El otro día hablé con una amiga que acababa de ser madre por segunda vez. Con su bebé todo marchaba perfectamente, pero me comentó que estaba muy dolida por los comentarios que estaba recibiendo de la gente de su entorno con respecto a su hijo mayor. Por desgracia, muchas de las cosas que me confesaba me resultaban familiares, y apuesto a que también lo son para un gran número de padres en la misma situación.
Estoy convencida de que en la mayoría de estas ocasiones las cosas se dicen sin pensar en las consecuencias, o incluso con el ánimo de halagar al hermano mayor. Sin embargo, es más que probable que el efecto que cause en el niño sea muy negativo.
Si vas a visitar a un recién nacido y en la familia ya hay otro niño mayor, te recomendamos qué cosas deberías evitar hacer o decir para que el niño (y sus padres) no se sientan dolidos.
1. Visitar al recién nacido e ignorar al hermano mayor
Cuando un bebé llega al mundo, es lógico que familiares y amigos deseen conocerle y hacerse fotos con él. Todos quieren poner cara al nuevo bebé, sacarle parecidos y cogerle en brazos un ratito. Pero, ¿qué ocurre con el hermano mayor? Pues que en muchas ocasiones es ignorado y asilado, de manera que es fácil encontrarle en una esquina de la habitación siendo testigo silencioso de una historia que no va con él.
Por eso, si vas a visitar a un recién nacido ten en cuenta los sentimientos del niño mayor: interésate por él, pregúntale por sus gustos y aficiones y hazte fotos también a su lado. En definitiva, demuéstrale con hechos y palabras que sigue siendo igual de importante para tí.
2. Regalar al bebé y no hacer lo mismo con el hermano mayor
Considero aún más terrible que el hecho anterior, regalar algo a un bebé y no hacer lo mismo con el hermano mayor. Por desgracia, he tenido que vivir esta lamentable situación en varias ocasiones, y en todas ellas se me ha encogido el alma.
Así que, por favor, si vas a hacer un regalo a un recién nacido piensa también en su hermano o hermanos mayores, pues no hay nada más cruel que dejarles con las manos vacías observando un regalo que no va destinado a ellos. En cualquier caso, no hace falta comprarles nada caro o sofisticado; basta con una pelota, un cuento o un cuaderno y lápices de colorear para arrancarles una sonrisa y hacerles sentir importantes.
3. Decirle que «tiene que cuidar mucho a su hermanito»
Ante la llegada de un nuevo bebé, familiares y amigos suelen recomendar con ahínco al hermano mayor que cuide del bebé, quizá en un intento de otorgarle un papel importante dentro de la familia.
Pero aunque pueda parecernos que el niño ha crecido de golpe, no debemos perder de vista el hecho de que sigue siendo tan solo un niño, y no podemos exigir que de la noche a la mañana cambie su forma de proceder y empiece a responsabilizarse de un bebé.
En este sentido, deben ser los padres quienes le impliquen poco a poco y sin forzar en el cuidado del hermanito, haciéndole sentir a gusto y cómodo con la situación, con el fin de fortalecer el vínculo fraternal.
4. Preguntar a los padres si tiene celos del bebé en presencia del niño
También es frecuente que conocidos y extraños pregunten a los recientes papás si el hermano mayor tiene celos del bebé, haciéndolo además en presencia del propio niño. Pero por si esto fuera poco, la pregunta suele formularse en un tono dramático (anticipando lo peor) o utilizando eufemismos, pensando erróneamente que aunque el niño esté escuchando no entiende lo que decimos.
Los celos ante la llegada de un hermano no son malos. Se trata de un sentimiento natural que antes o después acaba aflorando, pues la estructura familiar tal y como el niño la conocía hasta el momento cambia con el nacimiento del bebé, y es normal que esto le produzca incertidumbre e inseguridad.
Por eso es importante tratar con naturalidad este tema y hablar con el niño sobre sus sentimientos con absoluta transparencia, sin ocultar a la gente lo que siente, pero sin darle más importancia de la que tiene.
5. Decirle al niño que «te vas a llevar a su hermanito a tu casa»
Quizá con el objetivo de ganarse la confianza del niño mayor, hacerle sentir especial o ensalzar una reacción defensiva por su parte, muchas personas caen en el error de bromear con el niño haciéndole creer que «se llevarán a su hermanito a casa».
¿Qué ocurre si el niño se asusta y sale en defensa de su hermano? ¿Merece más alabanza que aquel niño pequeño que lo esté pasando mal y aliente al desconocido para que se lleve al bebé a su casa?
Sin duda esta broma es cruel y desconcertante para el pequeño, pues los niños no captan la farsa, los dobles sentidos o las ironías como lo hacemos los adultos. Las bromas deben ser divertidas para todos, y decir esto a un niño en absoluto lo es.
6. Alabar en exceso al hermano mayor
Ante la llegada del bebé hay gente que reacciona alabando en exceso al hermano mayor, quien de pronto comienza a escuchar un sinfín de calificativos que probablemente no había oído nunca antes, como «el más responsable», «el más bueno», «el más maduro», «el más listo», «el que mejor come», «el más valiente»…
Y es que es habitual caer en el error de creer que para hacer sentir especial al niño mayor se le debe alabar y colocar por delante del bebé, pudiendo originar tensiones y rivalidades entre hermanos, además de mermar seriamente su autoestima con la imposición de etiquetas.
7. Criticar al bebé
Y en la misma línea que el punto anterior están los comentarios dirigidos a ridiculizar o criticar al bebé, con el objetivo de hacer sentir importante al hermano mayor, como por ejemplo: «¡qué pesado es el bebé, que solo sabe llorar!», «¡qué cochino es el hermano, que se hace pis y caca encima!», «¡qué aburridos son los bebés, que no saben hacer nada!»…
Pero lejos de ayudar, este tipo de comentarios despectivos podría afectar al vínculo fraternal y a la empatía que el mayor genere hacia su hermano, de manera que acabe percibiendo al bebé como una amenaza, una persona carente de importancia, o alguien cuyos sentimientos y necesidades no deban ser tenidos en cuenta.
8. Restar importancia a los sentimientos del niño, por el hecho de ser el mayor
Tal y como hemos comentado más arriba, «cuando un bebé nace, el hermano mayor crece de golpe». Pero el hecho de que le veamos más grande físicamente no significa que a nivel emocional debamos tratarle como a un adulto.
Y es que en ocasiones se cae en el error de ignorar los sentimientos del niño mayor o posicionarse del lado del bebé, por considerar que es la «parte más débil». Esto sucede, por ejemplo, cuando restamos importancia al llanto del mayor como llamada de atención, o cuando le obligamos a compartir sus juguetes con su hermano pequeño.
Recordemos que por muy grande que veamos al niño mayor no es más que un niño que necesita su espacio, sus momentos a solas con papá y mamá y sus ritmos, al igual que lo necesitaba antes de la llegada del recién nacido.
9. Comparar a los hermanos
Las comparaciones entre los niños (y entre los hermanos, en particular) es algo que tenemos sumamente arraigado en nuestra cultura, y que inconscientemente comenzamos a hacer incluso antes de que el segundo hijo haya nacido.
Pero cada niño es único, distinto y especial; por mucho que compartan carga genética o sean criados dentro de la misma familia. Por ello es importante tratarlos de manera diferente y jamás compararlos entre sí, algo que solo contribuye a mermar la autoestima y fomentar la rivalidad entre hermanos.
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