¿No
sabes
decir
que
no
a
un
plan
o
no
te
despegas
de
redes
sociales
por
miedo
a
perderte
algo?
FOMO
son
las
siglas
inglesas
de ‘Fear
of
Missing
Out’
(miedo
de
perderse
algo).
De
esta
situación
de
hiperconectividad
y
agendas
llenas
surge
JOMO, ‘Joy
of
Missing
Out’
(alegría
de
perderse
algo).
El
JOMO
es
la
criptonita
del
FOMO,
y
se
asocia
a
la
idea
de
valorar
el
tiempo
para
uno
mismo
sin
tener
que
sentirse
obligado
a
saberse
la
última
canción
de
Bad
Bunny,
haber
visto
la «mejor»
serie
de
Netflix
o
no
apuntarse
a
ese
plan
que
no
te
apetece
del
todo.
«No
sé
decir
que
no»:
del
FOMO
al
JOMO

¿Cuántas
veces
tu
boca
ha
dicho
que
sí
mientras
que
tu
cerebro
decía
que
no?
La
incapacidad
de
decir «no»
a
algo
y
de
estar
a
la
última
en
todos
los
temas
de
actualidad
puede
generar
estrés
y
ansiedad.
Hace
100
años,
nuestros
bisabuelos
no
sentían
la
presión
por
enterarse
y
saber
de
todo.
El
JOMO
busca
volver
al
lado
bueno
de
esa
etapa
pasada
en
la
que
se
podía
vivir
sin
mirar
el
móvil
cada
20
segundos
por
si
he
recibido
un
correo
o
haciendo
lo
que
nos
apetecía
realmente,
no
lo
que
la
corriente
nos
lleva
a
hacer.
La
calma
y
esa
vida
lenta
(slow
life)
es
la
que
nos
lleva
a
ser
más
conscientes
de
nuestro
tiempo
y
a
usar
la
tecnología
a
nuestro
favor,
no
en
nuestra
contra.
Redes
sociales
como
Instagram
no
te
muestran
toda
la
información
cada
vez
que
entras.
Eso
hace
que
tengas
que
chequear
varias
veces
la
aplicación
para
ver
todas
las
novedades
que
las
personas
a
las
que
sigues
han
ido
compartiendo.
No
podemos
estar
más
de
unas
horas
sin
comprobar
si
hay
algo
nuevo
en
redes
sociales.
JOMO
para
ser
más
creativos
y
felices
Aburrirse
es
clave
para
disparar
la
creatividad.
El
problema
es
que
cuando
pasamos
10
segundos
sin
hacer
nada
metemos
la
mano
en
el
bolsillo
y
ahí
está
el
móvil.
Tener
muchos
planes
todo
el
tiempo
es
otra
forma
de
FOMO
por
no
saber
decir
que
no
a
un
plan
porque
tu
ansiedad
te
impide
quedarte
en
casa
y
perdértelo.
De
las
24
horas
que
tiene
el
día,
¿cuántas
horas
estás
disponible
para
la
tecnología
y
para
otras
personas,
y
cuánta
parte
del
día
estás
disponible
para
ti?
¿Cuándo
ha
sido
la
última
vez
que
te
has
aburrido?
Casi
todas
las
buenas
ideas
surgen
en
ese
tiempo
en
el
coche
cuando
dejamos
que
nuestro
cerebro
divague.
Esos
momentos
para
uno
mismo
son
los
que
potencian
tu
creatividad,
reducen
el
estrés
y
te
hacen
recuperar
el
ritmo
de
tu
vida.
En
función
de
cuál
sea
tu
nivel
de
FOMO,
podrás
beneficiarte
en
mayor
o
menor
medida
de
las
siguientes
recomendaciones
para
liberar
ese
espacio
competitivo
y
ansioso
de
tu
cerebro
y
dejar
hueco
a
la
relajación,
creatividad
y
conexión
contigo
mismo.
-
Céntrate
en
hacer
con
tu
tiempo
lo
que
quieres
hacer
y
olvídate
de
lo
que
estarán
haciendo
los
demás.
¿Cuántas
veces
has
estado
con
un
grupo
de
amigos
y
estabas
hablando
con
otros
por
Whatsapp
o
mirando
historias
de
otras
personas
en
Instagram? -
Una
agenda
flexible
y
con
huecos:
siempre
hay
situaciones
que
necesitan
una
celebración
o
un
momento
de
reflexión.
Si
no
tienes
agenda,
perderás
mucho
el
tiempo;
si
tienes
una
agenda
muy
apretada
el
tiempo
te
hará
perderte. -
«No»
y
límites:
no
siempre
hay
que
decir
que
sí,
si
no
te
hace
bien
o
crees
que
estar
tranquilo
en
casa
o
en
otro
sitio
será
mejor
para
ti.
Los
límites
a
nivel
personal
y
tecnológico
te
darán
alas. -
Vive
más
despacio
y
en
la
vida
real:
sal
a
descubrir
tu
ciudad
en
lugar
de
verla
por
redes
sociales.
Toma
esos
momentos
de
silencio
como
el
atasco,
la
fila
del
supermercado
o
la
espera
del
autobús
para
darle
rienda
a
tu
imaginación.
Desconecta
del
sí
a
todo
y
la
tecnología
y
conecta
contigo
y
con
tu
tiempo.
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