre
la
distribución
de
los
huracanes.
La
aparición
de
estas
tormentas
extremas
depende
en
buena
medida
de
la
temperatura
en
la
superficie
del
océano.
El
Niño
se
relaciona
con
temperaturas
más
altas
en
el
Pacífico,
lo
que
hace
que
en
esta
fase
la
temporada
de
huracanes
en
el
Pacífico
oriental
sea
más
intensa.

En
contraste,
La
Niña
“suaviza”
la
intensidad
de
los
huracanes
en
el
pacífico
oriental
pero
hace
que
la

temporada
atlántica
de
huracanes


sea
más
temible
.
Este
es
el
motivo
por
el
que

los
meteorólogos

esperan
que
la
segunda
mitad
del
verano
vea
un
repunte
en
la
actividad
de
estas
tormentas
en
el
Atlántico
norte,
Caribe
y
golfo
de
México.

Los
impactos
pueden
variar
de
región
a
región
y
no
siempre
son
simétricos.
En
España,

por
ejemplo
,
los
efectos
de
La
Niña
suelen
hacerse
notar
más,
lo
que
suele
traducirse
en
años
con
menos
precipitaciones
y

propensos
a
la
sequía
.


La
Niña
se
acerca

Además
de
los
impactos
climáticos,
ENSO
tiene
otro
problema:

es
muy
difícil

predecir
este
ciclo.
No
solo
es
difícil
estimar
con
precisión
cuándo
se
producirá
el
cambio
de
ciclo,
tampoco
es
fácil
determinar
qué
intensidad
tendrá
la
siguiente
etapa
en
esta
oscilación.

Es
por
eso
que
desde
primavera
llevamos
escuchando
diversas
estimaciones
sobre
cuándo
llegará
por
fin
La
Niña,
sabemos
que
está
cerca
pero
no
sabemos
del
todo
cuán
cerca
se
encuentra
la
alternancia.

Según
estimaciones
recientes

hay

un
70%

de
probabilidades
de
que
La
Niña
llegue
entre
agosto
y
septiembre.

Las
temperaturas
medias
mundiales
llevan
mes
tras
mes
batiendo
récords
y
suman
ya
más
de
un
año
consecutivo
de
esta
anomalía
cálida.
Muchos
expertos
creen
que
El
Niño
tiene
parte
de
la
culpa
(que
no
toda).
En
este
sentido,
existe
cierto
optimismo
con
respecto
a
lo
que
La
Niña
nos
puede
traer:
un
descenso
de
las
temperaturas
medias
globales,
un
respiro
climático.

En
los
océanos
es
posible
que
el
cambio
de
tendencia
haya
comenzado:
la
temperatura
media
de
las
aguas
del
planeta
ya
no
está
por
encima
de
la
que
veíamos
el
año
pasado
por
estas
fechas
(aunque
tampoco
está
muy
por
debajo).
Quizás
la
temperatura
atmosférica
siga
este
camino.
Aún
así,
la
tendencia
a
largo
plazo,
probablemente
marcada
por
el
cambio
climático,
no
es
tan
optimista
en
este
sentido.

Una
curiosidad
sobre
este
fenómeno
es

el
origen
del
nombre
.
Este

procede
de
la
expresión
“El
Niño
de
Navidad”

y
tiene
su
probable
origen
en
el
siglo
XVII.
Fueron
los
pescadores
de
la
costa
oeste
de
Sudamérica
los
primeros
en
percibir
este
singular
patrón
climático.

Puesto
que
El
Niño
tiende
a
presentar
su
pico
de
actividad
en
el
mes
de
diciembre,
estos
comenzaron
a
asociar
el
fenómeno
climático
con
la
Natividad.
La
Niña,
por
su
parte,
recibiría
su
nombre
en
contraposición
e
esta
primera
onomástica.

En
Xataka
|

2023
fue
el
año
en
el
que
El
Niño
y
el
cambio
climático
compitieron.
En
la
Amazonia
ya
sabemos
quién
ganó