El minado de bitcoin, y de muchas otras criptomonedas, tiene un consumo energético tan elevado (en 2019 superó el de Suiza) que se ha convertido en un preocupante problema medioambiental. Ante esta situación, un grupo de organizaciones ecologistas propone cambiar el código de la principal criptomoneda del mundo para hacerla energéticamente más eficiente.
Según recoge The Guardian, Environmental Working Group, Greenpeace y varios grupos han lanzado una campaña denominada «Code Not the Climate» (Cambia el código, no el clima). Las organizaciones, tomando como ejemplo la evolución del mecanismo de minado de ethereum, aseguran que «un cambio en el código del software podría reducir el uso de energía de bitcoin en un 99%».
Cambiar el código para reducir la huella de carbono
Los organizadores de la campaña dicen que, tras las medidas de China contra las minería de criptomonedas, Estados Unidos está liderando en este campo, y lo que está ocurriendo no es necesariamente bueno. Las plantas de carbón que estaban inactivas o que iban a ser cerradas están siendo reactivadas, según el miembro de Code Not the Climate, Michael Brune.
El ex director ejecutivo de Sierra Club también dijo que las plantas de gas, que en muchos casos eran cada vez menos competitivas económicamente, también se están dedicando a la minería de bitcoins». Por consecuencia, según la campaña, las operaciones con energías renovables no son suficientes y la única forma de alcanzar los objetivos climáticos es cambiando el código de bitcoin.
A lo largo de los últimos años hemos visto cómo algunos mineros han empezado a buscar alternativas baratas y libres de CO2, incluso El Salvador ha comenzado a minar usando la energía de los volcanes, pero el problema de bitcoin, según Chris Larsen, fundador del proyecto de pagos Ripple y miembro del grupo ecologista es que naturalmente el modelo lleva «al máximo uso de energía».
En la actualidad el bitcoin utiliza un mecanismo conocido como Prueba de trabajo (Proof of Work, PoW), que es un protocolo de consenso distribuido en el que las partes de una red realizan complejas operaciones de cálculo, sobre todo, para confirmar transacciones y obtener nuevos bloques para la red, lo que suele consumir una gran cantidad de energía eléctrica.
Recordemos que el interés de muchos para entrar al mundo del minado de criptomonedas son las recompensas. Estos utilizan el hardware de sus GPUs, aunque también existen los ASIC, para procesar los complejos problemas matemáticos. Y es una verdadera competencia, porque el primero en resolver el «puzzle» recibe como recompensa criptomonedas.
Ethereum, por su parte, ha empezado un camino de transición hacia un mecanismo conocido como Prueba de Participación (Proof of Stake, PoS). El nuevo código promete reducir el consumo energético en un 99% al implementar un sistema de incentivos que, en términos generales, premia a aquellos que se convierten en validadores del sistema.
Las organizaciones ecologistas toman como modelo a seguir lo que está haciendo ethereum y aseguran que se podría alcanzar el mismo resultado con bitcoin, pero advierten que «las partes interesadas tienen incentivos para no cambiar» porque dejarían sin utilizar una gran cantidad de infraestructura valiosa, por lo que el desafío es aún mayor.
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