Cookies
por
aquí,
cookies
por
allí.
Los
poco
eficaces
avisos
de
cookies
que
aparecen
al
entrar
por
primera
vez
en
prácticamente
cualquier
página
web,
así
como
su
vinculación
con
el
rastreo
y
la
publicidad
han
hecho
que
les
hayamos
cogido
algo
de
manía
a
las
cookies,
en
ocasiones
obsesionándonos
con
borrarlas
o
buscarles
una
alternativa.
Y
sin
embargo,
las
cookies
son
útiles.
Las
cookies
del
navegador
son
una
herramienta
que
cuando
se
idearon
en
1994
no
se
podía
anticipar
los
problemas
que
acarrearían.
30
años
más
tarde,
las
cookies
apenas
han
cambiado
y
siguen
siendo
una
pieza
fundamental
a
la
hora
de
navegar
por
Internet.
Sirven
para
mucho
más
de
lo
que
creemos.
Para
esto
sirven
las
cookies
del
navegador
Las
cookies,
al
igual
que
la
caché
de
las
aplicaciones,
parece
que
existan
sólo
para
que
las
borremos,
cuando
no
es
así.
Son
en
esencia
pequeños
documentos
que
se
guardan
localmente
en
tu
navegador,
para
multitud
de
funciones.
Las
cookies
permiten
a
un
sitio
web
guardar
una
pequeña
cantidad
de
datos
en
el
navegador,
que
no
habría
otro
modo
de
guardar.
Datos
como,
por
ejemplo,
las
preferencias
de
un
sitio
web,
si
quieres
que
se
use
el
modo
claro
o
el
modo
oscuro.
Si
se
guardaran
en
el
servidor,
el
propio
servidor
no
tendría
un
modo
de
distinguir
quién
es
cada
usuario,
a
no
ser
que
antes
inicie
sesión
con
su
cuenta.

Un
dato
tradicional
que
se
guarda
en
las
cookies
es
la
sesión
activa,
de
modo
que
no
necesites
iniciar
sesión
de
nuevo
cada
vez
que
vuelves
a
abrir
la
página
web.
Este
es
el
motivo
por
el
cual
después
de
borrar
las
cookies
de
un
sitio
web,
tienes
que
volver
a
iniciar
sesión
la
próxima
vez
que
la
visites.
En
un
terreno
más
mundano,
las
cookies
también
nos
permiten
añadir
elementos
a
un
carrito
de
la
compra
online
sin
haber
iniciado
la
sesión.
Sin
la
cookie
que
nos
identifica,
el
servidor
web
no
tendría
modo
de
saber
si
el
litro
de
leche
va
en
nuestro
carrito
o
el
de
cualquier
otro
usuario.
Por
supuesto,
esta
identificación
también
se
usa
para
el
mal,
siendo
el
modo
más
extendido
de
realizar
seguimiento
de
un
usuario
y
un
perfil
publicitario
a
través
del
cual
mostrar
anuncios
personalizados.
Estos
son
los
principales
usos
de
las
cookies
del
navegador:
-
Inicio
de
sesión.
Las
cookies
te
permiten
mantener
la
sesión
iniciada
sin
tener
que
volver
a
introducir
tu
usuario
y
contraseña
cada
vez
que
vuelves
a
abrir
la
web. -
Guardado
de
preferencias.
Configuraciones
como
el
idioma
preferido,
el
tema
o
cualquier
otro
asunto,
de
forma
local,
sin
tener
que
iniciar
sesión. -
Carrito
de
la
compra.
Las
cookies
permiten
usar
el
carrito
en
sitios
de
comercio
electrónico
sin
tener
que
iniciar
sesión. -
Analítica
web.
Las
cookies
se
usan
para
recopilar
datos
de
cómo
los
usuarios
interactúan
con
un
sitio
web. -
Publicidad.
Las
cookies
se
usan
para
mostrar
anuncios
personalizados
basados
en
el
comportamiento
de
navegación
del
usuario.
En
este
caso
suelen
usarse
cookies
de
terceros. -
Rastreo.
Relacionado
con
el
anterior,
las
cookies
se
pueden
usar
para
analizar
las
webs
que
visita
un
usuario
y
generar
un
perfil
publicitario.
Como
usuario,
posiblemente
no
te
interesen
en
absoluto
los
tres
últimos
usos
de
las
cookies
(analítica
web,
rastreo
y
publicidad),
que
son
los
que
llevan
años
dándoles
mala
fama.
Las
cookies
como
tal
no
son
buenas
ni
malas,
sino
que
dependen
del
uso
que
se
les
estén
dando
las
páginas
web
que
visitas.
Es
posible
vivir
sin
cookies,
aunque
a
cambio
Internet
es
un
poquito
peor
pues
necesitas
iniciar
sesión
cada
vez
que
visitas
una
página
web
y
cada
vez
que
quieres
guardar
un
dato.
No
obstante,
la
decisión
final
es
tuya
y
siempre
te
quedará
borrar
cookies
de
forma
selectiva
o
aceptar
sólo
algunas
cookies.
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