Precalentar el horno a 100ºC con ventilador, si lo tiene, o 120ºC con calor arriba y abajo. Secar las pechugas con papel de cocina, retirar posibles restos de grasa, piel o telillas, y salpimentar generosamente. Cocinar a la plancha o sartén de hierro apta para el horno marcándolas por ambos lados, presionando con la espátula para dorarlas bien.
Llevar directamente la sartén al horno o trasladar a una fuente refractaria. Si no tenemos sartén apta para el horno, reservar esta para la salsa. Las pechugas deberían tardar unos 30 minutos en cocinarse a esta baja temperatura; comprobar el punto con un termómetro de cocina o cortando la carne en la parte más gruesa. Girarlas a los 20 minutos.
Mientras tanto, enjuagar bien la quinoa y poner a cocer en 250 ml de agua (o caldo de pollo o verduras, si tenemos) con el laurel, el ajo troceado, el jengibre pelado, un trocito de guindilla o chile (opcional) el azafrán y un poco de sal. Cuando llegue a ebullición, tapar con tapadera o papel de horno, bajar el fuego y dejar cocer suavemente unos 20-25 minutos.
Comprobar el punto de cocción y remover con un tenedor; retirar los aromáticos y aderezar con la ralladura fina de la naranja y un chorrito de aceite. Reservar caliente. Cocer el brócoli lavado y troceado al vapor o en microondas durante unos 8-10 minutos, dejándolo ligeramente crujiente o al gusto.
Retirar el pollo de la sartén y llevar esta al fuego de nuevo para desglasar los jugos con el zumo de la naranja y la salsa picante, dejando que reduzca. Repartir la quinoa en platos, las pechugas fileteadas y el brócoli, regando la carne con la salsa de naranja y aderezando con sésamo al gusto.