Por el nombre, puede parecer un tema de risa, pero la realidad es que no es así. Las «orejas de coliflor» son una de las deformaciones más frecuentes en luchadores de artes marciales y jugadores de rugby y otros deportes de contacto que se produce debido a un fuerte golpe o muchos golpes repetidos en esta zona del cuerpo. El resultado es una deformación que puede asemejar una coliflor, de ahí el nombre de esta patología.
Como decíamos, la oreja de coliflor se produce a raíz de recibir un fuerte impacto o muchos golpes repetidos en la zona de la oreja: debido a esto se produce un coágulo o acumulación de sangre o de otros fluidos en el pericondrio de la oreja, el tejido conjuntivo que rodea a la parte gelatinosa de la misma.
El tejido gelatinoso no está vascularizado, es decir, que para recibir nutrientes se vale del pericondrio, en el que sí hay vasos sanguíneos. Cuando el tejido gelatinoso de la oreja queda separado del tejido vascular por ese coágulo, el primero deja de recibir nutrientes, lo que hace que el tejido muera y comience a acumularse tejido fibroso en esa zona, dando lugar a la deformación.
La oreja de coliflor es una deformación irreversible: puede mejorarse drenando los coágulos de la oreja si se actúa con rapidez (dentro de las seis primeras horas) y, claro, a través de intervenciones de cirugía estética. Pero lo cierto es que hasta ahora se ha llegado a ver como un signo de cierto «prestigio» entre los deportistas.
Para evitar su aparición sí pueden usarse ciertas protecciones como el conocido como «casco de melé» en rugby (que ahora pueden llevarlo también los jugadores que no participan en la melé) o el casco protector de la cabeza en deportes de contacto como el boxeo o el kickboxing.
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