El sector de la restauración es uno de los más afectados por las restricciones para contener la pandemia. Pero no se trata solo de que les obliguen a cerrar, de que tengan limitaciones a la actividad con los aforos, sino que el gasto medio de sus clientes también ha disminuido. Y esto es un problema de cara a la recuperación.
Según los datos del informe de Aecoc Shopperview, dos de cada tres encuestados ya no salen nunca o casi nunca a cenar, lo que supone un 20% menos de consumidores que antes del Covid-19, mientras que ha caído un 13% el número de ciudadanos que va a bares y restaurantes al mediodía al menos una vez por semana.
Este consumo se suple en muchos casos adquiriendo platos ya preparados en supermercados o con un aumento de la comida a domicilio. En este caso, un 30% de los consumidores pide comida a domicilio al menos una vez a la semana y uno de cada cuatro ha incrementado su gasto en este servicio.
Pero entonces, ¿por qué disminuye el gasto medio? Fundamentalmente por dos motivos, puesto que la crisis económica afecta también a aquellos que siguen acudiendo a bares y restaurantes, pero que tienen alguna sobra sobre su futuro en el empleo y gastan menos. También las restricciones para juntarse con familia y amigos hace que al final el gasto sea menor.
Si hablamos de la opción de venta a domicilio hay que tener en cuenta que el gasto medio es mucho menor que en sala, puesto que no se suelen pedir bebidas o postres en estos pedidos. Los servicios de comida a domicilio son ideales para momentos de baja ocupación de los restaurantes, pero su rentabilidad es mucho menor que el servicio tradicional en el propio local.
Todo esto supone una recuperación algo más lenta para un sector que necesita volver a facturar con normalidad. Muchos tienen puestas sus esperanzas en tener un verano más benévolo y lograr de este modo aguantar un año más para volver a la normalidad en 2022.