Once problemas durante la lactancia materna y cómo solucionarlos, según una consultora de lactancia

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La lactancia materna es el alimento ideal para el recién nacido y durante los primeros seis meses los lactantes no necesitan ningún otro alimento. Pese a que la OMS y otros organismos sanitarios recomiendan desde hace años la lactancia materna exclusiva hasta los seis meses y acompañada de otros alimentos hasta los dos años o más, las tasas de lactancia materna en nuestro país son bajas.

Esto se debe, en parte, a que la lactancia no siempre es fácil y podemos encontrarnos numerosas dificultades y poco apoyo, además de tener una baja maternal corta que no permite estar junto al bebé los primeros seis meses de vida. A continuación enumeramos algunos de los problemas más frecuentes durante la lactancia manterna que atendemos en la consulta y cómo podemos resolverlos.

1. Dolor al amamantar

La lactancia materna no debe doler. Puede molestar en las primeras tomas por la hipersensibilidad de los pezones y por ser una sensación nueva, pero no debe ser dolorosa. Si hay dolor, nos corresponde a los especialistas averiguar a qué se debe.

Una de las causas más frecuentes es un mal agarre; si el bebé no está bien enganchado succionará mal y lesionará el pezón. Debes recolocarlo las veces que sean necesarias para conseguir un buen enganche.

Es bueno alternar las posturas para encontrar aquella en la que la toma sea mejor y pedir ayuda a profesionales si es necesario. Otras causas frecuentes de dolor son el frenillo en el bebé, infección y/o inflamación de la mama, anomalías en el paladar, pezones invertidos y vasoespasmo o fenómeno de Raynaud.

Como veis, las causas de dolor al amamantar son múltiples; es fundamental un diagnóstico y tratamiento precoces para evitar un destete no deseado.

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2. Mastitis aguda

La mastitis es la inflamación del pecho, que puede estar acompañada o no de infección (generalmente bacteriana). Uno o varios cuadrantes del pecho se ponen rojos, inflamados y muy dolorosos.

Suelen acompañarse de síntomas sistémicos, como cuando tenemos una gripe: fiebre, malestar general… Lo primero que debes hacer es garantizar un correcto vaciado del pecho, colocando al bebé frecuentemente a mamar en diferentes posiciones (no es necesario en absoluto dejar la lactancia) y/o extrayendo la leche con sacaleches o de manera manual.

También puedes aplicar frío y tomar medicamentos para bajar la fiebre y disminuir la inflamación y el dolor (paracetamol o ibuprofeno). Si tras 12-24 horas de vaciamiento efectivo persisten los síntomas, es probable que necesites tratamiento antibiótico.

En este caso tampoco es preciso dejar la lactancia pues existen multitud de antibióticos compatibles y el bebé puede seguir tomando la leche del pecho afectado sin problemas (aunque a veces puede rechazarlo pues el sabor es diferente).

3. Grietas en el pezón

Breastfeeding 2428378 1920

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Desgraciamente, es tan común tener grietas que muchas mamás lo ven como algo inevitable, que hay que pasar. Pues no, no es necesario “hacer callo”” y no debería ser normal tener grietas.

Las grietas se producen por un mal enganche del bebé, que lesiona el pezón al mamar. También aquí se han buscado múltiples remedios para solucionarlo. Según la revisión sistemática de la Cochrane de 2014, no hubo pruebas suficientes de que los apósitos con gel de glicerina, los protectores para la mama con lanolina, la lanolina sola o la pomada multifuncional para el pezón mejoraran de forma significativa las percepciones maternas de dolor del pezón.

Aplicar la propia leche en el pezón, algo habitual hace unos años, está ya desaconsejado por el riesgo de infección. ¿Y qué hacemos entonces? Lo principal es mejorar el enganche; es bueno ir variando posiciones y dejarnos asesorar por personal formado en lactancia materna. En el caso de que el dolor sea tal que no te permita amamantar al bebé puedes realizar lactancia diferida (extraernos la leche manualmente o con sacaleches y dársela al bebé) hasta que las grietas se hayan curado.

