La profesora e instructora de Zumba Fitness conversó acerca de qué significa la danza en su vida y qué la motiva a seguir con su pasión diariamente.
Mónica Álvarez es instructora de Zumba Fitness desde el año 2014, aunque anteriormente daba clases de diferentes ritmos. “Dentro de las actividades hacía, me enteré de este nuevo programa llamado Zumba Fitness, entonces me fui a Alta Gracia para hacer la capacitación que fue dividida en el nivel básico 1 y básico 2”, comentó.
Cabe aclarar que el auge de Zumba se impone en la escena mundial a raíz de que su pionero, Beto Pérez, comienza a difundirlo. Tal es así, que famosos nacionales e internacionales adoptaron esta nueva música inspirada en ritmos latinos, combinando movimientos que tonifican y modelan el cuerpo, a la vez que estimulan el cerebro y liberan endorfinas.
Para mantener el título de instructor existen una serie de requisitos y un mecanismo de funcionamiento. En ese sentido, Álvarez expresó: “Una vez que se realiza el instructorado te habilitan a usar la marca Zumba por un año, para seguir siendo instructor hay que participar de capacitaciones continuas o registrarse en internet para ser un miembro zin, manteniéndose al día con la membresía”.
Definiéndose como una persona “inquieta”, explicó que su pasión por el baile surge cuando era pequeña. “Desde chica siempre me gustó bailar, interpretar canciones y recuerdo estar todo el día haciendo alguna actividad vinculada a la música porque ese era mi pasatiempo”, contó la profesora.
Con el paso del tiempo, se perfeccionó tomando cursos y haciendo el instructorado de Aeróbica en la ciudad de Córdoba. Mientras estudiaba, practicaba con amigas dictando sus primeras clases de ritmos, además de localizada, step y aeróbica en el año 2.000 aproximadamente.
Relatando esa experiencia, la instructora dijo que, al principio, supo dar clases en garages, gimnasios y centros vecinales hasta que tuvo la posibilidad de tener su lugar propio, hoy llamado “Gimnasio Compartir”, donde reúne todas las actividades en las que se formó. “Desde que me recibí no paré de dar clases y tener mi propio lugar fue un objetivo cumplido y una satisfacción personal muy grande”, señaló.
Dentro de las clases que brinda diariamente, Álvarez explicó que no tiene “un ritmo preferido” ya que disfruta de la música en su conjunto. En consonancia con ello, manifestó: “Para armar alguna coreografía y bailarla tengo que sentir la música y desde ese lugar es donde nacen los pasos; si una canción no llega no se puede transmitir a los alumnos”.
Haciendo alusión a las anécdotas que le fue dejando el baile a lo largo de los años, la instructora remarcó que “cada clase es una vivencia única” y que cada alumna para ella significa “alguien especial”. Asimismo, agregó: “Trato de que se lleven lo mejor en cada clase, que todas sean un aprendizaje y que puedan crecer a través de esa enseñanza”.
Siguiendo en esa línea, una de las anécdotas fue la conformación del staff que actualmente sigue en vigencia. “Hace más de 15 años, a raíz de que nos invitaron a bailar en un evento, surgió un staff dentro del gimnasio donde fueron pasando muchas mujeres, tanto adultas como jóvenes, que participaron”, relató.
El objetivo de conformar un staff y mantenerlo en el tiempo fue “demostrar que cualquier pueda bailar”, sin importar la edad y sin ser bailarinas profesionales, aunque muchas de ellas tengan formación. “Para mí lo más importante siempre es la actitud, la dedicación y el esfuerzo”, afirmó.
A partir de la consolidación del staff, fueron surgiendo invitaciones a diferentes eventos, cenas, veladas de fin de año y encuentros de danza. En alusión a ello, la profesora reconoció que le da una “gran satisfacción” y le “llena el alma” saber que sus colegas la tienen en cuenta porque su misión es “transmitirle al público un momento de alegría”.
Una de las motivaciones para seguir bailando día a día es la pasión que siente por su trabajo. “Amo lo que hago, soy feliz bailando y me gusta transmitir lo que aprendí; el vínculo que se forma entre profesor/alumno y saber que me eligen para ocupar ese lugar para mí es el mejor premio”, enfatizó.
En referencia a las amistades que surgieron a partir del baile, Álvarez contó que los lazos se formaron a partir de la “relación especial” que tiene con cada una de sus alumnas. “Hemos hecho viajes, cenas, meriendas y juntadas porque siempre hay un momento para celebrar y ser felices junto a mis nenas, como yo las llamo”, rememoró.
Finalmente, brindando un mensaje a todos aquellos que aman bailar, la profesora cerró: “Ojalá siempre encuentren un momento para expresar su arte y nunca dejen hacerlo; dicen que hay un poco de locura en el baile y que las expresiones más auténticas de la gente están en la danza porque el cuerpo habla y nunca miente”.
Por Camila Leyes