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4. Ingurgitación mamaria

A los 2-3 días de dar a luz tiene lugar la famosa “subida de la leche”. Es una situación normal y transitoria. Sin embargo, a veces se produce una acumulación excesiva de líquidos (edema) y hablamos de ingurgitación mamaria.

Los pechos están tan llenos que duelen, están inflamados y a menudo los bebés encuentran dificultades para engancharse. Para mitigarlo se han ofrecido diferentes soluciones, sin tener evidencia científica clara según la última revisión Cochrane. Aplicar calor no es recomendable, pues puede empeorar la inflamación (si lo haces debería limitarse a justo antes de la toma).

Puedes aplicar frío, en forma de packs térmicos o de hojas de col (sí, de col, por extraño que parezca), podría resultar beneficioso. Además, realizar la técnica de presión inversa suavizante antes de la toma permite ablandar el pecho y favorece la salida de leche (pues desencadena el reflejo de eyección). Si es necesario, la madre puede tomar antiinflamatorios (para comprobar la compatibilidad de la medicación con la lactancia, se puede consultar la web de www.e-lactancia.org). En general, la situación mejora en unos días.

5. Raynaud: el pezón que se queda blanco

El fenómeno o síndrome de Raynaud se produce cuando los pequeños vasos que llevan la sangre a algunas zonas del cuerpo se estrechan y disminuye el flujo de sangre; la zona afectada se queda blanca.

A los pocos minutos suele ponerse morada y fría y, cuando la zona entra en calor y la circulación se restablece, se pone roja. Es frecuente que suceda en los dedos de las manos y de los pies pero este fenómeno puede afectar también al pezón.

Hay ocasiones en las que la causa no se identifica y puede desencadenarse por el frío y/o el estrés. En otras, puede deberse a un problema mecánico: una mala succión o un bebé con frenillo pueden desencadenar estos fenómenos. Además de solucionar la causa en el caso de que la haya, se recomienda aplicar calor antes y después de la toma y amamantar en lugares cálidos. Tomar bebidas calientes (sin cafeína) también puede ser de utilidad. En casos concretos, puede ser necesario algún fármaco que dilate (ensanche) los vasos sanguíneos.

6. Pezones planos

Los pezones planos no son en absoluto una contraindicación para la lactancia materna y no deberían ni siquiera suponer un problema. Tan sólo los pezones invertidos verdaderos (muy raros, afortunadamente) en los que los filamentos musculares que hacen protuir el pezón son muy cortos o están ausentes, pueden imposibilitar la lactancia materna.

En el caso de tener pezones planos, no es necesaria ninguna preparación previa al parto. Tras el nacimiento del bebé, lo ideal es que se permanezca piel con piel y se realice un enganche espontáneo en la primera hora de vida; este primer agarre generará una impronta y es probable que el bebé no tenga problemas para mamar posteriormente.

Si es necesario, la mamá puede estimular los pezones aplicando frío o realizar una breve extracción inmediatamente antes de la toma. Según avance la lactancia, los pezones irán protuyendo cada vez más (al igual que en lactancias posteriores). En casos puntuales es preciso recurrir a pezoneras, al menos de manera transitoria.

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7. Perlas de leche

Las perlas de leche son unos puntos blanquecinos o amarillentos que aparecen en la punta del pezón y se corresponen con conductos obstruídos.

La causa puede ser traumática (por ejemplo, bebé que tira hacia atrás sin soltar el pecho) o deberse a una infección más profunda. Las perlas de leche son muy dolorosas. Dependiendo del motivo que las origine, actuaremos de manera diferente.

En el caso de ser por un traumatismo, podemos esperar unos días a que se resuelvan espontáneamente (lo que suelo recomendar yo inicialmente); otra opción es aplicar calor (por ejemplo sumergiendo el pecho en agua caliente) y tratar de deshacer la perla frotando suavemente con una toalla. También hay matronas que pinchan la perla con una aguja estéril.

En el caso de deberse a una infección (suelen preceder o coincidir con mastitis y obstrucciones), es preferible no manipularlas; deberemos revisar cuidadosamente la técnica, intentar dar de mamar en diferentes posiciones y es conveniente que nos valore un experto en lactancia por si necesitamos tratamiento.

8. Baja producción de leche

La incapacidad para producir leche suficiente para amamantar a nuestro bebé se llama hipogalactia. Sólo en una minoría de casos es una hipogalactia verdadera: la madre no puede producir leche suficiente; en la mayoría de casos, sin embargo, se debe a causas secundarias que pueden corregirse: mal enganche del bebé, tomas con horiarios rígidos…

Además de corregir esa situación (mejorar el enganche, realizar tomas frecuentes y a demanda…), hay varias opciones para aumentar la producción de leche. La extracción, tanto manual como con sacaleches, aumenta a estimulación del pecho y con ello la cantidad de leche que producimos; puede ser más eficaz si realizamos un masaje del pecho previamente así como si usamos un extractor doble (o colocamos al bebé a mamar mientras nos extraemos del otro pecho).

Para casos particulares, la extracción poderosa puede ser de utildad. Los galactogogos (sustancias que aumentan la producción de leche) tienen su indicación en casos particulares y, en el caso de los farmacológicos, siempre bajo supervisión médica. Los galactogosos naturales, aunque tremendamente usados en determinadas culturas, no han demostrado evidencia científica a día de hoy y algunos podrían incluso ser peligrosos para el bebé.

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9. Bebé adormilado que no quiere mamar

Los recién nacidos suelen estar muy alerta en las dos horas siguientes al parto y maman con avidez; después, sin embargo, entran en una fase de sueño y algunos pasan varias horas así sin reclamar las tomas. Es importante estar atentos a las posibles señales de hambre. Muchos padres se preguntan si deben o no despertar al bebé.

Aunque el pediatra pueda daros determinadas pautas en función de cada bebé, en general se recomienda despertar al bebé si han pasado más de 3 o 5 horas de la última toma. Para esto suele ser eficaz una estimulación suave, cambiarle el pañal, y/o desvestirle. Si el bebé se engancha el pecho pero la succión es pobre, podemos comprimir el pecho durante la succión para ayudar a la salida de leche.

A veces es necesario dejar caer unas gotas de leche materna en la boca a fin de estimular la succión; podemos hacerlo con jeringa, con dedo-jeringa (finger-feeding) o colocando una sonda en el pecho.

10. Anquiloglosia

El frenillo lingual es una banda de tejido que une la lengua al suelo de la boca. Cuando es muy corto puede dificultar el movimiento de la lengua y hablamos entonces de anquiloglosia, que literalmente significa «lengua anclada».

Algunos bebés con frenillo corto no tienen dificultades en la lactancia; en otros, en cambio, esto sí supone un problema: realizan tomas muy largas (porque no pueden extraer eficazmente la leche) y lesionan el pezón a la madre.

Es preciso que un experto en lactancia valore a los bebés con frenillo; muchos se benefician de corregir el enganche al pecho y usar determinadas posiciones (por ejemplo a caballito). Si a pesar de ello sigue habiendo dificultades, se deberá realizar un corte del frenillo para liberar la lengua (frenotomía); muchas veces puede hacerse en consulta mediante un corte con tijeras.

11. Crisis de lactancia

Las crisis de lactancia son periodos en los que los bebés necesitan aumentar la cantidad de leche y, para ello, reclaman las tomas más frecuentemente. Suelen producirse a las 2-3 semanas, 6 semanas, 3 meses y 6 meses, pero las fechas variarán en función de cada bebé.

La crisis de los tres meses es especialmente importante ya que en muchos casos conlleva al destete. A estas alturas, el pecho de la madre ya no está tan lleno, porque gran parte de la leche se produce durante la toma; además, los bebés se han vuelto expertos mamando y tan sólo permanecen unos minutos en el pecho; por último, a partir de esta edad no ganan tanto peso, lo que puede llevar a pensar a las madres que su producción de leche está disminuyendo.

La solución no es otra que seguir haciendo lo que se venía haciendo: dar el pecho a demanda. Es importante saber que existen y que se resolverán en unos días (en general antes de una semana). Y, en caso de tener dudas sobre el correcto crecimiento del bebé o sobre nuestra producción de leche, consultar a un experto en lactancia antes de tomar ninguna decisión.

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